Por la destrucción de las prisiones

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Nuestra “querida” Real Academia Española define “prisión” de la siguiente manera:

prisión.
(Del lat. prehensĭo, -ōnis).

1. f. Acción de prender (‖ asir).
2. f. Cárcel o sitio donde se encierra y asegura a los presos.
3. f. Presa que hace el halcón de cetrería, volando a poca altura.
4. f. Atadura con que están presas las aves de caza.
5. f. Cosa que ata o detiene físicamente.
6. f. Aquello que une estrechamente las voluntades y afectos.
7. f. Der. Pena de privación de libertad, inferior a la reclusión y superior a la de arresto.
8. f. ant. Toma u ocupación de algo.
9. f. pl. Grillos, cadenas y otros instrumentos con que en las cárceles se asegura a los delincuentes.

Pero prisión es una palabra que da para mucho más, sobre todo si empezamos a mirar la realidad en la que vivimos con otros ojos. Prisión es el supermercado de tu barrio, que esclaviza tanto a trabajadores (mediante jornadas delirantes y trabajos mecánicos) como a consumidores (mediante mil anuncios y colores que bombardean tu cerebro constantemente). Prisión es el colegio al que asistes (o asististe)  y donde te meten en la cabeza ideas como competitividad, trabajo duro, esfuerzo, sumisión, respeto al orden existente… Prisión es la oficina en la que te dejas la salud, y la mayor parte de tu vida, para ganar un mísero sueldo al mes mientras tus jefes se aprovechan de los frutos de tu trabajo. Prisión es la urna de las elecciones a las que concurres como participante pasive para depositar una papeleta que nada cambiará. Prisión es también la televisión que te “informa” de lo que pasa en el mundo desde una óptica sesgada y siempre a favor del poder existente.  Prisión son los millones de despertadores que se sincronizan a horas muy tempranas para levantar a millones de trabajadores al grito de “¡trabaja o muere!”. Prisión son las corbatas, los trajes, los tacones, y los productos cosméticos que te venden para estar siempre “presentable.” Prisión es la familia opresiva que con ideas protectoras corta la imaginación de les niñes. Prisión son las relaciones amorosas basadas en los celos y la dominación. Prisión es la amistad sin solidaridad. Prisión es Facebook y sus amistades virtuales despojadas de olores y caricias. Prisión es la estúpida dieta que comes para alcanzar ese canon de belleza tan deseado. Prisión son las revistas del corazón que te entretienen con las miserias (no tan míseras) de la gente rica. Prisión es la programación basura de los “reality shows.” Pero prisión son también les compañeres que te juzgan por no seguir la teoría de moda. O prisión es el espacio “revolucionario” que no deja expresar tu individualidad por no cumplir con lo que la mayoría piensa y hace. Prisión son las ideas que se imponen como verdades absolutas sin plantearse sus propios fundamentos. Prisión es la cultura de masas. Prisión son las masas. Prisión eres tú si no rompes con todo lo que te aprisiona, empezando por ti misme. Prisión eres tú si no haces nada por liberar al resto de personas presas.

La vida, hoy por hoy, es una gran prisión. Y como toda prisión, ésta también tiene sus carceleres. ¿Qué haremos con les carceleres?

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