La desorganización y otros cánceres

Por Lus
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Qué bello es soñar con un mundo anarquista en armonía y libertad, ¿verdad? Ver que el viejo mundo capitalista se consume en llamas y ser parte de la gente bailando al son de la revolución social debe ser maravilloso. Tan maravilloso como para hacerse pajas con el individualismo, la violencia callejera, la estética rebelde o el nihilismo. Pero estos sueños infantiles solo son el consuelo de la impotencia en que nos vemos actualmente sumergidas ante la agudización de los conflictos sociales en medio de la tempestad neoliberal. De lo que un siglo atrás fue un movimiento amplio, diverso y revolucionario, hoy quedan sus restos que yacen desperdigados por el mundo entero, salvo honrosas excepciones donde brotan y crecen movimientos anarquistas prometedores.

La realidad material, al margen de las interpretaciones subjetivas de la misma, siempre será el escenario del que no podremos bajarnos, salvo recurriendo al suicidio, en donde la huida solo supone una salida a la desesperada y que tarde o temprano nos pillarían con el culo al aire. Y es que hoy por hoy vemos en el mundo cómo están masacrando a los pueblos: Gaza, Cisjordania, la comunidad yezedí atrapada en el monte Sinjal por el ISIS, el pueblo ucraniano, el reciente asesinato de Michael Brown y la represión militarizada en Ferguson… y cómo la dignidad rebelde de los pueblos combaten esas opresiones: las comunidades zapatistas, el pueblo kurdo de Siria y Turquía, las milicias antifascistas, las Brigadas Internacionales en Donbass, Donetsk y Lugansk… Para luego volver aquí y ver cómo derriban CSO sin esfuerzo, la impunidad de los violadores, corruptos, narcotraficantes y demás parásitos sociales, cómo endurecen el Código Penal, y cómo el fascismo avanza en el Estado Español y en Europa ante un movimiento obrero mayormente desorganizado. Nos preguntamos. ¿Dónde están los y las anarquistas? ¿Dando guerra a todas las injusticias sociales? ¡No! ¡Que si luchas reformistas, que si autoritarismos! ¡Que además del lastre que llevamos tengamos que lidiar con los machismos —pues son los que realmente dividen a la clase trabajadora y el movimiento— en nuestros espacios! Y quienes se mojan realmente, esos y esas que, con todos sus defectos, están en los sindicatos dando la cara, parando desahucios, llevando CSO adelante, en las asambleas estudiantiles, defendiendo los servicios públicos, etc sean tachadas por los guardianes de la ortodoxia y ciertos insurreccionalistas de reformistas.

Tras haber traducido la entrevista al anarquista de Donetsk, haber leído los comunicados de los brigadistas que fueron a combatir con las milicias antifascistas del este de Ucrania¹, ver cómo están haciendo la revolución social en Rojava, Kurdistán sirio, y sus milicias (YPG e YPJ) combatiendo contra ISIS, entre otros movimientos como el estudiantil chileno o las zapatistas; y luego reflexionar haciendo un balance de todo esto, no puedo sino señalar y criticar el maldito cáncer que arrastra el actual anarquismo: la desorganización. Y a todo ello le sumamos la verborrea incendiaria del caos y la violencia, las estéticas de tribus urbanas, los ramalazos puristas, el machismo y demás cánceres que no hacen más que tirar en la dirección opuesta y llevarnos a la marginalidad. Es triste ver que lo que podría ser una fuerza revolucionaria referente en la lucha de clases, se vea en buena parte de los países capitalistas avanzados, fragmentado en átomos (con sus excepciones, claro). Es triste ver cómo ciertos sectores le hacen el juego a la burguesía asumiendo que el anarquismo es violencia, caos, destrucción y terrorismo. Es triste ver que solo se haga política para el ghetto y no para los movimientos populares. Es triste ver cómo todo marcha mientras muchas de nosotras nos quedamos atrás.

A pesar de todo, tengo esperanzas en que algún día ya no tenga que escribir más sobre esto, que el problema de los elementos anti-organizacionales en el anarquismo sean historia. Pero no basta con esperar, hay que construir movimiento haciendo del anarquismo una herramienta práctica, útil y creadora, que potencie las estructuras horizontales en la lucha social, que aporte soluciones a las necesidades inmediatas y nos defina a la vez proyectos de futuro, y que a través de los movimientos sociales articulemos un anarquismo organizado para la lucha de clases. No cometamos el mismo error del anarquismo en la Revolución rusa de 1917, que fragmentado y desorganizado, fue superado fácilmente por el bolchevismo. Aún estamos a tiempo de ser otra vez movimiento social y fuerza política. Ahora más que nunca, ¡anarquismo social y organizado!

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1- Aquí y aquí

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