Fútbol, fascismo y culturalidad

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El caso del asesinato de Jimmy.

Se ha cumplido un año de que el aficionado del club Deportivo de la Coruña, conocido como Jimmy, fuera asesinado por el Frente Atlético a orillas del río Manzanares, después de que le propinaran una paliza y lo arrojaran al propio río. Inmediatamente la maquinaria de los mass-media se puso en funcionamiento, inventando hechos cuyo beneficio social favorece al espíritu acrítico que quieren inculcarnos.

En las televisiones y la prensa comenzaron a afirmar con total seguridad, que había sido una pelea concertada por ambas hinchadas futbolísticas, que no pudo ser evitada por la policía y que son cosas de la violencia en el fútbol, además de situar al chico asesinado en la posición de un ultra radical, haciendo desaparecer el análisis social y político profundo que habría que aplicarle correctamente a este hecho. Un año más tarde, muchas de estas afirmaciones se demostraron que fueron mentira, pero no han sido aclaradas ni rectificadas, por lo que esa ha sido la información que quedó retenida en la cabeza de la mayoría de las personas.

Si confiamos en los medios de comunicación, nos harán creer que las víctimas son los culpables. Hay que llamar a las cosas por su nombre, y lo sucedido hace un año fue una agresión fascista que se llevó por delante la vida de un muchacho y seguidor de fútbol. El fútbol como deporte y elemento cultural tiene una vertiente de incidencia sobre la sociedad, nos guste o no ese deporte es una realidad innegable. El fútbol debería servir para exportar valores antirracistas y antifascistas, y servir de cohesión en torno a valores humanos, solidarios y de apoyo mutuo frente a las injusticias. Labor con fuerte contenido social y de barrio que pretenden realizar grupos como Bukaneros, Riazor Blues, Biris, Celtarras, Herri Norte, etc.

Sin embargo, muchos grupúsculos nazis de la sociedad aprovechan, por el contrario, el fútbol y la condescendencia de los clubes y la policía para difundir un ideario autoritario, racista y nacionalista. Introduciendo en ese marco sus agresiones de índole fascista, que son presentados a la sociedad por estos mass-media como reyertas ocasionales y que nada tienen que ver con un problema social como es el auge del fascismo y su terrorismo. En esta vida nuestras decisiones son importantes y somos granitos de arena, podemos decidir actuar en pos de construir una organización y una lucha con valores alternativos a este sistema social, o podemos apoyar al capitalismo con nuestro silencio, y a su brazo armado de carácter fascista.

Un concepto como ultra de la izquierda no es un término aséptico, lleva una carga ideológica evidente pues ha sido elaborado por la propia prensa burguesa. No creo que sufrir una agresión nazi organizada, y permitida por la policía, haga a nadie responsable de su propia muerte, pero al fascismo en este país se le justifica hasta límites insospechados siempre. Ante esos valores antifascistas y solidarios en el fútbol que tratan de transmitir algunos grupos e hinchadas, les convierte en grupos ultras a ojos del capitalismo que combaten.

Una enseñanza de los principios antifascistas y antirracistas, es que frente al nazismo, la unión hace la fuerza y el apoyo entre compañeros es fundamental. Evidentemente entre aficiones de izquierdas existen buenas relaciones, son grupos que pretenden denunciar públicamente el racismo y luchar contra el fascismo en el fútbol. Por lo tanto si sufren agresiones de esa índole, es completamente legítimo para plantar cara a ese autoritarismo con la unión entre antifascistas. No se trata de violencia en el fútbol, se trata de autodefensa y acción directa contra una ideología criminal. La violencia en el fútbol está presente de otras muchas maneras completamente normalizadas, consecuencia de permitir una competitividad agresiva y antideportiva en el mismo.

El fútbol moviliza una cultura social con grandes potenciales.

Mezclar política y deporte puede ser intentar inculcar a través del fútbol valores como solidaridad, antirracismo, unión frente a injusticias. El fútbol es un deporte de masas que no puede ser entendido como un elemento ajeno a la cultura social, por lo tanto esa acción política sobre el fútbol no solo me parece positiva, sino necesaria. Por otro lado, y cosa muy distinta es aprovechar el fútbol como excusa para difundir un ideario nazi. Las perspectivas y maneras de actuar de ambas posturas frente al fútbol me parecen completamente antagonistas, en ningún caso comparables. A la vista han quedado los intereses económicos y mafia que ha tenido montada durante años Ultras Sur con el club Real Madrid, mientras otros en el barrio de Vallekas se dedican a ayudar a personas desahuciadas de sus casas. Los valores humanos son evidentemente distintos, y me reitero en lo anterior, si no se vierten actitudes políticas humanas en el fútbol, por mucho que se quiera evitar mezclar política y fútbol, el fascismo lo instrumentaliza y lo utiliza como medio para cometer agresiones.

Los comportamientos inducidos por los clubes, federaciones y personalidades futbolísticas son inútiles, puesto que dependen de unos intereses económicos y de poder. Es parte del entramado fútbol-mafia que muchas personas conocemos, pero también existe un fútbol entendido de manera popular, activa y en el que podemos ser partícipes. El surgimiento por lo tanto de seguidores que se agrupen en torno a un equipo de fútbol y unos valores conscientemente sociales, no implica actitud fanática o ultra, sino todo lo contrario, la difusión cultural de unos principios humanos y solidarios a través de un evento tan masivo como el fútbol, y la incisión en barrios para generar unidad y tejido social comunitario en torno al deporte.

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