De organización y otras cuestiones

Por Lus
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La asociación de los seres humanos responde a una necesidad de realizar algo en común. En cuanto a los anarquistas, existe hoy en día una gran controversia en torno a qué método organizativo resulta más adecuado. Este artículo es en realidad una respuesta a un comentario aparecido en las redes sociales. Cito textualmente:

«Respecto a lo de que es necesaria una organización formal, ya sabes lo que pienso. Creo que esa labor la pueden hacer colectivos autónomos sin necesidad de siglas y centralismos burocráticos que de hecho, demostraron no funcionar y derivar en dinámicas nada propias en mi opinión del anarquismo. No hay que dar de lado a la situación social, pero tampoco creo que haya que obcecarse en dinámicas obsoletas y fracasadas. Hay que sentarse e idear herramientas nuevas recogiendo lo positivo de cada experiencia y probando, y dejarnos de ir de anarco-leninistas santificando que si la “organización formal”, que si “sentar las bases en el futuro inexistente”, que si “legalismo queda-bien”… No hablo de ilegalismo por ilegalismo, pero como dice Folie a Trois:

“Mantener la estructura por la estructura es burocracia pura y si me apuras una postura inmadura”

Y siempre hablas de sentar las bases desde esa perspectiva legalista y activo-pasiva, pero olvidas que la acción insurreccional ha aportado muchas veces a sentar esas bases, por lo que es cierto que no es oro todo lo que reluce, pero muchas cosas sí lo son.

Amplitud de estrategias y cooperación entre las distintas tendencias revolucionarias para que la práctica insurrecta no choque con la labor cultural y vice-versa. No hay tiempo que perder y está todo por hacer.»

¿Te parece que el FEL chileno, una organización que lleva 10 años inserto en la lucha estudiantil, una organización burocrática? ¿Te parece que la FAU uruguaya, la específica con más años, una organización anquilosada? Por desgracia, la FAI española está muerta y a nivel europeo, la corriente especifista no pasa por buenos momentos. Esto es debido a la escasa dinamización de los militantes, que tras perder el norte, no supieron elaborar un programa político de carácter libertario viable. Veo que tu crítica va hacia aquellas organizaciones que han quedado enquistadas. Sin embargo, no todas las organizaciones formales derivan en estructuras pétreas y estancadas, como está sucediendo en general en Europa. Pese a todo, están saliendo iniciativas organizativas -muy tímidas- de esta tendencia inspirada en las experiencias de las específicas latinoamericanas.

Tengo esperanzas en la organización formal porque pienso que es la mejor herramienta que nos permitirá el aprendizaje mutuo, adquirir experiencias en la lucha, creciendo como colectivo conforme vayamos avanzando y acumulando fuerzas. Esto es lo que entiendo por “sentar las bases”, no me refiero a quedarse en el salón debatiendo en aspectos teóricos y difundiendo textos sobre teoría política, teniendo como objetivo crecer únicamente, y que por arte de magia llegue la Revolución. No. Soy consciente de que el ser humano no tiene un destino predeterminado y que por sí sola, la sociedad no tiende a avanzar hacia el comunismo. Todo es fruto de las voluntades de la sociedad y es preciso que sepamos articular una respuesta social capaz de transformar esas voluntades en una fuerza revolucionaria que aspire a acabar con el capitalismo y el Estado para construir una sociedad sin clases.

Así que, cuando hablo de “sentar las bases” digo que se ha de aplicar la teoría a la práctica y participar de las diferentes luchas sociales, y por supuesto, en la lucha de clases. No, no la santifico, pienso que la organización formal es la mejor manera para poder materializar nuestros objetivos, pudiendo elaborar nuestros propios programas políticos y que el anarquismo no quede en restos marginales que se dedican a criticar al resto y a realizar atentados.

¿El anarquismo necesariamente tiene que estar en la ilegalidad? ¿Si nos movemos dentro de los márgenes legales somos esos “legalistas queda-bien”? Antes de responder a tu afirmación, he de hacer una distinción entre lo legal y lo legítimo: lo legal es todo aquello que no viola la ley (obvio) pero lo legítimo no expresamente está reconocido por la legalidad. Un ejemplo: la ley que prohíba el asesinato puede ser obedecido por ser ley o puede ser respetada porque es legítima. En cambio, una ley a favor de la tiranía es ilegítima porque atenta contra los intereses de la mayoría en favor de una élite dominante. En lo que a mí me respecta, debemos atender más a la legitimidad que a la legalidad, y si nos movemos dentro de los márgenes de la ley, no significa que necesariamente estemos obedeciéndola.

No puedo negar que la acción insurreccional haya podido generar una cohesión social en las luchas por la tierra en Val di Susa, Italia, pero hemos de atender al contexto también. Pienso que a nivel del Estado español sería más conveniente apostar por un anarquismo social y organizado, para tener más presencia en los movimientos sociales que actualmente están siendo acaparados por la izquierda institucional y el ciudadanismo. Solo acabamos de empezar y todavía nos queda mucho trabajo por delante.

Estamos de acuerdo en la construcción de una sociedad libre pero en lo que diferimos es en los métodos organizativos y también estamos de acuerdo en que las luchas intestinas no ayudan a fortalecernos. Sin embargo, compartir diferentes puntos de vista sin llegar a calumniarnos siempre resulta enriquecedor.

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