El deterioro de las relaciones sociales

Por Lus
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Con la hegemonía del neoliberalismo, las relaciones sociales en el primer mundo están cambiando a un ritmo muy acelerado y cada siguiente generación posee una enorme diferencia con respecto a la anterior. El ritmo de vida acelerado, las continuas novedades y nuevos productos anunciados en la tele, las modas,… suponen cambios constantes en lo cotidiano pero sin tocar el estilo de vida ni los valores. La interacción entre individuos que viven en un mismo poblado ya no es lo que era. ¿Qué se ha perdido en ellas y qué se ha ganado? ¿Por qué cada vez los individuos se ven más aislados y más hostiles? ¿Cómo reconstruir las relaciones sociales que se están atomizando?

Podríamos distinguir dos causas principales que ocasionaron la pérdida del calor humano en las relaciones interpersonales que a la vez son consecuencia del avance del neoliberalismo. Destacamos pues la concentración de población en ciudades y sobre todo las nuevas tecnologías.

La aglomeración de la población en las grandes ciudades y la gentrificación no ha permitido crear un ambiente donde se creen lazos comunitarios, al contrario, está creando un ambiente hostil en mayor o menor grado dependiendo de la población que resida en esos lugares. La ciudad es un lugar donde la mayor parte de la gente está en movimiento y es cuando observamos a individuos aislados que muestran una absoluta indiferencia hacia lo que le rodee y en la mayoría de los casos, difícilmente se puede comunicar con ellos. Al no existir una adecuada comunicación entre los vecinos ocasiona que la convivencia termine por ser conflictiva e incapaz de dar una respuesta en caso de una agresión externa, como por ejemplo una construcción de nuevas viviendas derribando las antiguas. Lo mismo está ocurriendo en los lugares de trabajo, que al ser más temporal, da mucha menor probabilidad de que entre los trabajadores establezcan lazos de unión.

El desarrollo de las tecnologías de la comunicación ha permitido la transmisión de un gran volumen de información y casi instantáneamente. Más con internet, una herramienta que nos da posibilidad de contactar con personas de todo el globo y comunicarnos con ellas en directo a través de chats o videollamadas. Gran parte de nuestra generación ya aprendió a manejar el ordenador en la adolescencia y la siguiente que venga quizá nazcan con el móvil en la cuna. La introducción de las nuevas tecnologías en las relaciones sociales supuso un cambio radical en ellas que ha afectado radicalmente. El punto a favor es la facilidad para poder comunicarnos instantáneamente con otras personas en distintos lugares. Además, con la gran cantidad de desconocidos que nos rodean, el individuo termina por quedarse solo entre las masas pero siendo también parte de ellas.

Sin embargo, la juventud actual está perdiendo sociabilidad al acostumbrarse al uso de móviles e internet para comunicarse, donde cada nueva generación recibe un ordenador -incluso móvil- a edades cada vez más tempranas. Las conversaciones mediante lenguaje escrito resultan impersonales y en ellas se suprimen importantes factores como el tono de voz, los gestos y la expresión facial, sustituyéndose por iconos que representan estados de ánimo. Al chatear no es lo mismo que cara a cara, pues detrás de las pantallas, al no mostrarse la cara, se es más propenso a mostrarse agresivo y a dar una imagen falsa. Entonces se fomenta actitudes antisociales y cada vez más jóvenes se encierran en sus casas delante del ordenador, que da como consecuencia la timidez y ser menos propensos a hablar con otros.

No obstante, todavía no se ha perdido del todo y se sigue observando que hay comunicación entre la gente. Con este breve análisis pretendo tratar un tema que resulta importante a la hora de difundir nuestras ideas y sobre todo, para crear lazos comunitarios entre la población y concretamente, entre los explotados, siendo de mayor relevancia lo referido a la juventud. Recordemos que el movimiento obrero y campesino del pasado siglo ha podido tener fuerza gracias a que existían lazos de solidaridad que se forjaron mediante unas buenas relaciones interpersonales entre los habitantes locales. Pese a todo, se nos planta el dilema de cómo reconstruir esas relaciones sociales que se están perdiendo con el avance del neoliberalismo y la creciente movilidad al que se nos exige, quitándonos tiempo e impidiendo que entre un grupo de gente pueda establecerse una mejor comunicación.

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