Errekaleor Bizirik. Las raíces obreras del barrio autogestionado en Gasteiz

8 min. de lectura

Normalmente, y por desgracia, solo cuando sucede alguna noticia de actualidad relevante en las luchas de los movimientos populares (y habitualmente esta noticia suele ser negativa), se dan a conocer proyectos de largo recorrido que antes estaban sumidos al conocimiento solo en el propio territorio local. No obstante, me parece importante que en nuestro medio de comunicación social y libertario, apoyemos siempre cualquier proyecto de autonomía y emancipación obrera, y más si cabe solidarizarnos si es objeto de la represión por parte de la clase dominante.

Es por eso, que una vez más, dada la coyuntura de actualidad política, ponemos de relieve la represión sucedida, en esta ocasión en el barrio de Errekaleor, en Vitoria-Gasteiz, indagando en las raíces del mismo.

El origen de este barrio fue una urbanización construida a las afueras de la ciudad durante el Franquismo, destinada a servir de viviendas para los trabajadores emigrantes fruto de la expansión industrial iniciada en la década de los años 50 del pasado siglo XX. Fundamentalmente lo habitaban obreros de factorías de automóviles, y el barrio tomó el nombre de un pequeño río que forma la vaguada en el que se asienta, aunque, inicialmente, debido a una cooperativa alavesa promocionada por el régimen franquista, se le dio el nombre de «Un mundo mejor» (recuerda irónicamente a la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley). Los principales centros de socialización y culturales del barrio fueron impulsados por sus propios vecinos y vecinas, implicándoles en una dinámica de alta concienciación de sus vidas como parte de la clase trabajadora a la que pertenecían. Uno de los cinco asesinados en los sucesos del 3 de marzo de 1976 por la represión policial, Barroso Romualdo, era vecino del barrio.

Tras la reconversión industrial en los años 80 este barrio fue siendo abandonado por la administración pública, potenciando que se convirtiera en un gueto de pobreza deliberadamente, viendo cómo en su entorno comenzaban a edificarse barrios residenciales de mayor nivel económico. Surgió entonces un proyecto que fue incluido en la ordenación urbanística de la zona sur de la ciudad de Vitoria-Gasteiz aprobado en el año 2000, y finalmente se decretó el realojamiento de sus habitantes para la futura demolición y su reconstrucción como parte integrante del nuevo barrio de Salburua.

Esta reconstrucción se enmarcaba en las dinámicas gentrificadoras que proyectaban modernos edificios y parques sobre ese barrio de raíces eminentemente obreras. Su ya escaso vecindario, en declive desde hace décadas, estableció una plataforma de personas afectadas por este proyecto, quienes veían imparable el avance de las excavadoras pero no querían moverse de su barrio de toda la vida. Sin embargo, será con el estallido de la burbuja inmobiliaria cuando el proyecto urbanístico quedó descartado completamente por el gobierno local y se agudizó aún más si cabe el abandono del barrio.

El ayuntamiento municipal, por lo tanto, desasistió la zona definitivamente, forzando a marcharse a los pocos vecinos y vecinas que aún quedaban, convirtiéndose en una zona de edificios desolados donde algunas personas sin hogar encontraban un techo bajo el que sobrevivir. Sin embargo, en septiembre del año 2013 el movimiento juvenil vasco, principalmente estudiantes, accederá a una de las primeras casas recuperadas, y dos años más tarde serían en torno a un centenar de personas las que habrían decidido ocupar las viviendas para llevar a cabo un proyecto político de rehabilitación común.

Estos años han tratado de revertir el proceso de abandono sometido por las autoridades y destinado a vaciar el barrio. Por lo tanto, se puso en marcha una de las más significativas experiencias de autogestión en la historia reciente, que denominaron Errekaleor Bizirik (‘Errekaleor vivo’ en castellano). El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, siempre ha mantenido una actitud de rechazo y beligerante contra la reocupación del barrio de Errekaleor, tanto es así que intentó forzar el desalojo del barrio, consiguiendo un efecto absolutamente contrario. Los movimientos sociales y populares de la ciudad se solidarizaron con el proyecto, y sirvió como punto de confluencia entre estos y el movimiento estudiantil de la ciudad.

La asamblea que gestiona el barrio conjuntamente está implicada en numerosas actividades políticas y sociales relacionadas con el antifascismo, la igualdad de género, el movimiento animalista, lucha contra los desahucios, o la juventud independentista vasca. Sin duda, durante estos años el proyecto ha crecido y se ha ido dando a conocer en la propia ciudad, actuando de espacio de cohesión y proyectos en torno al movimiento popular y obrero.

Desgraciadamente, ayer mismo también ha saltado su conocimiento a otros territorios del Estado español debido a la represión que ejerció la Ertzaintza en el barrio de Errekaleor. Varias decenas de ertzainas asaltaron el barrio para que técnicos de la empresa eléctrica Iberdrola pudieran cortar el suministro de luz, a petición del Departamento de Industria del Gobierno vasco. Esa misma empresa eléctrica que día tras días se enriquece a costa del sufrimiento de muchísimas familias trabajadoras para pagar unos recibos de la luz cada vez más abusivos. A pesar de la pronta reacción del vecindario establecido en las viviendas, y los solidarios y solidarias que se desplazaron al lugar, ha sido imposible impedir que los operarios encontraran la manera de cortar los cables.

Un muro humano impedía acceder al transformador principal, y la policía vasca ha actuado ejerciendo violencia contra los compañeros y compañeras, e incluso deteniendo a tres personas en la acción. Las fuerzas policiales asediaron el barrio, sembrando la represión durante su operación y acometiendo aquello que las instituciones vascas y las empresas eléctricas dictaron. Sin embargo, encontraron la resistencia de una juventud y unos movimientos populares organizados, que también se manifestaron en el centro de Vitoria-Gasteiz por la tarde para tomar las calles y mostrar su rechazo a esta acción represiva.

A día de hoy encuentran la solidaridad de muchos colectivos sociales de clase trabajadora de Euskal Herria y de otros territorios, y nuestra mejor aportación a los compañeros y compañeras es dar a conocer esta información y promover una comunicación crítica, activa y de apoyo constante. En la línea de desatomizar lo atomizado, demos a conocer los proyectos de autonomía política, autogestión y empoderamiento desde abajo para que más personas participen de ellos ampliamente.

 

Comparte este artículo