Con paso firme hacia la organización estudiantil libertaria

Por Nemo
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El movimiento libertario avanza hacia la formación de una federación estudiantil en el Estado español. Es necesario pararse a reflexionar lo que este paso significa en las actuales condiciones. 

Desde hace más de treinta años el anarquismo se encuentra, como movimiento social y político, desplazado a una situación de marginalidad en el Estado español. Aquello que no consiguió eliminar cuarenta años de dictadura franquista fue gravemente herido por el pacto socioliberal, por un entendimiento entre clases antagónicas que solo ha jugado a favor de la clase dominante. Todo se complicó todavía más tras el desplome del proyecto del socialismo de Estado en la Unión Soviética, ya era prácticamente imposible hablar de izquierda, de transformación social, de una alternativa al modelo capitalista que asesina y esclaviza.

Hoy nos encontramos en una fase de reacción neoliberal. El capitalismo se deshace de todas sus ataduras para lanzarse a la conquista de todos los mercados posibles. Debemos ser conscientes de que, tras las deslocalizaciones industriales, la clase obrera europea se encuentra en una situación que nada tiene que ver con la de principios del siglo pasado. Cuesta hoy imaginar el levantamiento de grandes centrales sindicales desde la que realizar todas las luchas sin un proletariado concentrado en grandes industrias. Si algo hemos aprendido de quienes han sabido luchar en esta fase histórica es que es necesaria la resistencia y pelear por cada pequeño espacio, por cada rincón en el que el sistema pueda sufrir de contradicciones. Ahora más que nunca es el momento de quienes pregonamos el cambio sumando desde abajo y no conquistando desde arriba.

Actualmente el neoliberalismo ataca todo aquello que fue creado para mantener el pacto de clase y que ahora mismo supone un palo en la rueda para el avance capitalista. Esto es, el aparato de servicios sociales administrados por el Estado. Aspirando a la máxima desregulación, a la máxima ganancia, colocan sus alambradas en nombre del libre comercio.

Es aquí donde debemos encontrar un espacio para la lucha. Porque el pueblo trabajador necesita sanidad, necesita educación, necesita cultura. Defender lo público puede parecer una contradicción desde un punto de vista anarquista, demasiado tiempo lleva el Estado acaparando lo que al pueblo pertenece. Por eso mismo nuestra lucha, nuestra alternativa, no debe quedarse en una defensa de lo público ante las políticas neoliberales, tal y como ya hacen social-liberales y socialdemócratas, sino representar un avance enfocado a despojar al Estado de lo público para ponerlo bajo gestión popular. No podemos limitarnos a construir redes de autogestión paralelas mientras la mayor parte de la clase obrera depende de aquello que se encuentra en manos del Estado, el proyecto expropiatorio y la autogestión de los servicios tienen ahora más sentido que nunca.

El anarquismo social, que ante los cambios sociales acontecidos no ha sido capaz de devolver sus organizaciones clásicas –los sindicatos de masas- a su anterior gloria, sin olvidarlas debe comenzar a levantar organizaciones que le permitan insertar sus alternativas en todos y cada uno de los terrenos de lucha. Es alarmante que ante la ofensiva neoliberal la única alternativa que se levante sea una izquierda reformista más o menos desteñida entre proclamas populistas, es el momento de reafirmar la validez de una alternativa radical para la resistencia y la transformación.

En este terreno la existencia de una organización estudiantil de orientación y práctica libertaria puede jugar un papel fundamental. Es cierto que la categoría estudiante es interclasista, pero no es menos cierto que, desde la construcción de la educación de masas, la inmensa mayoría del estudiantado proviene de la clase trabajadora. Es por tanto un terreno en el que merece la pena estar presentes. El sindicato, estructura por naturaleza estable pero también relativamente rígida, se ha mostrado poco eficaz para insertarse en el movimiento estudiantil. Es necesario, sin embargo, recordar que la organización estudiantil que surja no puede dejar de lado ni un solo momento el proyecto de la clase trabajadora, trabajando en estrecha colaboración con el resto de organizaciones revolucionarias de clase. Lo que puede traer la inserción de estudiantes, futures trabajadores, en un proyecto de clase y en el movimiento libertario, solo lo puede aclarar el tiempo. Pero apuesto a que no puede ser malo.

En estos momentos el movimiento estudiantil en el Estado español se encuentra en una situación de fragmentación que solo nos abre oportunidades. El Sindicato de Estudiantes, formación de régimen desde los años 80, se encuentra reducido a su mínima expresión, incapaz de responder a la agresión neoliberal y solo sostenido por unos medios oficiales cada vez más puestos en duda. Por lo demás, la izquierda reformista intenta levantar una coordinadora que suponga una correa de transmisión a sus políticas, sin lograr todavía demasiado éxito. Solamente en aquellos territorios con movimientos de liberación nacional fuertes encontramos un movimiento estudiantil relativamente articulado en torno a esas corrientes.

El movimiento estudiantil es de naturaleza inestable, dado a la espontaneidad y poco dado a formar estructuras que permanezcan en el tiempo. Pero también es uno de los terrenos más receptivos a las prácticas asamblearias y terreno fecundo para la expresión práctica de las alternativas libertarias de organización y actuación. El papel de la organización estudiantil libertaria en el mismo es claro y pasa por compensar sus defectos, aportando estabilidad y un proyecto a largo plazo; y potenciar sus virtudes, haciendo crecer las estructuras asamblearias y federativas del estudiantado, dándoles un carácter combativo y previniendo su instrumentalización por parte de organizaciones partidistas.

Ante el fracaso del modelo educativo social-liberal y el descontento que produce el nuevo modelo neoliberal debemos potenciar la creación de un nuevo proyecto educativo, lanzado desde el movimiento estudiantil en alianza con les trabajadores de la educación y al servicio del pueblo trabajador. Un modelo con la educación que queremos, justo la contraria a la que nos venden. Ante su oscurantismo religioso, racional y científica; ante su autoridad, libertaria; ante su lógica patriarcal, feminista y liberadora; ante su segregación, una educación integral que aune lo técnico con lo intelectual; ante su interés mercantil, al servicio de la sociedad; ante su uniformidad, diversa; ante su gestión estatal o corporativa, el pueblo trabajador dirigiendo su propia educación.

Con la celebración de un Primer Congreso Estudiantil Libertario en Madrid este verano se abre un proceso que podría conseguir que el anarquismo abandonara su situación de marginalidad como proyecto social y político. Nos encontramos ante una oportunidad como no la ha habido en décadas para construir alternativa, unidad, lucha y organización. Este proceso no puede venir si la voluntad de trabajar por este objetivo, de construir la organización desde la base, de diálogo y consenso; es decir, de federación. Caminamos firmemente hacia la organización estudiantil, caminemos también con paso firme hacia la emancipación completa de la humanidad.

¡Viva el Congreso Estudiantil Libertario!
¡Arriba les que luchan!

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