El indulto que nunca llegó

El Comité de Solidaridad con los Presos del MIL trataron de salvar la vida a Puig Antich durante 6 meses

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Casi siempre que se habla de Salvador Puig Antich es durante el mes de marzo, el mes en que lo asesinaron. Por eso quería aprovechar el mayo, el mes que nació, para conmemorar su vida en vez de su muerte. De hecho, en este artículo se explicará qué ocurrió durante los seis meses que estuvo encarcelado y las acciones que llevaron a cabo algunas personas para intentar salvarle la vida. Estas personas eran jóvenes revolucionarios que formaban parte de un grupo autónomo de Barcelona. Ellos y el MIL se conocían y habían realizado dos expropiaciones juntos. Estos jóvenes crearon el Comité de Solidaridad con los Presos del MIL el 30 de septiembre de 1973, solo cinco días después de la detención de Puig Antich y Xavier Garriga. El comité quería dar a conocer el MIL a toda Europa y conseguir el indulto para Puig Antich, una vez se supo que el fiscal pedía dos penas de muerte.

Ahora, la editorial Descontrol ha publicado el libro Segon homenatge a Catalunya, un combat de l’autonomia obrera (Segundo homenaje a Cataluña, un combate de la autonomia obrera), donde se cuenta la historia de este grupo autónomo (1972–1988) y se dedica un capítulo muy exhaustivo a todas las acciones que llevó a cabo el Comité de Solidaridad. Este grupo lo formaban jóvenes que se oponían al régimen y al capitalismo, pero también rechazaban los partidos políticos, las siglas, los sindicatos y los dogmas. Estaban decididos a romper el sistema y querían una sociedad más libre, igualitaria y social.

En los primeros días tras la detención de los miembros del MIL, el grupo autónomo pensó en un plan de fuga para Puig Antich, que estaba acusado de la muerte de un policía y, sabían, que tendría una pena muy dura. Debido a los disparos que recibió estuvo ingresado una semana en el Hospital Clínic. Durante ese tiempo fueron al hospital para ver si era viable sacarlo de allí. Comprobaron las vías de salida y la cantidad de gente (personal médico, familiares) y policías que había por todo el edificio y concretamente cerca de la habitación donde estaba. Tras pensarlo, concluyeron que había muchas variables que podían salir mal y decidieron abortar la acción. Les parecía demasiado peligrosa.

Meses después idearon otro plan de fuga. Querían hacerlo durante el traslado de Puig Antich el día del juicio, el 8 de enero de 1974. Pensaron en interceptar la furgoneta, detenerla en la avenida del Paralelo, y liberar al compañero. En este caso, a través del abogado, preguntaron a Puig Antich si estaba de acuerdo y él dijo que no. Consideraba la acción demasiado arriesgada. Por ese motivo tampoco se llevó a cabo.

Pero hubo muchas más acciones que sí se realizaron. Una de las primeras fue crear el Dossier MIL. Constaba de un puñado de hojas con una introducción sobre la detención de los miembros del MIL y una breve biografía de ellos. También reproducían textos políticos escritos por el MIL. Con este dossier querían dejar claro que el MIL no era un grupo de delincuentes o terroristas (como decía la prensa y la justicia), sino que todas las acciones que habían realizado tenían un carácter político. Hicieron cientos de copias de este dossier y lo distribuyeron por Barcelona, Cataluña, España, Europa y el mundo, porque los miembros del grupo autónomo lo repartieron por todas partes, también a otros comités de solidaridad que surgieron en muchas ciudades de Francia, Bélgica, Italia, Suiza e incluso México, Argentina… También hicieron muchos viajes a París con el abogado de Puig Antich y con el de Oriol Solé, también del MIL, para explicar cómo estaban preparando los juicios. Con todo este esfuerzo titánico (no se puede olvidar que se hacía desde la clandestinidad) lo que se pretendía era conseguir apoyo internacional para presionar al máximo al régimen franquista y lograr el indulto.

Pero el Comité de Solidaridad sabía que para ayudar a Puig Antich tenían que ir a por todas y por eso utilizaron todos los medios de los que disponían. Sobre todo después del consejo de guerra y cuando se supo que la condena era de dos penas de muerte. Decidieron radicalizar las acciones y utilizar los explosivos que habían expropiado de una cantera. Querían hacer acciones conjuntas con los comités europeos para que la prensa internacional se hiciera eco. Y hubo decenas. El día 11 de enero es un claro ejemplo de esta coordinación. Mientras en ciudades europeas como Zúrich y Turín explotaban artefactos frente al consulado español y en Bruselas un grupo de personas ocupaba las oficinas de Iberia, en Barcelona el Comité de Solidaridad colocó explosivos en entidades bancarias en la avenida Gaudí. También ese mismo día 11, una hora más tarde, atacaron el monumento a los caídos de la Diagonal. La intención era volar por los aires ese símbolo franquista y por eso llevaron dos bidones llenos de nagolita. Bajo el monumento había una puerta de hierro que tenían que abrir con una palanca, pero alguien se la dejó. Por tanto, optaron por colocar los bidones al lado de la puerta. Con la explosión lograron romper los cristales de las facultades de Química y Física que estaban en la Diagonal, pero el monumento no sufrió daños.

A pesar de todas las acciones y esfuerzos, el día 1 de marzo de 1974 el Consejo de Ministros confirmó las dos penas de muerte para Puig Antich y al día siguiente lo ejecutaron. Los miembros del grupo autónomo estaban abatidos, frustrados y sentían mucha rabia. Por eso, la madrugada del 4 de marzo sabotearon una torre de conducción eléctrica de FECSA, lo que provocó que varios barrios de la ciudad quedaran sin electricidad durante más de 10 horas.

El 3 de abril el Comité de Solidaridad se disolvió, aunque el grupo autónomo siguió realizando acciones de solidaridad por los otros miembros del MIL que continuaban encarcelados. También continuó con su propia lucha. Querían lograr una transformación social y lo intentaron hasta el año 1988. Todo lo que hicieron y los motivos por lo que lo hicieron están recogidos en el libro Segundo homenaje a Cataluña. Gracias a este volumen, por fin se da voz a los protagonistas y explican sin tapujos sus experiencias. Es un homenaje a todos aquellos que lucharon por un mundo mejor.

Astrid Solé Jordà

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