La fase de transición en el anarquismo

Por Miguel G.
14 min. de lectura

Desde que hay propuestas revolucionarias, de cambio de sistema, a quienes proponen estos cambios sociales se les pasa por la cabeza iniciar un período de transición. Esto se produce por la dificultad que existe para aplicar de inmediato el modelo revolucionario, ya que lógicamente habría resistencia por parte de la población que no conoce o no comparte este nuevo modelo social.

En el marxismo, la cuestión queda resuelta con la dictadura del proletariado, que según algunos de sus defensores, será un período de transición que utilizará las palancas y resortes del estado burgués para implantar el socialismo paulatinamente. Para poner en marcha el estado socialista se requiere de una gran fuerza que organice y dirija este proceso: el Partido Comunista. Así pues, el Partido se convertirá en Estado en esta fase. Más adelante, según el marxismo, el estado debería disolverse o diluirse, según avance el modelo socialista. 

Ya conocemos el resultado práctico de esta apuesta política, ya que ha sido aplicada numerosas veces. El mismo Bakunin, antes de que existieran países que aplicasen la dictadura del proletariado, ya advertía sobre sus peligros: 

Enemigo convencido del Estado y de todas las instituciones económicas como políticas, jurídicas y religiosas del Estado; enemigo en general de todo lo que en el lenguaje de la gente doctrinaria se denomina la tutela benefactora ejercida bajo cualquier forma, por las minorías inteligentes, y naturalmente desinteresadas, sobre las masas; convencido que la emancipación económica del proletariado, la gran libertad, la libertad real de los individuos y de las masas y la organización universal de la igualdad y de la justicia humanas, que la humanización del rebaño humano en una palabra, es incompatible con la existencia del Estado o cualquier otra forma de organización autoritaria, inicié desde el año 1868, época de mi ingreso en la Internacional, en Ginebra, una cruzada contra el mismo principio de autoridad, y empecé a predicar en público la abolición de los Estados, la abolición de todos los gobiernos, de cuanto se llama dominación, tutela poder, incluida desde luego la supuesta revolucionaria y provisional, que los jacobinos de la Internacional, discípulos o no discípulos de Marx nos recomiendan como un medio de transición absolutamente necesario, eso pretenden, para consolidar y organizar la victoria del proletariado. Siempre pensé y pienso hoy en día más que nunca que esa dictadura, resurrección encubierta del Estado, nunca podrá producir otro efecto que el paralizar y matar la vitalidad misma y la potencia de la revolución popular. 1

Por consiguiente, nos podemos hacer la pregunta de qué organismo sustituye al estado en estos momentos de transición, cuando todavía no se ha implantado por completo el comunismo libertario. El mismo Bakunin, en su Catecismo Revolucionario nos da un esbozo de respuesta: 

La reorganización interna de cada país sobre la base de la libertad absoluta de cada individuo, de las asociaciones productivas y de las comunidades. 

La unidad básica de toda organización política en cada país debe ser la comunidad completamente autónoma, constituida por el voto mayoritario de todos los adultos de ambos sexos. 

La provincia no debe ser otra cosa que una federación libre de comunidades autónomas. 

La nación no debe ser otra cosa que una federación de provincias autónomas. 

Es probable, y muy deseable, que, cuando vuelva a sonar la hora de la Revolución Popular, todas las naciones se unan en fraternal solidaridad y forjen una alianza inalienable contra la coalición de naciones reaccionarias. Esta alianza será el germen de la futura Federación Universal de los Pueblos que, de ser posible, abarcará todo el mundo. La Federación Internacional de los Pueblos Revolucionarios, con un Parlamento, un Tribunal y un Comité ejecutivo internacional está naturalmente basada en los principios de la revolución. 

El trabajo inteligente y libre será necesariamente un trabajo colectivo. Cada persona, por supuesto, será libre de trabajar sola o colectivamente. Pero no cabe duda de que, aparte el trabajo que sea mejor realizado por un individuo, todos preferirán el trabajo colectivo en las empresas industriales o hasta científicas. Porque la asociación multiplica espléndidamente la capacidad productiva de cada trabajador; en consecuencia, un miembro que coopere en una asociación productiva ganará más en menos tiempo. Cuando las asociaciones productivas libres (que incluirán a los miembros de las cooperativas y las organizaciones laborales) se organicen voluntariamente según sus necesidades y sus habilidades específicas, trascenderán todos los límites nacionales y formarán una inmensa federación económica universal. Esta organización incluirá un Parlamento industrial al que las asociaciones aportarán estadísticas precisas, detalladas y a gran escala; al armonizar las existencias y la demanda, el Parlamento distribuirá y asignará la producción industrial mundial a las distintas naciones. Las crisis comerciales e industriales, el estancamiento (desempleo), el desgaste del capital, etcétera, dejarán de ser una plaga para la humanidad; la emancipación del trabajo humano regenerará al mundo.2

Con todo esto podemos ver qué sociedad defendía Bakunin. Destacamos los fragmentos sobre el modelo territorial y el que dedicó a la agrupación del trabajo, por que son los dos aspectos más relevantes a la hora de edificar sociedades. 

Cuando examinamos la Revolución española con esta mirada, podremos ver que el período de transición al comunismo libertario fue la colectivización. La CNT-FAI admitían que no tenían la fuerza en todo el territorio republicano. Aceptaban que estaban en una guerra donde se estaban jugando el todo por el todo ante el fascismo. Concluyeron que había que esperar a implantar el comunismo libertario y que se las tendrían que entender con sus aliados republicanos, socialistas y comunistas. La revolución social estalló desde abajo, desbordando la propia CNT-FAI. Por tanto, ya que tenían un proceso revolucionario entre manos el movimiento libertario lo trató de proteger con todo lo posible y hasta extenderlo. Esto lo hicieron participando en las instituciones estatales republicanas. Por lo tanto, la “sociedad de transición al socialismo” fueron las colectividades, las medidas socializadoras de la economía, las cooperativas confederales, los sindicatos, las milicias y todo el complejo entramado a su alrededor. Esa sociedad de transición se dio durante una guerra a gran escala. 

Sin embargo, este ejemplo todavía queda lejano ante una sociedad actual, puesto que vivimos con un aparato de estado muy sólido y sin revoluciones proletarias o populares a la vista. Desde nuestra corriente solemos decir que el período de transición es ahora. Es el poder popular. La faceta constructiva del anarquismo revolucionario es esencial para dar pie a una nueva sociedad socialista. 

Así pues, ¿qué podría sustituir al Estado capitalista? Pues una conjunción de los elementos actuales en los que operamos: sindicatos laborales, sindicatos de vivienda, cooperativas con vocación social, iniciativas de recuperación del comunal, asambleas de barrio y muchos colectivos más. Toda esta amalgama de proyectos ya está funcionando y no nos tendríamos que inventar nada. 

La función del anarquismo revolucionario ante este escenario sería doble:

  • Primero, inculcar un pensamiento revolucionario y estratégico en este movimiento social. Es necesario que la gente que participe en estos proyectos se acabe de creer la importancia de su entidad o colectivo en la conquista de la nueva sociedad. Sin un tejido social fuerte y con ambición de crecer para ser hegemónico, difícil será que haya períodos de transición ni revoluciones. 
  • Segundo, articular los distintos proyectos sociales que van funcionando cada cual por su cuenta para crear un movimiento lo más homogéneo posible. En el mismo sentido, su misión también es contrarrestar los esfuerzos de los sectores reformistas que en todas las luchas tratarán de integrarlas en el sistema. 

Crear un Pueblo Fuerte no quiere decir crear una vanguardia experta en algaradas callejeras. Implica crear instituciones populares que funcionen al margen del estado. Un ejemplo de ello fue la Asamblea Popular de Manizales (Colombia). Fue una institución popular surgida a raíz de una huelga que ocupó la fábrica textil de la ciudad. Llegó a emitir decretos llamando al paro cívico y a extender la huelga autogestionaria.3

Esto no es más que un ejemplo de conflicto social (una huelga) que escala y aspira al control territorial creando una estructura social amplia (la asamblea popular). Ejemplos de ello en los tiempos modernos hay muchos: desde el Cordobazo argentino, los cordones industriales chilenos y en especial la Asamblea Popular de Concepción4, las Shoras en la revolución iraní, los municipios autónomos en rebeldía zapatistas (y de otros lugares también), la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca o el sistema de cantones de Rojava. 

El poder popular, aunque se puede desarrollar en sociedades capitalistas, tendrá más capacidad de incidencia cuando los estados están en crisis. Por un lado, estos estados no serán capaces de asegurar el bienestar material de su población, y, por el otro, el pueblo irá construyendo por sí mismo sus propios organismos sociales. La posibilidad de hundimiento del estado comienza a ser realista y por lo tanto esas estructuras de contrapoder tienen posibilidades de tomar el control de su territorio. 

Evidentemente, esto habrá que hacerlo a gran escala, impidiendo que el estado se refuerce y se rearme y destruya toda esa nueva sociedad. Por ello el anarquismo revolucionario debe tener una visión global de la situación, sin caer en localismos, haciendo que la autodefensa de las sociedades liberadas sea capaz de derrotar los estados. Ese es el quid de la cuestión, el muro donde la mayoría de las revoluciones chocaron. Es decir, que en revoluciones anteriores el movimiento anarquista logró instaurar su modelo nuevo mediante nuevas estructuras sociopolíticas, pero no pudo derrotar a los estados por carecer de una fuerza militar determinante, no porque su modelo social tuviera fallos orgánicos fundamentales. 

En estos momentos se habla de colapso medioambiental. Aunque en Occidente no nos esperemos ninguna crisis sistémica, no tardaremos mucho en ver cómo los estados se centran en las guerras abandonando el llamado «estado del bienestar». Ciertos barrios y poblaciones quedarán abandonados a su suerte, gobernadas manu militari por las fuerzas policiales y potencialmente podrían quedar en manos de mafias sin escrúpulos. 

Sin ir más lejos, hemos visto situaciones así en las zonas afectadas por la DANA valenciana. La ultraderecha se volcó en los dos primeros días para desgastar el Gobierno de Pedro Sánchez. Aparecieron camiones cargados de ayuda de la noche a la mañana. Influencers fascistas recorrían las calles enfangadas y hasta aparecieron esporádicamente los matones de desokupa. Pero todo fue un farol mediático. El tejido social reaccionó y no eludió su aporte solidario, revirtiendo una situación tensa en pocas semanas. 

Nuestra labor, en tanto que tendencia revolucionaria del movimiento popular, es la de implicarnos en este tipo de sucesos, apoyando los procesos de poder popular que sucedan e iniciando los que sean necesarios para nuestro objetivo de construir el comunismo libertario. Entendemos que el poder popular, si se articula correctamente, podrá dar pie a una sociedad liberada a gran escala.

Por Miguel G. Gómez @blackspartak

  1. 1. Bakunin, Carta a Anselmo Lorenzo, 10 de mayo de 1872, p. 7, (http://www.fondationbesnard.org/IMG/pdf/Carta_de_Miguel…o.pdf).  ↩︎
  2. 2. Bakunin, Catecismo Revolucionario, 1866 (https://es.anarchistlibraries.net/library/mijail-bakunin-catecismo-revolucionario) ↩︎
  3. 3. José, Grupo Libertario Vía Libre, Esbozo para una Historia del Anarquismo en Colombia (1968-1991). Primera parte. 
     (https://grupovialibre.org/2011/01/17/esbozo-para-una-historia-del-anarquismo-en-colombia-1968-1991-primera-parte-por-jose-grupo-libertario-via-libre/) ↩︎
  4. 4. Danny Monsálvez Araneda. La asamblea del pueblo en Concepción. La expresión del poder popular (https://revistas.udec.cl/index.php/historia/article/view/6381) ↩︎
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