Anarquismo y consumo de drogas: otra vuelta de tuerca

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Hace un tiempo publicaba un texto sobre juventud, militancia, y consumo de drogas. No era el primer texto que escribía sobre el tema, por lo tanto no iba desprevenido de los comentarios que podría levantar. Antes de empezar este otro texto sobre consumo de drogas me gustaría lanzar un aviso para navegantes: esto es un texto personal que no intenta sentar cátedra ni dar lecciones morales a nadie. Tampoco es un texto que exprese una férrea opinión personal, pues he de admitir que mi pensamiento a este respecto ha evolucionado muchísimo en los últimos doce meses, por lo tanto, lo que escriba hoy aquí puede que no se aplique a lo que escriba mañana allí. Dicho esto, empecemos.

En el texto ya mencionado expresaba una idea favorable al consumo libre y responsable. Defino el consumo libre y responsable como aquel consumo que se realiza con conocimiento crítico de las causas y consecuencias de dicho consumo. Esto es lo que le hace responsable. El consumo ideal que tengo en mente sería además libre porque se realiza de forma crítica, decidiendo une misme de forma racional qué, cómo, cuándo, y por qué toma una droga.

En las últimas semanas, no obstante, he venido dándole vueltas a una idea que alguna gente dentro del ámbito libertario comparte: el consumo de drogas no puede ser responsable porque, a día de hoy, no es una cuestión personal. Y no les falta razón. En todo el proceso de producción de una droga toman parte muchas personas y animales, entre les cuales muches fueron, son, y serán explotades. Las drogas no solamente son probadas en animales de laboratorio, sino que además las drogas, si no están legalizadas por un Estado controlador, implican redes humanas que explotan a productores, vendedores, transportistas, etcétera. Por lo tanto, consumir estas drogas es hacerse, conscientemente, cómplice de la misma explotación.

Bien, alguien podría argumentar: ¿acaso no compras ropa producida por niñes explotades en China? ¿Acaso no compras en cadenas comerciales que explotan a les trabajadores? Y a primera vista la argumentación podría parecer válida. Pero no lo es. Llevar ropa en invierno es necesario, pues de otra forma mueres de frío. Consumir drogas no es necesario para vivir. Así que aquí estamos hablando de necesidad, y la necesidad muchas veces nos fuerza a realizar cosas que no nos gustan. De ahí que mucha gente en vez de comprar en Mercadona prefiera comprar su fruta al frutero del mercado local: con ello no se soluciona el problema del capitalismo, pero se minimiza el daño realizado (y dado que la fruta es necesaria para una dieta equilibrada y sana, no vamos a dejar de comprar fruta hoy por hoy). Sin embargo, la misma lógica no se puede aplicar al consumo de drogas… ¿o sí?

Digamos ahora que un amigue cultiva marihuana y lo regala a les amigues, es decir, no obtiene ningún beneficio económico por ello. En este ejemplo eliminamos de la ecuación la explotación humana y el aspecto económico-capitalista. Así que nos quedamos llanamente con el consumo de una droga. Algunes anarquistas dirían que el consumo es igualmente reprochable en este caso, pues el problema es que la droga: 1) nos priva de nuestra libertad individual al perder el control sobre nuestro cuerpo y mente, 2) potencialmente nos hace más inútiles para resistir al Estado, 3) con el tiempo potencialmente disminuye nuestra gana de militar. Si habéis leído mis otros artículos sobre el tema sabréis que no me creo los puntos 2º y 3º (de ahí que aquí haya escrito “potencialmente”). No obstante, no los niego, y afirmo que en algunos casos el consumo de drogas produce apatía por las causas políticas y vaguería general (es decir, conformidad).

Lo que aquí me interesa discutir ahora es el primer punto (un tanto filosófico), que es: 1) consumir drogas nos priva de nuestra libertad individual al perder el control sobre nuestro cuerpo y mente. Nadie puede dudar que una de las cosas más preciadas, sino la que más, por une anarquista es la libertad. De ahí que muches estemos en contra de las cárceles, de los colegios (que son cárceles para la mente hoy por hoy), y de toda institución explotadora (como el ejército, la policía, etcétera). En todos estos casos la limitación a nuestra libertad es obvia y clara: en las cárceles no te puedes mover libremente. En los colegios no puedes pensar libremente (en los ejércitos ni puedes moverte ni pensar). Pero, ¿y qué con las drogas? El consumo de estas sustancias, como es sabido por todes, proporcionan un estado mental y anímico determinado, el cual muchas veces no se puede prever dependiendo de la naturaleza de la droga. Cuando tomamos “cristal” y sentimos esa sensación de hiperactividad, super-sociabilidad, y bienestar general, estamos experimentando una sensación “artificial” en tanto que estamos induciendo a nuestro cuerpo (y mente) dicha experiencia. Y esto no lo podemos controlar. Lo mismo se aplica al alcohol: cuando nos emborrachamos perdemos el control de nuestros actos (hasta diversos puntos dependiendo la persona). La pérdida de control es, bajo esta argumentación, una pérdida de libertad, pues actuamos de forma no-consciente y no-buscada in situ. Y digo in situ porque alguien podría decir que la borrachera y lo que hagamos estando borraches es “buscado” en tanto que decidimos previamente, y de forma libre, emborracharnos.

Si bien yo personalmente favorezco la idea de que el consumo de drogas nos priva de libertad y agencia individual, también es cierto que no pretendería nunca imponer dicha visión del asunto. He aquí la crítica que haría a muches compañeres anti-drogas, quienes con un discurso moralista y más bien paternalista intentan imponer su visión (la cual comparto y creo acertada). Es aquí donde toma importancia lo que escribía antes de consumo libre y responsable. No podemos, ni deberíamos, obligar a nadie a dejar de consumir drogas, pero lo que sí que podemos hacer es apelar a la responsabilidad (recordemos aquello de que consumir drogas es, hoy por hoy, hacerse cómplice de redes mafiosas, de explotación, de abuso animal, etcétera). Ahora, queda en el aire el punto al que apelaba en mi anterior texto (en la sección de comentarios) sobre un enfoque utilitarista-anarquista. Alguien me replicó que ésa era la visión del sistema, y por tanto, deberíamos evitarla. Dejo el asunto para el siguiente texto, puesto éste ya va para largo.

Sin drogas también se vive… y no se aburre une.

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