Información e ideología rancia

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A estas alturas la declaración de José Manual Lara—presidente del Grupo Planeta—no debe extrañar a nadie. Como sabéis, el otro día esta persona deseaba en público que el canal La Sexta fuera un medio de centro-izquierda respetuosa con la derecha, cosa que para él todavía no lo es (click aquí para leer la noticia). Sus palabras montaron cierto revuelo en las redes sociales que no tardaron en mostrar los típicos comentarios a los que ya estamos acostumbrades. El más sonado, tal vez, fue aquel de: “¿no se supone que un informativo a de ser neutral y mostrar las cosas como son?” Que sirva esta reflexión como respuesta a tal ingenua pregunta.

En el mundo de lo social pocas cosas se pueden tildar de “neutrales” u “objetivas”, y las que así son nombradas siempre dejan un resquicio de duda para las mentes más críticas. Respecto a la sociedad podemos decir que “el 25% de la población activa no tiene trabajo”, o que “el 12% de la población migró de otro país.” Ambos enunciados son fácilmente calificables como neutrales: aluden a hechos “objetivos” que se pueden medir empíricamente de una forma sencilla. No obstante, que estos dos enunciados se puedan medir empíricamente no les hace absolutamente objetivos, pues cualquier investigación social parte de un marco teórico que define qué se está investigando, cómo se califican los conceptos, y cómo se desarrolla dicha medición. Así pues, la “neutralidad” de los dos enunciados emana de su empiricidad pero también del consenso teórico que existe en la sociedad a la hora de definir “desempleo” y “migración.”

La cosa se complica cuando nos movemos hacia otros terrenos. Por ejemplo: “¿por qué un cuarto de la población en edad de trabajar está desempleada?” Algunes dirán que es porque las personas somos vagas y nos gusta cobrar el paro. Otres dirán que es un problema sistémico, inherente al desarrollo capitalista. Y a saber lo qué dirán otres muches. Sea como sea, aquí la “objetividad” de un enunciado social empieza a tambalearse, precisamente porque no existe un consenso fuerte sobre las causas del desempleo. Sí, la ciencia económica nos proporciona datos empíricos sobre esto y aquello, pero dentro de la misma disciplina hay voces discordantes que, sosteniendo paradigmas distintos, también nos proveen con datos empíricos que muestran cosas diferentes. ¿Acaso no estábamos midiendo la misma realidad social?

El gran error de muches es pensar que la “neutralidad” de las distintas ciencias sociales es sagrada. Grave error que siempre—o casi siempre—va acompañado de otro error: pensar que algo “neutral” es “objetivo.” Yo puedo ser objetivo y decir que “el 25% de la población activa está desempleada”, pero al mismo tiempo puedo decir que “está desempleada porque se lo merecen, por vagues e ineficientes.” Cuando nos ponemos a explicar el porqué de un fenómeno social inevitablemente caemos en enunciados normativos, es decir, pasamos a decir—explícita o implícitamente—cómo deben ser las cosas. Y hay un gran paso entre decir “qué es” y decir “cómo debe ser.” De hecho, habría que poner también en duda si todas esas “mediciones empíricas” son realmente objetivas y neutrales—qué realmente la mayoría no lo son.

Pues bien, de ahí que pensar que un medio informativo ha de ser neutral y objetivo sea una insensatez. La información ha de servir a las personas para transformar la realidad; para crear una sociedad mejor. “No tomar bando” es en el mejor de los casos una tontería; en la mayoría de casos es una irresponsabilidad. Decir que un medio informativo ha de ser “neutral” es decir que las cosas tienen que seguir como están ahora; es negar el cambio y, por lo tanto, es cerrar puertas a un posible futuro mejor. Avocar por la neutralidad de los medios de información no es solamente una muestra de desconocimiento sobre las dinámicas de producción del conocimiento social, es también una falta de pensamiento crítico que nos apalanca en la realidad estática en la que vivimos—¿cuántas veces nos habrán dicho que las cosas han cambiado, precisamente, para que nada cambie?

Si el señor José Manuel Lara quiere que La Sexta sea un medio de centro-izquierda, que así lo sea. Él es un capitalista—de los gordos—y tiene todo el apoyo de la ley burguesa para hacer lo que le plazca con algo que el Estado le otorga como suyo. Ante esto, las mentes críticas no deberían estar proclamando la “bendita neutralidad de la información”, que debe ser como aquel bar mitológico del que las madres tanto hablan, aquél en el que la gente te echa droga en la bebida.

Las palabras de José Manuel Lara no han de sorprender a nadie, pero la respuesta ha de ser un “vete a la mierda” claro y rotundo. Poques nos vamos a tirar de los pelos si La Sexta se vuelve de “centro-izquierda”, ¿acaso no lo era ya? Pero sí que nos tenemos que tirar de los pelos por la apabullante pasividad de la gente que pide un “medio neutral.” Por suerte, en el Estado español tenemos varios, y muy buenos, medios de información libre y comprometida, que dicen las cosas claras y sin esconder la ideología de las personas que nos hacen llegar esas informaciones.

Como os habréis dado cuenta, todo esto tiene mucho que ver con aquello de “en qué lado de la barricada estamos”, lo que nos lleva a una cuestión de ética y principios—¿por qué es mejor defender una sociedad libre e igualitaria que una en la que un 1% explota al resto? No es mi intención meterme en tal berenjenal ahora, pero sí que es pertinente mencionar que la “objetividad” o “universalidad”—como cualidad de lo “verdadero”—de tales postulados es, cuanto menos, cuestionable. Como ya me expresé en otro artículo, todo termina por resumirse en lo que las “entrañas” te dictan, aunque pareciera que hay dictámenes más racionales y virtuosos que otros. Desde luego, lo que nos pueda contar La Sexta, Cuatro, Telecinco, etcétera, nunca lo será—por razones que les lectores de Regeneración entenderán de sobra.

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