¿Qué fue Bring the Ruckus?

Por Colaboraciones
33 min. de lectura

Bring The Ruckus (BTR) fue una organización anarquista de la primera década del siglo XXI (2001-2012) situada en Estados Unidos. Se autodenominaban una organización de cuadros que participaban en luchas de masas para construir poder dual. Estas son ideas similares a las que planteamos des de las posiciones plataformistas y especifistas, pero llegaron a estas de forma independiente, sin situarse dentro de esta tradición. Convivieron con la Northeastern Federation of Anarcho-Communists (NEFAC), de corte plataformista y participaron en debates con esta corriente.

Bring The Ruckus tuvieron un marcado enfoque antirracista, defendiendo como prioridad organizativa la destrucción de la supremacía blanca en su nación. Participaron en luchas antirracistas y antifascistas desde lo que nosotras llamaríamos inserción social, buscando desarrollar estrategias globales desde la militancia y el contexto de cada “grupo de cuadros”, para generar poder dual. La propuesta de esta práctica organizativa desde fuera de la tradición plataformista/especifista señala que este tipo de enfoques prácticos no surgen de interpretaciones erróneas o el voluntarismo de un puñado de militantes, sino de una tendencia global del anarquismo organizado a dejar atrás métodos organizativos informales e ineficaces.

Presentamos la traducción de dos documentos suyos: Bring The Ruckus, texto de su propuesta organizativa, y ¿Qué es una organización de cuadros?, documento interno suyo que define, como su nombre indica, el concepto de organización de cuadros.

Bring the Ruckus

Por el Colectivo Ruckus, Phoenix, 2001

En los últimos años ha ido creciendo el debate entre los revolucionarios sobre la necesidad de una organización revolucionaria antiautoritaria nacional o continental. Esta discusión ha surgido en varios contextos, incluyendo la muerte de la Federación Anarquista Revolucionaria Love and Rage, las protestas antiglobalización que empezaron en Seattle en 1999, y por las críticas a la blancura de la izquierda americana hechas principalmente por revolucionarios de color. Los acontecimientos mundiales y nacionales también parecen justificar este debate: la globalización, la persistencia del orden racial estadounidense y la bancarrota de los movimientos reformistas de izquierda, derecha y centro. Sin embargo, aunque se habla mucho de la necesidad de una nueva organización, los pasos para construirla han sido torpes. Gran parte de las conversaciones se limitan a reciclar el debate sobre la violencia y la estructura organizativa, mientras que otros debates, como el de la estrategia, se han pasado por alto en gran medida.

Este documento se ha escrito con la intención de fomentar el debate sobre una nueva organización revolucionaria. El colectivo Ruckus (sin relación con la Ruckus Society) se formó en Phoenix, Arizona, en 1997 para debatir la política revolucionaria a nivel local y nacional y desarrollar una praxis revolucionaria. Nuestra principal contribución a nivel local ha sido la creación de Phoenix Copwatch1, que patrulla las calles desde principios de 1999. Hace varios meses empezamos a hablar de la necesidad de una organización revolucionaria nacional o continental. Esto nos llevó a embarcarnos en un programa de estudio con el objetivo de crear una propuesta para una federación revolucionaria nacional o continental basada en la afiliación. Durante este tiempo hemos estudiado una serie de grupos revolucionarios del pasado, centrándonos especialmente en su política, programa, estructura y estrategia.

Los principios esbozados a continuación expresan las conclusiones a las que hemos llegado hasta ahora en nuestro estudio. No se trata en absoluto de un manifiesto completo ni de una declaración política. Es simplemente un esbozo de los principios que creemos que debe adoptar una nueva organización revolucionaria. Esperamos que este documento no sólo contribuya al debate sobre la estructura y la política de una nueva organización, sino que ayude a impulsar el desarrollo de un grupo de este tipo.

Ni la vanguardia ni la red

Una organización revolucionaria para el siglo XXI necesita forjar un camino entre el partido de vanguardia leninista propuesto por los partidos marxistas tradicionales y el modelo fluido de “red” de organización favorecido por muchos anarquistas y activistas de hoy. El propósito de una organización revolucionaria es actuar como un grupo de cuadros que desarrolle políticas y estrategias que contribuyan a los movimientos de masas hacia una sociedad libre.

No es un grupo de vanguardia. No trata de controlar ninguna organización o movimiento, ni pretende ser el sector más avanzado de una lucha y, por tanto, tener derecho a actuar en interés de las masas. Por el contrario, asume que las masas son típicamente la sección más avanzada de una lucha y que el cuadro se esfuerza permanentemente por aprender de las masas e identificarse con ellas. Simultáneamente, una organización de cuadros no niega su rol de liderazgo en movimientos más amplios, ni asume que ese liderazgo sea intrínsecamente autoritario. Una organización de cuadros no pretende controlar ninguna organización o movimiento, sino ayudar a dirigirlo proporcionándole una perspectiva radical y miembros comprometidos dedicados a desarrollar su potencial revolucionario autónomo. Un grupo de cuadros debe debatir aquellas políticas y estrategias que mejor imaginen y conduzcan a una sociedad libre y, a continuación, luchar por promulgarlas en organizaciones y movimientos orientados a las masas.

Un grupo de cuadros no es una organización paraguas. No participa en todo tipo de activismo social progresista. En su lugar, un grupo de cuadros busca, ayuda, a desarrollar y apoya aquellas formas de agitación que socavan el dominio de la sociedad establecida, y de alguna manera prefiguran la nueva sociedad. En otras palabras, la organización no apoyaría activamente cualquier tipo de activismo, sino sólo aquellas luchas que encierran el potencial de construir un poder dual. Imaginamos que una organización revolucionaria de este tipo sería para los movimientos contemporáneos lo que la FAI fue para la CNT en España o la Primera Internacional fue para los movimientos obreros europeos: una organización de afiliados de personas con ideas afines comprometidas con el desarrollo y el fomento de las tendencias revolucionarias autónomas de nuestra sociedad actual.

Una estructura democrática

En la organización propuesta, todo el poder y la autoridad deben ser transparentes, responsables, distribuidos democráticamente y eficaces. Creemos que la estructura de la nueva organización debe basarse en los siguientes principios:

1. Democracia directa. Todos los miembros deben tener la misma voz en los asuntos que afectan a la organización. A diferencia del centralismo democrático, esto incluiría el derecho a expresar libremente desacuerdos con las decisiones tomadas por la mayoría. Este tipo de democracia no significa que una facción minoritaria pueda desbaratar las decisiones de la mayoría, lo que suele ocurrir en estructuras de red poco rígidas (es decir, procesos de consenso).

2. Afiliación. La organización debe ser una organización de miembros. Sólo los miembros deben tomar decisiones y actuar en nombre de la organización. La organización debe estar controlada únicamente por aquellos que se comprometan con ella. Deben establecerse claramente los criterios de afiliación, junto con los criterios para suspender o expulsar a los miembros que violen los principios de la organización. Los criterios de afiliación deben incluir compromisos políticos y financieros con la organización.

3. Núcleos locales. El grupo debe organizarse en núcleos locales. Un criterio de afiliación sería unirse a un núcleo local o formar uno si no existe.

4. Eficacia y responsabilidad. Debe establecerse un medio democrático para tomar decisiones y llevarlas a cabo. Los miembros que no cumplan con sus responsabilidades deberán rendir cuentas por no haberlo hecho.

Contra la raza blanca

La prioridad de la organización propuesta debe ser destruir la supremacía blanca. La supremacía blanca es un sistema que concede a quienes se definen como «blancos» privilegios especiales en la sociedad estadounidense, como el acceso preferente a las mejores escuelas, barrios, empleos y atención sanitaria; mayores ventajas a la hora de acumular riqueza; una menor probabilidad de ser encarcelados; y un mejor trato por parte de la policía y el sistema judicial. A cambio de estos privilegios, los blancos aceptan vigilar al resto de la población por medios como la esclavitud y la segregación en el pasado, y mediante políticas y prácticas formalmente «daltónicas» en la actualidad, que siguen sirviendo para mantener la ventaja blanca. Así, la supremacía blanca une a un sector de la clase obrera con la clase dominante contra el resto de la clase obrera. Esta alianza entre clases es el principal obstáculo para una revolución en Estados Unidos, estratégicamente hablando. Y, dado el poderío imperial estadounidense, sus consecuencias son globales.

La tarea central de una nueva organización debería ser romper esta alianza antinatural entre la clase dominante y la clase trabajadora blanca atacando el sistema de privilegio blanco y la subordinación de la gente de color. Esto no quiere decir que la supremacía blanca sea la «peor» forma de opresión en este país, ni que si la supremacía blanca desaparece, todas las demás formas de opresión desaparecerán por arte de magia. Se trata más bien de un argumento estratégico, basado en un análisis de la historia de Estados Unidos, diseñado para atacar la estrella de la muerte estadounidense en su punto más débil. La supremacía blanca ha sido el cemento que ha unido al estado estadounidense; disolver ese cemento abre posibilidades revolucionarias.

Contra el estado

La organización propuesta debe ser antiestatista. La función del estado es 1) perpetuar el dominio de la clase opresora y 2) mantener su propio poder. Por lo tanto, no tiene nada que ver con una sociedad libre y debe ser abolido. Una estrategia revolucionaria pretende socavar el Estado desarrollando una estrategia de doble poder. Una estrategia de poder dual es aquella que desafía directamente a las instituciones de poder y al mismo tiempo, de alguna manera, prefigura las nuevas instituciones que imaginamos. Una estrategia de doble poder no sólo se opone al Estado, sino que también nos prepara para las difíciles cuestiones que surgirán en una situación revolucionaria.

La organización también debe apoyar el principio de autodeterminación, o el derecho de las personas a controlar su propia vida y destino. Los movimientos por la autodeterminación han asumido a menudo la política del nacionalismo. Los anarquistas han rechazado tradicionalmente el nacionalismo como herramienta de opresión. Reconocemos que el antiestatismo y el nacionalismo son a menudo tendencias contradictorias, ya que el nacionalismo suele apoyar la creación de Estados-nación. Sin embargo, el nacionalismo también ha sido una fuerza liberadora en la historia mundial, especialmente en la lucha contra el colonialismo. Así pues, a pesar de sus contradicciones, los revolucionarios antiautoritarios no pueden rechazar de primeras las luchas nacionalistas. La tarea consiste en desarrollar tendencias antiestatistas dentro de los movimientos nacionalistas, no en denunciar las luchas de los pueblos oprimidos porque asuman una forma nacionalista.

Una organización feminista

Toda nueva organización debe ser explícitamente feminista, en varios sentidos. En primer lugar, una organización revolucionaria debe tener un análisis feminista radical de nuestra sociedad que cuestione la dominación masculina, la heterosexualidad obligatoria y el sistema de género bipolar que fuerza a los seres humanos a entrar en las categorías de «hombre» y «mujer» y “masculino” y «femenino». En segundo lugar, su funcionamiento interno (estructura organizativa, asignación de puestos de liderazgo, procedimientos de reunión, hábitos de debate, etc.) debe garantizar la participación de las mujeres y ser muy consciente de las prácticas que tienden a favorecer las voces de los hombres en detrimento de las de las mujeres. En tercer lugar, debe estar comprometida con el trabajo político feminista, en particular con aquellos tipos de agitación que conectan las luchas contra el sexismo con las luchas contra la supremacía blanca. Por último, una organización revolucionaria necesita una visión feminista. Debe imaginar un mundo no sólo sin sexismo ni homofobia, sino en el que las relaciones de género se transformen por completo. Para ello, debe fomentar la resistencia a las fronteras de género masculino/femenino y animar a la gente a criticar y explorar sus deseos en lugar de reprimirlos.

Estrategia

La federación propuesta debe reconocer que la teoría política, por fuerte que sea, puede lograr poco si no se combina con una estrategia eficaz. Las acciones emprendidas por la organización, su participación en movimientos de masas y sus declaraciones públicas deben determinarse sobre una base estratégica. Nuestro trabajo debe centrarse en implicarnos en movimientos y activismos en los que exista la posibilidad de trabajar por la construcción de un poder dual. Las reformas sociales conseguidas por los movimientos progresistas pueden ser importantes, pero si no contribuyen a la construcción de un poder dual no son de la incumbencia de una organización revolucionaria. Por ejemplo, la liberación animal es una causa digna. Sin embargo, es difícil imaginar cómo una campaña por la liberación animal podría amenazar al poder estatal y prefigurar una nueva sociedad. Por lo tanto, aunque una organización revolucionaria pueda aplaudir las actividades de liberación animal, no dedicaría energía a los derechos de los animales. Por otro lado, un programa para crear grupos locales de Copwatch podría ser una estrategia de doble filo: controlar a la policía debilita el poder del Estado al dificultar que impongan sus criterios de clase y raza, y al mismo tiempo anticipa una sociedad donde la gente común se encarga de la seguridad de sus comunidades.

Por lo tanto, las campañas desarrolladas por la organización que no contribuyan a la construcción de un poder dual deben abandonarse. Si un movimiento de protesta popular tiene pocas posibilidades de construir un poder dual, no es uno en el que debamos implicarnos colectivamente. Podemos aprobar moral y políticamente tales movimientos, pero como grupo pequeño con recursos limitados, debemos rechazar el liberalismo del activismo reformista y preocuparnos por la estrategia revolucionaria.

Visión

Uno de los grandes fallos de las organizaciones radicales modernas ha sido la incapacidad de ofrecer una visión sólida de una nueva sociedad. Somos capaces de decir contra qué estamos, pero rara vez a favor de qué estamos. Uno de los objetivos de una organización revolucionaria es ofrecer a la gente una visión de un mundo por el que merezca la pena luchar. La falta de visión es una de las razones por las que los radicales han fracasado históricamente a la hora de ganar a la clase obrera para su política. Por desgracia, la derecha fascista no ha fracasado en esta tarea; ofrecen una visión clara del mundo que quieren crear. Si seguimos sin ofrecer una visión propia, no podemos esperar ganar a la gente para la política revolucionaria.

Bring the Ruckus

Esta propuesta es el producto de nuestras lecturas y discusiones sobre diversas organizaciones y movimientos radicales durante el año pasado, que van desde obras producidas por la lucha de liberación de los negros, la liberación de la mujer, los abolicionistas, y el anarquismo revolucionario clásico y contemporáneo. La praxis abordada también se basa en nuestra experiencia con el trabajo político de base, en particular en Phoenix Copwatch.

¿Qué es una organización de cuadros?

Por Joel Olson

El propósito de una organización como Bring the Ruckus puede no estar claro para algunos observadores o lectores de nuestro sitio web. Este artículo pretende explicar cuál es el propósito y la función de Ruckus en la lucha por construir una sociedad libre. Lo escribí originalmente para la conferencia nacional de Ruckus de 2005.

¿Qué es un grupo de cuadros?

Una organización de cuadros es un grupo de intelectuales revolucionarios comprometidos y activos que comparten una política común y que se reúnen para desarrollar el pensamiento y la práctica revolucionarios y ponerlos a prueba en la lucha. Por «activo» entiendo alguien que participa en la lucha política, no un mero lector de libros. Por «intelectual» no me refiero a alguien con un título universitario, sino a alguien que se compromete seriamente y de forma continuada a comprender el mundo para actuar en él con mayor eficacia.

Un grupo de cuadros no es un grupo de masas como Janitors for Justice, Critical Resistance, Copwatch o Communities United, aunque sus miembros deben participar activamente en tales grupos. Tampoco pretende liderar estos grupos, aunque sus miembros pueden asumir funciones de liderazgo si hace falta. No pretende cooptar o utilizar a estos grupos para sus propios fines (eso sería un grupo pantalla), aunque sin duda participa democráticamente en las luchas para definir su objetivo y rumbo. Más bien, un grupo de cuadros busca participar en las luchas de masas que tienen más posibilidades de hacer estallar esta sociedad, y busca que esas luchas sean lo más radicales y democráticas posible.

¿Para qué sirve un grupo de cuadros?

El objetivo de un grupo de cuadros es fomentar el desarrollo de una clase obrera revolucionaria en Estados Unidos. Un grupo de cuadros trata de entender el mundo en el que vive, identificar las fuerzas en él que luchan de forma radical y desarrollar esas fuerzas de forma coherente con la política del grupo de cuadros.

Marx argumenta en el Manifiesto Comunista que el propósito de un grupo de cuadros es radicalizar e internacionalizar las luchas de la clase obrera. Es decir, un grupo de cuadros debe ayudar a la clase obrera de una región a conectar su lucha con las luchas de otras regiones, así como a superar las distinciones religiosas, étnicas y de otro tipo que impiden la unidad de la clase obrera. Un grupo de cuadros también debe ayudar a mostrar a la clase obrera la naturaleza intrínsecamente radical de sus acciones, que de otro modo podrían parecer reformistas (como la lucha por reducir la duración de la jornada laboral a diez horas).

Para C.L.R. James, el propósito de una organización de cuadros es «observar y registrar». Es decir, debe observar las luchas de la clase obrera y registrarlas (a través de un periódico) para que la clase obrera pueda ver por sí misma lo que está haciendo y la naturaleza radical de su lucha.

Creo que Marx y James están esencialmente en lo cierto, excepto que yo añadiría que un grupo de cuadros también debería participar en aquellas luchas que pensamos que tienen el mayor potencial revolucionario. Así, la función de un grupo de cuadros como el BTR es observar, registrar y participar en las luchas de la clase obrera que tienen el potencial de lograr un mundo libre.

¿Cuál es el papel del análisis político en un grupo de cuadros?

Un grupo de cuadros existe ante todo en beneficio de los revolucionarios. Su objetivo es organizar a los revolucionarios, no a las masas. (Organizar movimientos de masas es tarea de organizaciones de base más grandes, en las que deben participar los miembros de la organización de cuadros). Su beneficio para la gente corriente y los activistas no revolucionarios es, en el mejor de los casos, indirecto, al menos hasta que se levanten las barricadas y la gente busque activamente nuevas ideas y formas de organizar el mundo. Así pues, un grupo de cuadros trata de desarrollar una línea política y la política de sus miembros al servicio de la lucha revolucionaria. La política de un grupo de cuadros hoy debe implicar la expansión de la democracia a todos los aspectos de la vida de una persona y un rechazo radical del capitalismo y del Estado. El Estado no es un camino hacia una sociedad sin clases, sino un obstáculo que hay que aplastar. Esta política está explicada, más o menos, en nuestra declaración «Bring the Ruckus».

¿Qué estrategias desarrolla un grupo de cuadros?

Un amigo mío, cuando da charlas, le dice a la gente que imagine que el capitalismo es la estrella de la muerte y nosotros somos los rebeldes. Estamos en inferioridad numérica y de armas, así que no podemos enfrentarnos directamente a la estrella de la muerte. Ante esta situación, ¿qué hacemos? Tenemos que encontrar el punto más débil del sistema y concentrar nuestro ataque allí, argumenta. Esto es exactamente lo que un grupo de cuadros debe hacer. Un grupo de cuadros, entonces, busca desarrollar una estrategia que pueda sacar el mejor provecho de una crisis en el capitalismo.

El grupo de cuadros intenta encontrar y explotar grietas en el sistema, y rellenarlas con las semillas de una nueva sociedad. En otras palabras, un grupo de cuadros debe tratar de idear y aplicar estrategias que puedan construir un poder dual.

Como dice la declaración «Bring the Ruckus», las estrategias de poder dual son «aquellas formas de agitación que socavan el dominio de la sociedad oficial y que de alguna manera prefiguran la nueva sociedad». Dicho de forma más sencilla, el poder dual es una situación en la que dos (o más) fuerzas sociales afirman el poder sobre el mismo territorio y son capaces de luchar por él. Tal situación es obviamente inestable y conduce rápidamente al conflicto. Cuando este conflicto se prolonga, desemboca en una guerra civil-revolución.

Los Seis Criterios de Ruckus guían nuestras estrategias de poder dual. Trabajamos para construir un poder dual atacando la supremacía blanca y rompiendo así la alianza interclasista y sus «salarios de blancura» que presentan el obstáculo central para la unidad de la clase trabajadora en Estados Unidos.

¿Cómo se relaciona un cuadro con los movimientos de base?

Una organización de cuadros trata de participar en aquellas luchas de base (o «de masas») que considera que tienen el mayor potencial revolucionario, basándose en el análisis político de los cuadros. A nivel nacional, una organización de cuadros desarrolla y aplica estrategias de doble poder en las que participan sus miembros de todo el país. A nivel local, los cuadros locales participan en las luchas de base que encajan en la estrategia nacional, debaten su eficacia en las reuniones locales, informan a la organización nacional e intentan llevar la lucha de base en una dirección radical de acuerdo con estos debates. Permitidme dar dos ejemplos, uno a nivel nacional y otro a nivel local.

La Federación Anarquista Revolucionaria Love & Rage, que existió de 1992 a 1998, definió tres áreas de trabajo con potencial revolucionario. Una de ellas era el trabajo político antifascista. L&R creó un Grupo de Trabajo Antifascista a nivel nacional para participar en esta lucha. Este GT determinó que el mejor lugar para hacer trabajo antifascista era dentro de una organización de base llamada Acción Antirracista. Así, el GT pidió a los miembros de Love and Rage que se unieran a ARA y realizaran trabajo antifascista en su seno. El papel de L&R era participar en este trabajo e intentar dirigirlo en direcciones radicales. Los miembros de L&R no asumían el liderazgo de ARA a menos que se lo hubieran ganado, y no pretendían «controlar» ARA. El compromiso de realizar el trabajo de la organización de base y de participar de forma democrática distingue a un cuadro de un grupo pantalla.

Un ejemplo de cómo funciona un cuadro local puede encontrarse en la relación entre Phoenix Ruckus y Phoenix Copwatch. Phoenix BTR puso en marcha Copwatch en 1998, pero una vez que Copwatch estuvo en funcionamiento, BTR cedió el control y Copwatch se convirtió en una organización independiente. Los miembros de BTR ahora participan en Copwatch como miembros de Copwatch, y cualquier puesto de liderazgo proviene de esa participación, no de estar en Ruckus. Phoenix Ruckus debate con frecuencia sobre Copwatch en sus reuniones, tratando de idear formas de mejorar el trabajo de Copwatch y su potencial revolucionario. Phoenix Ruckus también informa a la organización nacional. Phoenix Ruckus también debería comunicarse regularmente con otros agitadores anti-policía de Bring the Ruckus a nivel nacional, intercambiando ideas sobre tácticas y estrategias. Basándose en estas discusiones, si Phoenix BTR tiene una idea sobre cómo llevar a Copwatch en una dirección más eficaz y radical, la llevan a una reunión de Copwatch y la someten a debate y votación.

Phoenix BTR participa en Copwatch en lugar de, por ejemplo, Food Not Bombs, porque piensa que Copwatch tiene más potencial para conducir a una situación de doble poder que cualquier otra forma de trabajo político en Phoenix. Copwatch desafía la autoridad del Estado, obstruye la función de la policía (preservar el dominio de color y clase) y prefigura una sociedad en la que la gente corriente asume la responsabilidad de garantizar la seguridad de sus comunidades. Phoenix BTR (al menos en sus momentos más esperanzadores) cree que, dada la confluencia adecuada de fuerzas sociales (y una buena pizca de suerte), Copwatch tiene el potencial de convertirse en el tipo de cuña que podría crear y generalizar rebeliones antipoliciales como la de Los Ángeles ’92.

Muchos miembros de Love and Rage no tenían una idea clara de la finalidad de una organización de cuadros y, por tanto, de la finalidad de L&R. Esto contribuyó al colapso de L&R, sobre todo en Minneapolis. Por ello, es esencial que los miembros de Ruckus tengan una idea sólida de la finalidad de nuestra organización.

Los cuadros y la revolución

Un grupo de cuadros no debe intentar «dirigir la revolución». Su tarea es sacar a la luz las tendencias revolucionarias que ya existen en la sociedad. Un grupo de cuadros no iniciará una revolución. Rara vez la dirigirá. Pero incluso si sus miembros nunca viven para ver tiempos revolucionarios (por ejemplo, Love and Rage) e incluso si sus miembros trabajan en una relativa oscuridad (por ejemplo, Sojourner Truth Organization), puede desempeñar un papel indispensable en la preparación de la gente para una lucha prolongada contra el Estado.

Por decirlo de alguna manera, el papel de un grupo como Ruckus en tiempos no revolucionarios (en los que creo que vivimos hoy) es ser un tigre agazapado, a la espera de que estalle una crisis social (como una depresión o un nuevo movimiento por los derechos civiles) que desafíe la legitimidad y la estabilidad del Estado. Cuando esto ocurre, el grupo aprovechará la inestabilidad para unos fines revolucionarios.

Como dice la declaración «Bring the Ruckus», una organización revolucionaria «no intenta controlar organización ni movimiento alguno, ni se considera la vanguardia de ninguna lucha con derecho a actuar en nombre de las masas. Al contrario, parte de la base de que las masas suelen ser la vanguardia y que los cuadros deben aprender de ellas y solidarizarse con ellas.. Al mismo tiempo, una organización de cuadros no niega su rol de liderazgo en movimientos más grandes, ni asume que ese liderazgo sea intrínsecamente autoritario. Su objetivo no es controlar, sino guiar aportando una visión radical y miembros comprometidos con el desarrollo de su potencial revolucionario autónomo».

  1. 1. Copwatch es una red de organizaciones locales estadounidenses. Su acción consiste en patrullar las comunidades locales para vigilar y grabar las interacciones de la policía con la población con la intención de prevenir abusos policiales. En Phoenix se forman des de una perspectiva antirracista, para controlar las identificaciones policiales por perfil racial después de la aprobación de la Arizona Senate Bill 1070, que permite a la policía cuestionar a cualquiera que quieran identificar como sospechoso de ser inmigrante ilegal. ↩︎

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