Explicando con números I

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Cualquier historia está plagada de manipulaciones, mentiras, y despropósitos. La historia de la estadística no es una excepción. Si decido empezar esta serie de artículos con una somera introducción a la historia de la estadística es porque la manera en la que se cuentan las cosas tiene, normalmente, un gran impacto en la vida real de aquello que se cuenta. De esta manera, hoy por hoy existe una concepción generalizada de la estadística como algo negativo, manipulador, en manos del poder y de los estados-nación para manipular a las poblaciones y contar las cosas a medias. Pero la estadística ni estuvo siempre en manos del poder, ni su avance estuvo originalmente motivado por el control social. Entender el funcionamiento de grandes dinámicas mediante expresiones generalizables es de gran utilidad para la revolución social. La estadística ayuda a entender fenómenos humanos que de otra forma se nos escaparían, como también ayuda a proyectar y testar hipótesis. Con “Explicando con números” me gustaría presentar los fundamentos más básicos del análisis cuantitativo de la sociedad, para mostrar así que los números pueden servir para apuntar hacia las injusticias, señalarlas, identificarlas, y entenderlas mejor. Los números son, en definitiva, una herramienta (convertida en arma) más para derrocar al capital y a la autoridad.

1. Números: liberación o control

No se puede negar que el capitalismo del siglo XXI se apoya, en enorme medida, en el uso de números y en la cuantificación de dinámicas y elementos varios. Por ejemplo, la administación neoliberal de un Estado-nación se basa en la proyección numérica de escenarios hipotéticos en los que se analizan posibles riesgos, posibles beneficios, posibles catástrofes, etcétera. Cada “posible” es a su vez cuantificable, por ejemplo asignando a cada evento una probabilidad estadística de manera condicional. A menudo, la estadística también se ha usado para justificar medidas neoliberales, precisamente porque el uso de números para explicar decisiones humanas aporta un “extra” de objetividad y neutralidad científica. Si las cosas salen bien se alaba al “Dios de la estadística.” Si las cosas salen mal se echa la culpa bien a las personas que hicieron los cálculos, o a la complejidad del mundo social (argumentos recurrentes en este último caso son: “ciertas variables no fueron incluidas en el modelo estadístico” o “es imposible representar todas las dinámicas humanas en un único sistema de ecuaciones”). La estadística a menudo se usa en la prensa y televisión (y normalmente de forma errónea) para presentar tal o cual avance del gobierno en materia distributiva, y por una y otra cosa al final la gente termina pensando que el uso de números tiene que ver más con el control social y la administración del aparato estatal que con otra cosa.

Razón no les falta a aquellas personas que identifican la estadística con la administración institucional del control social, pero éste no es el único uso posible de la estadística. La estadística tiene una esencia que, inherentemente, se podría decir que es revolucionaria. La estadística necesita, ante todo, proporcionalidad (es decir, medidas comparables). Cuando hacemos un análisis estadístico de la sociedad del Estado español, por ejemplo, tratamos igual y comparamos a la persona rica y a la persona pobre, lo que nos permite decir qué tan rica es una persona en respecto con otras (o al contrario, qué tan pobre es un sector de la población, por ejemplo les inmigrantes, con respecto a otro, les autóctones). Para que se vea esto que escribo en perspectiva histórica: en el siglo XIX el francés Pierre Guillaume Frédéric le Play solamente podía analizar estadísticamente a la clase trabajadora, porque era inconcecible en aquella Francia mezclar en el mismo estudio a la burguesía y a las personas “inferiores.” De la misma manera, en el siglo XX no siempre se estudió a hombres y mujeres, dado que las últimas no siempre pudieron votar, por lo que eran frecuentemente excluidas del análisis socio-político. Así pues, a medida que la sociedad avanza en materia de derechos y libertades, también lo hace la estadística, la cual siempre está preparada para plantear nuevas preguntas. No obstante, la estadística también tiene el potencial de gatillar esos cambios sociales mediante la identificación de problemas e injusticias, por lo que la estadística ha venido cambiando con el transcurso de las sociedades, a la vez que ha ido influyendo dicho transcurso.

El uso de la estadística para estudiar fenómenos sociales se consolidó en el siglo XX, pero ya en el primer cuarto de siglo XIX los números se empezaron a usar para analizar los censos de población y los registros civiles. Lo que facilitó el uso de la estadística en el análisis de la sociedad fue la idea de que éstas pueden ser entendidas de una manera macro-social, global, más allá del comportamiento individual de las personas de dicha sociedad. Esto lleva a dos conclusiones: una es que si las sociedades son como son más allá de lo que hagan individualmente las persona, entonces, nada se puede cambiar. Pero ante esta óptica conservadora, también se puede plantear lo opuesto: si dinámicas macro-sociales juegan algún papel en la vida humana, entonces, lo que hay que cambiar es el sistema en sí (sustitúyase aquí sistema por sociedad, comunidad, capitalismo, etcétera). Precisamente esta segunda idea que proporciona la estadística es la que confiere a la disciplina un potencial revolucionario.

2. Uso histórico y emancipador de la estadística

La estadística empezó a usar datos de la población, de manera sistemática, en la primera mitad del siglo XIX. Karl Marx y Friedrich Engels usaban en sus escritos tablas y números para describir el capitalismo. En Bélgica, Adolphe Quetelet empezó a usar por entonces datos estadísticos para estudiar la sociedad de la manera sistemática: datos del Registro Civil, datos del Censo, datos judiciales… Más tarde, Émile Durkheim haría lo mismo pero de una forma todavía más sistemática y con mayores implicaciones teóricas. Hacia los últimos años del siglo XIX la estadística ya era una herramienta habitual del análisis social, lo que sirvió tanto a personas revolucionarias para describir las injusticias del capitalismo (se realizaron numerosos estudios estadísticos sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora), así como a personas conservadoras (avance del control social, avance de las ideas de la eugenesia, etcétera). No obstante, había en Europa un espíritu innovador que relacionaba el estudio social con la estadística, y así multitud de sindicatos a lo largo y ancho de la geografía europea hicieron uso de datos estadísticos para denunciar las barbaridades del capitalismo. Esto produjo una deriva de la estadística social hacia el mercado laboral, por lo que por un considerable tiempo la estadística social se dedicó a preguntar y responder preguntas sobre empleo, paro, salarios, inserción laboral, etcétera. A finales de siglo XIX surgieron las primeras oficinas estatales para el estudio estadístico del mercado laboral, normalmente adjuntas a ministerios de trabajo (los cuales se consideraron a principios del siglo XX).

Por aquel entonces, la concepción revolucionaria de la estadística social era innegable. Tanto personas anarquistas, como personas marxistas, hablaban de la estadística social como una herramienta para organizar y planificar la sociedad comunista del futuro. Los números eran concebidos como algo útil para mejorar la producción justa y solidaria de bienes y servicios. Además, como ya se ha mencionado antes, el uso de números facilita la crítica social, lo que era fundamental para señalar las injusticias del capitalismo (injusticias que se traducían en salarios muy dispares, tasas de mortalidad más elevadas entre las clases populares, etcétera y etcétera). A día de hoy ninguna de estas dos ideas parecen tener peso: el siglo XX adjudicó la estadística al control social, al poder, a los Estado-nación, y a la burguesía opresora. De forma más o menos consciente, se limitó el entendimiento de la estadística a su origen etimológico (estudio científico del Estado), haciendo así olvidar a la gente que los números tienen un gran potencial revolucionario. El olvido es parte del exterminio, y parece ser que hemos olvidado. Ahora toca recordar.

3. De los números… ¿a la revolución social? Cómo se organizará esta serie de artículos

Ya he explicado en qué pueden ser los números útiles: señalar injusticias, describir la desigualdad, cuantificar los problemas para compararlos, proyectar patrones y dinámicas hacia el futuro para intentar predecir en términos de probabilidad, organizar de una mejor manera la sociedad del presente… Las posibilidades son muchas siempre y cuando se usen los números de una manera correcta, porque los mismos números pueden servir para controlar a la sociedad, justificar la desigualdad existente, apoyar planes capitalistas de inversión en las colonias del capitalismo, etcétera. Los números, pues, pueden ser revolucionarios o reaccionarios, lo que nos lleva al viejo debate de si la estadística (los números) es realmente objetiva o no. En este texto no pretendo debatir sobre la objetividad y neutralidad de la ciencia (sea social, experimental, o natural), pero ya diré que no creo que lo sea (ninguna de las tres, desde la sociología hasta la física, no creo que haya proceder científico neutral y objetivo). No obstante, sí que existen hechos sociales que son externos a las personas. Por ejemplo: piense lo que piense hoy morirá une niñe de hambre en el continente africano. O piense lo que piense una mujer, al menos, será violada en alguna parte del mundo esta noche. La estadística no es neutral, y tampoco tenemos que querer que así lo sea. Los números son útiles para la revolución precisamente porque nos permiten estudiar esos hechos sociales que queremos denunciar y cambiar.

La serie “Explicando con números” presentará las técnicas de análisis estadístico más frecuentes, empezando por lo básico y avanzando hacia técnicas de análisis más complejas. Con ello no quiero decir que escribiré un libro de texto sobre análisis cuantitativo de la sociedad. Simplemente presentaré ideas y conceptos básicos, y lo intentaré hacer de una manera sencilla para que pueden ser aplicados por cualquier persona a la hora de analizar cualquier fenómeno social. Éste es un proyecto ambicioso al cual pretendo dedicar tiempo y cariño dado que creo que los números (bien usados) pueden ayudarnos a traer al mundo la revolución social. También, este proyecto tiene un gran carácter personal porque me gustaría transmitir las ideas y conocimientos que motivan a muchas personas a usar los números para erradicar la explotación capitalista. Muy a menudo se concibe todo esto como algo fuera del alcance de la “gente normal”, como si fuera algo solamente para el uso exclusivo de personas académicas y científicas. Esto hay que cambiarlo. La adquisición de conocimiento básico sobre estadística no solamente ayudará a las personas a pensar de manera más crítica sobre las cosas que suceden en el mundo, sino que además tiene la ventaja de hacer a las personas inmunes al control social que a menudo vemos en prensa y televisión. Saber leer e interpretar una tabla estadística es fundamental tanto para hacer la revolución, como para defenderse de la reacción. O así pienso yo. Quiero hacer las cosas bien con esta serie de artículos, así que no me he propuesto ningún tipo de periodicidad en la entrega de artículos. Saldrán cuando estén listos y me satisfaga el resultado. Espero tener vuestra paciencia.

Pongamos la ciencia a trabajar por la revolución social. Quitemos a la burguesía la producción de conocimiento científico. ¡Muerte al Estado y su ciencia!

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