De zombies e insurrecciones

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Lo sucedido al Centre Social Autogestionat Can Vies ha dejado ver, una vez más, lo “curioso” de la insurrección. En esta ocasión no se han podido leer/escuchar tantos comentarios críticos con la acción directa violenta que se desató tras la demolición del emblemático centro. La gente aplaudía la quema de la máquina que derribó aquellos ladrillos cargados de sueños y esperanza. La imagen se comentó mil veces en Internet, y parecía que reinaba (en las calles del Estado) un ambiente de gozosa subversión que ponía a todes al mismo lado de la barricada. Aquella escombrera nos hizo pensar de nuevo lo que ya habíamos pensados muchas veces: “estes cabrones se han pasado tres pueblos.”

Cuando “les cabrones” se pasan “tres pueblos” parece que la gente se anima a aceptar tácticas alternativas de resistencia (y digo alternativas por no ser las más comunes ni las más practicadas). Sin embargo, cuando “les cabrones” no llegan a los “tres pueblos” la quema de maquinaria y el ataque a los símbolos del sistema ya no se aceptan tan bien, como si tuviéramos que esperar a que tiren todos nuestros espacios liberados para empezar a defendernos. ¿No es acaso el Estado el mismo agente represor tire o no tire un centro social autogestionado? ¿No son los bancos, acaso, las mismas entidades explotadoras desahucien o no a una familia? ¿No es la policía la misma institución represora haya o no manifestación?

Los desastres hacen las cosas más fáciles, porque es en tiempos de crisis cuando las alternativas cobran una realidad más real (valga la redundancia). Cuando todo está echado a perder, cuando ya no nos queda nada de la comodidad que solíamos tener (por falsa que fuera), es cuando realmente nos creemos que las cosas “se pueden cambiar.” De ahí que tengamos tantas películas de zombies, de apocalipsis, y de catástrofes mundiales (y tantes seguidores de estas cosas). Como si vivir en un mundo cuasi-primitivo de zombies fuera una liberación material y espiritual: ¡por fin no tengo que ir a la oficina todas las mañanas! ¡Por fin no tengo que pagar la letra del coche! ¡Por fin no me tengo que preocupar de la universidad de los chiques! Mañana, siempre esperamos al mañana para que llegue ese apocalipsis liberador.

Pero sin zombies ni apocalipsis las fuerzas que derriban centros sociales autogestionados, las personas que reprimen y torturan a les que levantan la voz, o las instituciones que enchironan a les que se involucran, siguen estando ahí. No busques zombies o antidisturbios demoliendo centros okupados para comenzar a vivir tu aventura. No busques el apocalipsis para empezar a organizarte y actuar. La mayor catástrofe ya la estás viviendo, y se llama autoridad y capitalismo. Las pequeñas insurrecciones de la gente no tienen un sentido diferente si se dan tras el ataque a uno de nuestros espacios o en esos supuestos tiempos que llaman de “paz social” (pues la paz social todavía no ha llegado. por mucho que digan). Los motivos para organizarse siempre han estado ahí, esperando a ser llenados de motivación.

Motivos nos sobran, nos falta motivación.

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