500 años de la batalla de Frankenhausen

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El pasado 15 de mayo se cumplieron cinco siglos del final de un proyecto revolucionario que fue conocido como la guerra de los campesinos alemanes.

Este levantamiento fue la revuelta más masiva y generalizada hasta la Revolución Francesa de 1789.

La sociedad feudal europea estaba llegando a su fin. De la misma forma todo el Sacro Imperio Romano Germánico estaba en crisis. Los poderes locales y regionales renegaban del emperador, y el sistema feudal, a su vez, ya estaba seriamente cuestionado. Todos los estamentos sociales conspiraban unos contra otros en un complejísimo crisol de alianzas y enemistades.

En este contexto el campesinado, que carecía de cualquier tipo de representación política, se hartó de seguir manteniendo la sociedad feudal. Fueron proliferando bandas al margen en todo el sur de Alemania, así como pequeños motines en algunas aldeas.

La Reforma protestante apareció en este momento preciso, y fue apoyada por algunos príncipes alemanes en su enfrentamiento con el emperador. Sin embargo, junto a la Reforma de Lutero, también aparecieron otros predicadores mucho más radicales como Thomas Muntzer de Allstedt. Muntzer era partidario del comunismo religioso y del derecho a la violencia de los de abajo. Era profundamente milenarista, y estaba convencido de que el Reino de Dios estaba a punto de caer sobre los mortales.

En su confesión bajo tortura declaró literalmente que su objetivo primordial era «omnia sunt communia». Es decir, que «para todas, todo». Esto ha sido interpretado históricamente como un comunismo primitivo, inherente a las revueltas campesinas europeas y a los movimientos heréticos cristianos en la Edad Media, el Renacimiento o la Modernidad.

Por tanto, Müntzer fue y es considerado un referente del movimiento comunista revolucionario internacional y por ello creemos que merece la pena recordar esta efeméride.

El 11 de mayo de 1525 un ejército de elegidos de la milicia llamada Eterna Liga de Dios, bajo el estandarte del arco iris, se reunieron ante la pequeña ciudad de Frankenhausen. El ejército sublevado atrajo a campesinos de toda Turingia, así como a pequeños burgueses y plebeyos de Mülhausen, hasta alcanzar el número de 8000.

Contra ellos los príncipes de Sajonia y Hesse reunieron también un ejército de mercenarios. Poseían mucha artillería, 800 jinetes con armadura, y tres mil infantes —aunque otras fuentes hablan de 7000 lansquenetes—. Sin esperar, ocuparon varias colinas cercanas a Frankenhausen.

El 15 de marzo comenzó la batalla. Los campesinos enardecidos por los discursos radicales de Muntzer estaban convencidos de la victoria. Antes de la batalla prácticamente estaba en un estado de éxtasis. En especial cuando apareció el arco iris en el cielo.

La batalla fue una auténtica carnicería. El ejército de los elegidos no fue rival en absoluto para las tropas principescas. La artillería destrozó las defensas de Frankenhausen y los infantes entraron a cuchillo en la ciudad asesinando a diestro y siniestro en una carnicería extremadamente cruel. Se estima que hubo entre 3000 y 10000 campesinos muertos ante solamente seis bajas del ejército de los Príncipes.

Muntzer escapó de este escenario catastrófico. Se refugió en el desván de una casa. Un lansquenete lo reconoció por unos documentos que llevaba y se lo entregó al duque. Tras diversos días de interrogatorios y tormentos fue trasladado a Mülhausen y allí fue ejecutado y decapitado, junto con algunos cabecillas de la sublevación.

La guerra campesina de Alemania, de la que éste solamente era un episodio, terminó con alrededor de 130.000 campesinos asesinados por las hordas principescas y mercenarias. Durante casi dos siglos media Europa estuvo bajo el fantasma de la revolución. Este proceso fue uno de los motores de la abolición del feudalismo en Europa Occidental, y de otros procesos posteriores.

Respecto a los revolucionarios, hay que añadir que debido a esta batalla y de otras masacres parecidas —la Comuna de Münster de 1935— comenzó a predominar un espíritu pacifista y bastante aislacionista, que constituyen los rasgos esenciales del anabaptismo.

Desde Embat queremos recordar este episodio de auténtica revolución social de características socialistas que sirvió de inspiración, sin duda, para el movimiento revolucionario de siglos después. Cinco siglos más tarde nos vemos recorriendo los mismos caminos.

Omnia Sunt Communia!

Embat – Organització Llibertària de Catalunya

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