¿Y si la República hubiera ganado la guerra? (II)

Por Nemo
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En la primera parte analizamos que hubiera ocurrido si la victoria del bando republicano hubiera ocurrido en las primeras fases de la guerra, concluyendo que, con un bando sublevado que aún no se hubiera estructurado y recibido la ayuda del fascismo internacional, un Estado republicano débil y un PCE todavía poco influyente la balanza se habría decantado a favor de las fuerzas revolucionarias, encabezadas por el anarcosindicato CNT.

Como dije en el anterior artículo, los resultados podrían haber variado enormente de acuerdo a en que fecha hubiese ganado la república. Examinaremos ahora que hubiera podido ocurrir si la victoria se hubiera producido algo después, en 1937. Advierto, como en el anterior artículo que todo lo que aquí se diga, aunque producto de un análisis histórico, es pura especulación.

2. Victoria en el 37: un equilibrio inestable.

Supongamos que la victoria de los republicanos se hubiera producido en una etapa más avanzada del conflicto militar. En 1937 el bando sublevado se ha estabilizado políticamente, otorgando el completo mando militar a Franco. Ha ejercido una efectiva represión en su retaguardia y ha recibido la inestimable ayuda de Alemania (la mayor parte de la Legión Condor llega en noviembre de 1936) y de Italia (el CTV lo hace en diciembre del mismo año).

Sin embargo, los sublevados aún no se han impuesto. El frente se encuentra estabilizado en una guerra de posiciones que en ciertos lugares recuerda a las inamovibles trincheras de la primera guerra mundial (caso del Frente de Aragón, donde ni se avanza ni se retrocede). La República ha obtenido importantes victorias en la defensa de Madrid y la batalla de Guadalajara y se ha logrado, mientras los milicianos aguantaban en primera línea, organizar las primeras brigadas mixtas del Ejército Popular. En su mayor parte localizadas en el centro y con mandos salidos del PCE, que a mediados de este año alcanza los 250.000 afiliados.

En tal situación, el Estado republicano ha recuperado buena parte de su fuerza, estancándose los avances de los revolucionarios e impulsándose la progresiva militarización de las milicias antifascistas. Existe pues un equilibrio entre los dos bandos de la guerra: mientras Franco ha conseguido ayuda exterior y meter en cintura a su bando, la República atesora muchas victorias militares.

¿Qué habría permitido, en esta situación, que se rompiera el equilibrio a favor del bando republicano? Juega un papel fundamental aquí la ayuda internacional. La República tan solo había recibido ayuda de la URSS (a parte de su papel en la organización de las brigadas internacionales, vendió armas a la república, a un precio bastante alto, por cierto) y de México (una ayuda bastante testimonial). Inglaterra y Francia llevaban a cabo una política de apaciguamiento, dejando abandonada a la República española para evitar disgustar a una Alemania de Hitler cada vez mejor armada. ¿Y si no hubiera sido así? Es difícil que Inglaterra hubiera movido un dedo, pero Francia estaba entonces gobernada por un Frente Popular, una coalición de partidos de izquierdas similar a la que se daba en España. Era intención de León Blum, primer ministro de Francia durante el gobierno del Frente Popular, enviar ayuda militar a la República española, en forma de aviones y armamento. Esta ayuda se vio muy limitada por el consejo de ministros, contrario a enviarla. Tan solo un puñado de aviones fueron enviados y el material de guerra que fue vendido a la República eran, en su mayor parte, excedentes de la Gran Guerra. Si Blum hubiera logrado imponerse y se hubiera enviado ayuda efectiva a la República en 1937 el equilibrio entre los dos bandos podría haberse roto.

Existían, además de la escasa ayuda internacional, otros dos factores que impedían la victoria de los republicanos. Uno de ellos era la falta de iniciativa de los altos oficiales de la República. Estos altos mandos, comprometidos con la República burguesa pero poco motivados a la hora de colaborar con anarcosindicalistas o comunistas, se mostraban generalmente poco impetuosos en el avance (tan solo una ciudad, Teruel, fue tomada por la República en toda la contienda, a pesar de que su ejército se mostró muy  hábil en acciones defensivas) y poco fiables, llegando al punto de ser agentes fascistas en algunos casos. Este es el caso de la ofensiva de Huesca, que se vió frustrada por la alerta dada por un oficial republicano, provocando un enorme número de bajas. La CNT, o mejor dicho, los sectores de la CNT que aceptaban el Ejército Popular, se mostraron muy críticos con este aspecto, demandando que los oficiales fueran sometidos a revisión de la tropa y a control obrero. Con una efectiva purga de los mandos del Ejército Popular, es del todo probable que éste se hubiera mostrado más efectivo en su avance.

El segundo factor es la división del bando republicano. Esta división, producto de la lucha política entre un gobierno cada vez más controlado por el PCE y el sector filocomunista del PSOE y los revolucionarios (CNT-FAI y POUM), tuvo como consecuencias, más allá de los enfrentamientos en mayo de 1937, la paralización del Frente de Aragón. Al mantener a las milicias catalanas y aragonesas en un pésimo estado logístico, mal armadas y peor abastecidas, el gobierno republicano impidió cualquier avance en ese frente. Para cuando quiso hacerlo, enviando refuerzos desde Madrid, ya era demasiado tarde y no se lograron grandes avances. Si las tensiones políticas del bando republicano hubiesen sido menores (quizás con un gobierno de concentración que no excluyese a los sindicatos y con una más prematura integración de las milicias confederales en el Ejército Popular), ese frente habría gozado de un mejor abastecimiento, siendo posible el avance y la unión con el frente norte antes de que este cayera. Por desgracia, el gobierno republicano no supo ver la importancia estratégica de unir los frentes, prefiriendo mantener sus esfuerzos en Madrid, poco valiosa estratégicamente, pero con un gran valor moral.

Con la confluencia de estos factores: la distensión política, la depuración del Ejército Popular y la ayuda de Francia, la República hubiera podido, con toda seguridad, ganar la guerra a finales de 1937. ¿Cuál habría sido el resultado de esta victoria?

Como me he referido en el título: el equilibrio inestable. Es difícil de adivinar, pero yo considero como posibles tres posibilidades. Los sindicatos tenían todavía un gran peso, así como los sectores del PSOE poco amistosos con el PCE (¿Qué decir de Izquierda Republicana?), habría sido posible, pues, la formación de una especie de República sindical. La propia CNT se muestra favorable a esta clase de régimen, en su proyecto de Estatuto de Autonomía de Valencia de 1937, donde propone la inclusión de los sindicatos en el gobierno, a fin de asegurar el control obrero y los logros de la socialización. De este modo, una República de izquierdas con gran influencia sindical habría logrado asegurar la paz social tras la guerra, al menos durante algún tiempo. La reforma agraria y la socialización se producirían, dentro de un marco de legalidad, pero bajo fuerte presión de los sindicatos.

Otra posibilidad es que las tensiones habidas entre la CNT y el PCE afloraran tras la guerra. El Pravda anunciaba en 1936 que sería necesaria la “limpieza de elementos trotskistas y anarcosindicalistas con la misma energía que en la URSS”. Atendiendo a la ilegalización y persecución del POUM, es evidente que tal afirmación no se quedaba en una mera intención. Podría pues, acabada la guerra, haber estallado una segunda guerra civil entre los elementos revolucionarios (estancados, pero aún muy presentes) y una alianza entre la izquierda burguesa y el PCE. Tal cosa, en momentos en los que se realizaría la represión contra los franquistas, produciría un elevado coste de vidas y agravaría la destrucción provocada por la guerra. El gobierno que saliera de tal situación es difícil de decir, pero probablemente fuera una República popular con la participación del PCE y la izquierda burguesa y un Estado fuerte, un solo sindicato y un sistema penitenciario saturado debido al aumento de la represión.

Otra posibilidad, aunque creo que es la menos probable, es la restauración de la República burguesa. Con la ayuda internacional, la República habría tenido que hacer esfuerzos por moderar su política, reprimiendo los radicalismos, despolitizando al ejército y promoviendo una alianza entre Izquierda Republicana, los sectores no filocomunistas del PSOE y la UGT. De la guerra saldría un gobierno autoritario de izquierdas, pero más cercano al republicanismo burgués, con la propiedad privada garantizada.

¿Y después? Creo que llegados a este punto la guerra europea se desataría más rápido aún si cabe. ¿Habría podido evitar una alianza entre las repúblicas españolas y francesas la invasión Nazi? ¿Habría terminado por colapsar la República, caso de no suceder una segunda guerra civil inmediatamente después de la primera? Es posible que en este caso la política exterior de la Unión Soviética se altersase, siendo mucho más favorable en enviar ayuda para evitar un ataque fascista sobre una República más moderada. De igual modo, habría sido posible que las democracias liberales no se hubieran mostrado hostiles a ésta. Dejo a los lectores que lo deseen contestar a estas cuestiones antes de entrar en la tercera parte del artículo y en las conclusiones.

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