
Los pasados 25, 26 y 27 de julio las organizaciones plataformistas nos reunimos en el Segundo Encuentro del Anarquismo Social y Organizado en Calafou (Vallbona d’Anoia). Durante tres jornadas intensas, compañeres provenientes de distintos territorios compartimos análisis, propuestas, preocupaciones, estrategias y afectos. En un contexto marcado por el avance del autoritarismo, el agotamiento del reformismo y la precarización de la vida, hemos sentido con más fuerza —si cabe— la urgencia de organizarnos, de afianzar proyectos políticos sólidos, arraigados en la clase trabajadora, coordinados y con vocación revolucionaria.
Este segundo encuentro ha supuesto un nuevo paso adelante en nuestro proceso de articulación política, de profundización ideológica y de maduración organizativa. Hemos consolidado espacios de coordinación entre organizaciones, nos hemos dotado de herramientas comunes, y, sobre todo, hemos reforzado los lazos humanos y políticos que hacen posible que este «bosque negro» que estamos cultivando siga creciendo.
Como cierre del encuentro, compartimos el discurso colectivo, entonado por dos compañeres de Batzac, que sintetiza el sentir de estos días y los desafíos que queremos encarar.

Discurso de cierre
Pongamos las cartas sobre la mesa: Nos encanta mirar al pasado y empaparnos de lo que fue, de lo que pudo haber sido, de las victorias y los momentos bellos que el anarquismo ha tallado en la corteza de la historia revolucionaria. Es bonito, al fin y al cabo el hilo rojo y negro del anarquismo se hila de estos momentos que nos llenan de esperanza y nos empujan a seguir tejiendo. Como dijo nuestro compañero: «Porque fueron, somos».

Pero esta admiración por el pasado a menudo nos arrastra a una deformación profesional propia de los historiadores. Solo nos solemos centrar en los momentos bellos, en las victorias y las derrotas —también— más espectaculares, las que nos permiten soñar y justificarnos en lo que fuimos, y nos guían hacia lo que puede volver a ser. Pero este particular sesgo en la mirada, es un arma de doble filo, y como nos suele pasar, nos olvidamos de las desgracias, de los momentos que no transcienden, de las derrotas más humillantes y las victorias más simples y banales.
En mi caso empecé a militar en el anarquismo en las Joventuts Llibertàries de Mallorca —las últimas JJ.LL. antes de Batzac—, éramos un grupúsculo de chavales motivados, con más ideas del punk que del anarquismo social y organizado, y en el páramo de la lucha social que es Mallorca resistimos unos cuatro años batallando con pintadas y actos de presencia. Nuestra militancia se basaba en reivindicar nuestra existencia. Realmente ni sabíamos lo que significaba impacto político ni estrategia revolucionaria. Y seguramente no yerro mucho si digo que la mayoría que estamos aquí venimos de ese páramo, si es que no seguimos aún en él. Venimos del autonomismo okupa, del movimentismo del hacer por hacer o del fetichismo teórico del formarnos, publicar artículos o programas políticos sin un porvenir más allá. Creemos que al sabernos de pe a pa el Bandera Negra milagrosamente resolveremos el misterio de la revolución, como si fuera un puzzle o un scape room.
Porque fueron, somos. Estos momentos también forman parte del hilo rojo y negro. Estos años de existir, perdidos, con mucha ilusión pero con poco sentido. Estos momentos banales, que no transcienden, que no salen en libros, ni en artículos de Regeneración. También somos esto y creo que no debemos olvidarlo. Si necesitamos mirar a nuestro pasado más vergonzoso es para intentar entenderlo.
Pero entenderlo no significa justificarnos ni apiadarnos de nuestra mala suerte, entenderlo implica intentar superarlo, ver qué falló y solucionarlo, ver qué queremos cambiar y qué podemos aprender. Entenderlo implica ver que seguramente aún seguimos un poco aquí, atrapados en lógicas movimentistas, teoricistas o, en el peor de los casos, estéticas. Entenderlo implica hacer balances reales del presente, debatir, y dejar de fetichizar el anarquismo que lo condena a ser una memoria del siglo XX.

Pero hoy, y estos días que hemos pasado reunides, nos recuerdan todo lo que hemos hecho para salir de este páramo:
–En el último año han brotado dos plantas en nuestro bosque negro: Hedra y Xesta.
–En Granada, Impulso se ha consolidado como un núcleo de Liza avanzando en un salto cualitativo.
–Batzac y Embat han juntado su Frente de Vivienda y caminamos hacia una mayor coordinación —o lo que se venga— orgánica y política.
–Además, gracias a la Comisión de Relaciones y los diferentes espacios comunes, con nuestros tropiezos y roces, hemos conseguido trazar un camino, una dirección. Un camino que se ramifica en el FARO con la pretensión de dar un salto cualitativo a nuestra base política.
Hemos hecho mucho, dedicando tiempo de nuestra vida a este duro pero bello camino.
Hoy seguimos cultivando las emociones que nos invadieron aquí hace un año: la alegría de avanzar, la emoción al encontrarnos, las ganas de que funcione, el miedo de que no y la responsabilidad de cumplir nuestro deber con la historia. Pero este miedo, esta responsabilidad, nos empuja a ir con cuidado, a caminar por nuestro bosque, a darle la forma que queremos y cambiar con él, a habitarlo con cariño.
Hemos hecho mucho, dedicando tiempo de nuestra vida al duro pero bello camino de la Revolución. Porque creemos que es posible, porque lo sabemos, porque la lucha de clases no cesa y estamos convencides de que el Anarquismo es la más bella expresión de libertad social. Por ello, sigamos, no olvidemos el hilo rojo y negro que nos precede, los buenos y los malos momentos de nuestra historia.
Nos hemos empapado de ganas, de emoción y de vitalidad. Y ahora, que volvemos a nuestras casas, seguiremos explorando nuestro bosque y seguiremos apartando las ramas que impidan el paso. Se acercan negras tormentas, avancemos, con cuidado, sigamos tejiendo para construir entre todes el Anarquismo del siglo XXI. Plantaremos la semilla de la Revolución en los vastos campos de la lucha social, para que cuando nos volvamos a encontrar seamos más árboles, seamos más fuertes y estemos más unidas. ¡Viva el Anarquismo Social Organizado!
Fin del discurso.

El II Encuentro no fue un punto de llegada, sino un nuevo paso en un largo camino que está por recorrer. Hemos salido de Calafou con más claridad, con más fuerza y con más complicidad, pero también con más exigencias. Por eso seguimos avanzando hacia la consolidación de un espacio político propio, de carácter internacionalista, antiautoritario y revolucionario. Seguimos avanzando para que nuestra clase recupere su capacidad de Organización, Huelga y Revolución.
Sabemos que la organización no es garantía de victoria, pero también sabemos que sin organización no hay posibilidad real de disputar el poder a las clases dominantes ni de construir alternativas emancipadoras. Porque el anarquismo no es nostalgia, ni poesía muerta, ni fetiche ideológico, ni una idea filosófica abstracta: es una herramienta viva, una praxis colectiva, un horizonte que florece en las luchas de cada día.
Redacción de Regeneración.
