Per on començar?

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¿Por dónde empezar? Anarquismo e independencia

Aquí se puede encontrar la versión original en catalán. El artículo fue escrito antes de que CIU echara para atrás la consulta del 9N.

Puede que este sea el problema, que no hemos empezado. Que casi no ha habido una respuesta libertaria o esta ha sido la negación. Que hemos vivido de espaldas, no solo a este fenómeno, sino en general al día a día de la sociedad.

Da la sensación de que hemos estado más ocupados en discutirnos en quién es el autentico revolucionario (ya sea con otros anarquistas o con otras personas de otras ideologías) en debates endogámicos, creando una identidad que parece que está más ocupada en legitimarse como verdadera, que en trabajar para el cambio social. En líneas generales, no tenemos ninguna estrategia definida, y no tenemos ninguna capacidad comunicativa, de ir mas allá de nuestro mensaje e intentar conectar con el resto de gente no afín a nuestras maneras y lenguajes.

Otro punto sería que a menudo articulamos nuestro pensamiento en la constante negación. Con esto me refiero a que demasiadas veces nos centramos en la crítica y en el rechazo más que en la alternativa, causando una sensación de que este hecho a veces domina nuestra propaganda y nuestros escritos. Nuestros medios deberían estar llenos de propuestas para ir más allá de “estar en contra de”. ¿Tan atomizados estamos que solo podemos estar criticando esta sociedad sin poder ofrecer alternativas? Y desde esta perspectiva llegamos al contexto actual de Catalunya. Creo que no hemos sido capaces de ver posibilidades para extender nuestra praxis, en la línea de la negación que comentaba antes.

Esto se puede conectar con la actualidad. Encontramos dentro del cajón de sastre qué es el “independentismo” toda una serie de discursos y prácticas heterogéneas que incluso se enfrentan. Creo que ha sido un error analizar este como un movimiento dirigido por la burguesía y descuidar ciertos procesos que ahora mismo se están dando.

Una temptativa d’anàlisis

Ahora mismo tenemos que situar un movimiento heterogéneo que reclama poder votar el 9N, votando para qué modelo de Estado debería ser Catalunya. Continuar como ahora (No), un Estado federal (Si-No) o un Estado independiente (Sí-Sí) Esta consulta es vista como un derecho democrático y serviría como una legitimización para que las estructuras políticas trabajen en este sentido, aunque también hay voces que apuestan (a la vez) por un discurso más directo (1,2).

Ahora mismo el gobierno de CIU está pinzado. Estamos viendo dudas y cómo empiezan a vacilar delante del escenario político. Como partido burgués, tienen miedo a saltarse la legalidad, al mismo tiempo que crecen las tensiones internas. La historia moderna nos demuestra cómo la burguesía ha intentado ir de la mano del gobierno central para asegurarse los bolsillos. Mucha gente dice que ellos no son realmente independentistas, y creo que tienen razón. O al menos tienen claro sus prioridades por encima de cualquier bandera, quieren asegurarse el poder económico.

Pero en este sentido no podrán controlar el espacio parlamentario. Tienen miedo de ir mas allá en el llamado proceso, ya que ellos no quieren una confrontación real con el Estado central, situándose entre una posición donde perderían el espacio de diálogo con sus detractores, y un posible y relativo liderazgo del proceso entre la gente partidaria de la consulta. Si a este escenario le sumamos sus políticas neoliberales y represivas, el hundimiento de CIU continúa en la línea de las ultimas elecciones que ellos ya anticiparon. La condición del PP de abandonar la consulta para poder negociar no es una opción porque serían desbordados.

Si CIU convoca unas elecciones plebiscitarias como sustituto de la consulta perdería poder, mientras que tardar en hacerlo podría precipitar aún más su caída. Y este agujero lo llenaría ERC mayoritariamente. No conozco hasta qué punto de desobediencia (dentro de sus parámetros) Esquerra está dispuesta a asumir, pero seguramente el conflicto entre el movimiento ciudadano y el PP irán aumentando progresivamente en la rotunda negativa de negociar.

No tenemos que olvidar que en el próximo año 2015 entraran en juego las elecciones generales y las municipales, con la entrada de diferentes candidaturas municipalistas y el crecimiento de las CUP, una continuación del descenso del bipartidismo y la posible llegada de Podemos como tercera fuerza. En esta futura coyuntura, pueden pasar muchas cosas, pero seguramente la mayoría absoluta del PP se acabará.

También me gustaría comentar que una mayor fuerza del catalanismo seguramente generaría más movimiento reaccionario, y siendo el PP incapaz de parar éste, nos tenemos que preparar para el aumento del fascismo. Recordemos que también se están actualizando en el ámbito discursivo y práctico, intentando salir de su propia gueto.

El independentismo como un movimiento social

El independentismo, junto al 15M (y el post-15M electoralista), ha sido uno de los movimientos de masas de los últimos años que más personas han movilizado. De la misma manera, en el interior de estos tienen en común que conviven muchas perspectivas políticas diferentes. Pero un elemento central es su perspectiva ciudadanista, cada movimiento con sus particularidades. Resaltaría, como características generales, los siguientes aspectos:

—Transversalismo: Puede que a escala discursiva no tan marcado en el movimiento de las plazas (Somos los de abajo contra los de arriba, contra la casta, etc.) Pero de todas maneras, por pura estadística, el grueso tiene que ser de clase trabajadora o de clase mediana (como dice Delgado, 3). Pero otra cosa es quien dirige.

—Pacifismo: Ambos son movimientos pacifistas. Pienso que para romper con el capitalismo, tarde o temprano se tiene que llegar a un conflicto violento por la (no tan) vieja cuestión llamada “guerra de clases”. Romper con España, como he comentado antes, también significa una reacción (fascista), y creo que ésta se dividirá difícilmente por la vía democrática. No está de más recordarlo.

—Socialdemocracia: Más o menos radical dependiendo de qué sectores. Se exige una profundización de la “democracia” ya sea para conseguir una nueva ley electoral, listas abiertas o una consulta. Por un lado se exige una gestión pública de los servicios frente al neoliberalismo, sin cuestionar de raíz el capitalismo y proponer las colectivizaciones de los medios de producción.

El peligro de todo esto es su integración en aparatos estatales, que reproduzcan las desigualdades en el ámbito económico y en el de la toma de decisiones. Es la cultura del falso diálogo, ya que no se puede negociar con quien tiene más poder porque no estará nunca dispuesto a cederlo. Se prima la manifestación simbólica en contraposición a la capacidad real y material de boicotear al dominador y dar un golpe sobre la mesa en condiciones menos desiguales.

¿Pero esto no es el alma del reformismo, y los anarquistas estamos en contra de esto? Si, y no. En vez de criticar eso que no nos gusta y darle las espaldas, critiquémoslo de manera pedagógica y trabajemos para la superación de esta concepción, ya que muchas veces podemos llegar a pensar de manera parecida, pero no utilizamos los mismos términos, aportando una perspectiva revolucionaria. Construyendo un movimiento con consciencia de clase, no es fácil gracias a la hegemonía cultural hiperindividualista a la que estamos sometidos. Con el transcurso del tiempo es posible que los posicionamientos se vayan haciendo más nítidos, ya que en el ámbito político los burgueses intentaran pactar y la crisis y los recortes irán continuando, con la posibilidad de ofrecer escenarios para radicalizar un movimiento de clase.

En mi opinión, para superar la socialdemocracia, hay dos vías: tenemos que construir estructuras propias de los oprimidos. Ya sean asambleas populares municipales (con una estructura de democracia directa bien definida, para evitar la dictadura de la informalidad y también las burocracias), sindicatos de clase, cooperativas, grupos feministas, casales, ateneos, espacios de ocio alternativo, ocupaciones en masa de casas… No dejan de ser propuestas que ya se están dando con mayor o menor éxito, pero enredadas en un proyecto común (que no homogéneo). Así quizás podremos construir una autonomía para combatir su dominio. Por otro lado, no tenemos que olvidar de defender aquello que se paga con nuestros impuestos y que no nos dejan gestionar: los servicios públicos. Obviamente, están diseñados dentro de una lógica de reproducción capitalista, pero la cuestión es caminar hacia la colectivización de éstos y no dejarlos en manos de neoliberales (4,5,6)

Si a las revolucionarias (en general) no donamos un contenido de transformación radical a largo plazo (porque hoy la revolución es impensable), a las perspectivas “reformistas” que tanto a veces nos gusta criticar, difícilmente estas irán más allá. Puede ser que no sea tan agradable o radical pedir que las trabajadoras necesiten 10 minutos más para descansar, pero si no tenemos capacidad de cambiar nuestro día a día inmediato, no creo que podamos hacerlo a gran escala. Y con esta visión juntamente con otras propuestas que quizás sí podamos plantearlas, podremos ir colando sueños de superar manifestaciones y peticiones a los políticos de turno. Quizás un día seamos capaces de tomar y hacer, en vez de pedir y esperar.

Una raya para recordar

Vemos que todo el mundo está moviendo ficha. ¿Y los anarquistas? Como muchos sabéis, el 11 de setiembre hubo un acción que intentaba unir la V con la raya, para convertirla en una A. La acción suscitó tanto elogios como criticas (7), pero sobretodo (al menos para mí, y seguramente para muchas otras personas) puso en la meso un debate, y con eso la agradezco. Y coincidiendo con el análisis que hace la compañera en el enlace anterior, hace falta capacidad de análisis, estrategia, y de generación de propuestas. Con todo eso no digo que sea fácil, pero si alguna cosa es cierta es que llegamos tarde.

Pero eso sería hacer asunciones a una pregunta. ¿Como anarquistas tenemos o podemos aportar alguna cosa en todo esto? ¿El nacionalismo no era sinónimo de fascismo?

Yo opino que sí, que podemos aportar una perspectiva libertaria con un objetivo emancipador. No se trata de reescribir nuestro pasado y subirnos a su carro y decir que hemos sido independentistas toda la vida, sino que la gente que está subida en un movimiento determinado mire hacia otras vías.

Si la palabra democracia es un constante término en disputa para legitimar las diferencias acciones de los diferentes actores políticos, lo mismo pasa con la independencia. Porque no es la misma independencia la que quieren CIU o las CUP. Nosotros podemos plantear la nuestra propia, nuestra propia vía, la libertaria.

De hecho, todo este escenario tiene un poco de componente libertario. No, ahora no quiero calzarlo todo y decir que todos son anarquistas, sino que simplemente hay una serie de gente que cree que su voluntad tiene que ser expresada y materializada, a la vez que se está planteando la desobediencia. La segunda parte quizás no nos gusta tanto, ya que se quiere legitimar unas estructuras representativas y estatales. Pero quizás sería hacer un poco de pedagogía en vez de girar la espalda.

Algunas aclaraciones e interrogantes

No entiendo si el anarquismo es tradicionalmente federalista, porque se supone un ámbito ibérico de manera predeterminada en las proyecciones organizativas incluso hasta cuando no hay grupos dentro de Portugal de las diferentes organizaciones que se reclaman como ‘iberistas’. (¿Alguien ha preguntado a los portugueses?) ¿No es otra forma de nacionalismo encubierto? (que encima se utiliza para criticar a otro). Yo no parto de territorios estancos y definidos, así que en un contexto donde un sector importante de la población pone esta cuestión sobre la mesa, algo tiene que hacerse. No sé si mediante una votación que ganase por un determinado porcentaje de votos seria el mecanismo para hacer efectivo el federalismo, pero lo cierto es que hemos de buscar uno. Y si después Tarragona se quiere independizar y Vall d’Aran se quiere unir a Colombia, adelante.

Respecto a la dimensión cultural, estoy en contra de cualquier organización (Estado o no) esencialista. Dentro de un territorio, las diferentes culturas tienen que tener cabida, en un marco de respeto y de no dominación. Por otro lado, podemos observar que dentro de cualquier movimiento nacionalista exige un modelo cultural concreto: ahora mismo se está vendiendo la catalanidad como una cultura pacifica, de consenso e integradora. No hace falta que me extienda a hablar de CIEs, clases sociales, mossos d’esquadra…

En ese sentido soy partidario de un movimiento multicultural, de clase. Ahora que se está hablando de la dicotomía “español vs catalán” podríamos ponernos a ver que la dominación puede que se acentúe más en otra banda “blanco vs inmigrante” (Todos sabemos que los europeos y occidentales que vienen de fuera no son llamados inmigrantes). En ese sentido, hace falta trabajar en que el problema no es la gente que se siente española, sino el Estado español, de la misma manera que también lo sería un eventual Estado catalán.

– Para el carro, lo que la gente está pidiendo, ¿no es un Estado propio?-

Una tentativa de discurso y posicionamiento

Pues sí. Entonces las y los anarquistas no deberíamos de pintar nada. A menos que seamos hábiles.

Se puede ver que se pide un Estado propio, pero también una descentralización y que la voluntad popular sea ejercida a través de una votación. Podemos recordar que los Estados son enemigos de estos factores y que hemos de construir nuestras propias instituciones. Se puede ver como una batalla entre españoles y catalanes, pero tenemos que recordar que los mismos problemas que sufren los habitantes de Cataluña, son los mismos que los que sufren al resto del Estado. Se puede ver como un movimiento dirigido por burgueses. Hasta que un día pueda quizás se plantea una huelga general recordando que no queremos amos de ningún tipo…

Ahora mismo es un momento de conflicto que no deberíamos desaprovechar. Debatámoslo, posicionémonos y avancemos hacia la construcción de herramientas liberadoras. Porque recordemos, que se está planteando desobediencia a la búsqueda de la libertad. Tenemos que ser críticos con todo esto y explicar lo que las y los anarquistas entendemos por libertad, nunca en clave evangelista y mirando por encima de las espaldas. Quizás así nos demos cuenta de que tenemos más en común de lo que pensamos, porque sin lo común, no hay comunidad, no hay anarquía.

Y por si no queda claro, ningún pacto con la burguesía.

Víctor A

7 de Octubre de 2014.

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