
El corazón de la bestia cruje desde su interior porque las consecuencias del imperialismo estadounidense resuenan también como tambores de guerra en su propia casa. No es gringo al estilo Jebediah Springfield todo lo que reluce, la clase trabajadora y migrante de Estados Unidos también se organiza y se pone en pie con puños decididos a luchar. Sería injusto achacar toda la política racista estadounidense a la figura de Donald Trump, el entramado político e ideológico de los Estados Unidos va mucho más allá de un simple tirano que recibe todos los dardos sin que se atienda a toda su estructura.
Las fuerzas estadounidenses han estado reprimiendo en su propio territorio, Los Angeles, California, las protestas de este fin de semana contra las redadas migratorias del gobierno de los Estados Unidos, dirigido por Donald Trump. Al tercer día de fuertes movilizaciones y enfrentamientos con las fuerzas policiales, la Casa Blanca movilizó incluso a la Guardia Nacional. Todo el centro de la ciudad californiana amaneció la jornada del domingo con estos soldados respaldando a agentes del ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) para resguardar el Centro de Detención Metropolitano, epicentro de las protestas durante el fin de semana.
Los agentes policiales del ICE son específicamente formados para realizar hasta tres mil detenciones diarias en los Estados Unidos. Esas unidades enviadas para hacer controles y redadas masivas de migrantes en las calles de Los Angeles, fueron respondidos por movilizaciones masivas de la población más consciente y organizada, los movimientos sociales y colectivos políticos antirracistas. Tanto en la ciudad angelina como en localidades de su área metropolitana ha habido bloqueos de carreteras y enfrentamientos con las fuerzas represivas policiales.
Se han producido decenas de detenciones de activistas en estas movilizaciones, precedidas de la detención de al menos 44 personas migrantes desde la semana pasada por el ICE, lo cual prendió la mecha el viernes para un fin de semana de manifestaciones contra estas políticas del racismo yanki. Se hicieron notar banderas de países de América como México, Guatemala o El Salvador, e incluso enseñas de Palestina, lo cual indica el componente diverso de aquellas personas que combativamente plantan cara al imperialismo estadounidense dentro de sus propias fronteras. El despliegue con escudos, armas no letales, pero también armas de fuego reales en el centro de Los Angeles ha dejado imágenes de disturbios urbanos todo el fin de semana.
Por ese motivo, los manifestantes han tenido que acudir a las protestas también con protecciones personales, máscaras antigás y escudos caseros para evitar las balas de goma disparadas por la policía angelina. El gobernador de California, el liberal progresista Gavin Newsom, llamaba a la calma y protesta pacífica argumentando de no provocar una escalada de violencia y no entrar en las provocaciones de Donald Trump. Fue el Departamento de Policía de Los Angeles quien reprimió duramente las protestas, y finalmente la Guardia Nacional enviada desde Washington tan solo actuó de imponente testigo en la retaguardia. Significa que fue la alcaldesa demócrata Karen Bass, quien permitió actuar contra los manifestantes a la policía angelina. El Partido Democráta de los EE. UU. representa siempre la otra cara de la misma moneda racista e imperialista, por lo que, la estrategia de su gobernador, la alcaldesa y su partido, es siempre la desactivación de cualquier escalada de las luchas populares.
La solidaridad se vertía sobre las calles y también desde el interior del centro de detención de migrantes, desde donde salía un estruendoso ruido de objetos metálicos contra los barrotes, y gritos en señal de apoyo a las movilizaciones que se estaban dando afuera. Mucha de la población estadounidense en el entorno de Los Angeles es de origen latino, han tomado conciencia y están saliendo a las calles como sus padres no pudieron hacerlo, y como otras muchas personas irregulares y vulnerabilizadas por el racismo estadounidense tampoco pueden hacerlo aún.
Sin embargo, la costa oeste de los Estados Unidos siempre ha sido foco de mucha movilización social de izquierda, y por ello no podríamos olvidar la memoria de la revuelta de Los Ángeles en 1992, cuando a finales del mes de abril estallaban disturbios en el condado tras la absolución de cuatro policías acusados y verificadas las pruebas de haberle dado una paliza a un taxista afroamericano llamado Rodney King. Esa memoria que siempre queremos desempolvar para analizar y que nos inspire en las estrategias de lucha en nuestro presente.
Estaremos muy atentos a los acontecimientos que se dan en los Estados Unidos y a las movilizaciones de su clase dominada, porque la revolución debe ser global y requiere la unión en la construcción de un poder popular de clase. Tal y como afirman las compañeras de Black Rose, nuestra federación hermana en los Estados Unidos: «Expulsar al ICE requerirá acción, mantenerlos fuera requerirá organización».
Ángel Malatesta, militante de Liza.
