La falacia de la vuelta al pasado

Por Lus
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Por muchos sitios circulan mensajes alegando que con los recortes y los ajustes se está volviendo al siglo XIX, otros más atrevidos lo atrasan a la Edad Media o incluso a la prehistoria. La falacia viene dada porque se cree que el progreso social es un proceso lineal paralelo con la línea temporal cuando en realidad, el progreso social es independientemente de dicha línea temporal, siendo ésta siempre continua y constante. Se puede entender como progreso social un avance positivo de la sociedad en que los individuos que la conforman consiguen un mayor bienestar tanto físico como moral, emocional y espiritual, llegando además a superar las hostilidades y los prejuicios entre vecinos y vuelvan a surgir entre las personas lazos comunitarios y solidarios donde predominen los valores del respeto, la cooperación, la responsabilidad, la dignidad y la libertad. Basándonos en esto y revisando las etapas de la historia, podemos sacar la conclusión de que hubo épocas y en ciertas zonas geográficas donde se dio un retroceso social y otras, progreso social.

Sin embargo, ¿es posible hacer una comparación en cuanto a contextos sociales independientemente de la línea temporal? Es cierto que en el siglo XIX no existían derechos laborales y decir que vamos en ese camino porque nos están recortando esos derechos igual podríamos acertar si solo hablásemos de este tema sin tener en cuenta otros aspectos. Encontramos entonces que hay un símil. No obstante, la intención de los recortes no es volver a tener las mismas condiciones que en el siglo XIX sino que responde a la necesidad de liberalizar el mercado laboral, de crear un mercado laboral competitivo donde exista mano de obra barata pero productiva. En realidad no se está retrocediendo ni se pretende repetir la historia sino que el avance va por otras sendas, en este caso, la senda neoliberal. El liberalismo económico clásico difiere mucho del neoliberalismo básicamente porque en el clásico tiene más peso la industria y en el neoliberalismo, la especulación y las finanzas.

En cuanto al progreso social, ésta es inversamente proporcional al crecimiento económico y al desarrollo y avance del capitalismo, es decir, conforme el sistema capitalista vaya extendiéndose cada vez más y a conquistar más mercados, la sociedad va cada vez más en decadencia. En este caso, se podría hablar de retroceso social pero no de volver al pasado. No habría que confundirlo con progreso tecnológico de lo que llamamos “primer mundo”, pues sí va avanzando, aunque a costa de la destrucción del medio ambiente.

Si tenemos ahora en cuenta todo el contexto en el cual se dan los recortes y las privatizaciones, observamos una diferencia considerable. Comparándolo con el siglo XIX, encontramos únicamente la similitud en el mercado laboral. Pues el de aquellos tiempos no estaba regulado, siendo la mano de obra  muy barata y de usar y tirar que curiosamente es la misma que los países en vías de desarrollo y subdesarrollados, o mejor dicho; países que proveen de materias primas a bajo coste al “Primer Mundo”. Reliquias de la globalización. Mientras, actualmente en Occidente, el mercado laboral tiende a su liberalización. Sin embargo, una diferencia significativa es que hace dos siglos se estaba gestando una conciencia de clase y que posteriormente, en el primer tercio del siglo XX se pudo materializar en una fuerte oposición obrera, al contrario que actualmente, donde encontramos a gran parte del proletariado desorganizado, despolitizado, atomizado y pasivo. Otro dato importante es el poco contacto que se tiene en los puestos de trabajo y las hostilidades que se dan entre trabajadores en el actual contexto, lo que dificulta la comunicación y la creación de un ambiente propicio para la asociación. Ello unido al empleo cada vez más temporal y que la distancia de la residencia con respecto al lugar de trabajo hace que se gaste mucho tiempo en el desplazamiento.

Algunos más atrevidos llegan a comparar la situación con la Edad Media pese a la nula relación que hay entre la sociedad de aquellos tiempos con la de hoy en día. Por no hablar de la etapa prehistórica. Cabe señalar que estas comparaciones caen en falacia al pensar que, como son del pasado necesariamente son sociedades atrasadas cuando esa afirmación es falsa debido a que durante la Alta Edad Media existieron modelos de sociedades comunales y durante la Prehistoria la organización social fue lo que denominan comunismo primitivo, modelos sociales incomparables con la sociedad capitalista donde predominan las injusticias y la desigualdad social. Sobre todo, fueron etapas previas al capitalismo, lo cual aún no existían esos valores de la competencia, el individualismo narcicista-burgués, el lucro… que hoy en día gran parte de la sociedad occidental lleva interiorizada.

Debemos pues tener en cuenta, a parte de la connotación sarcástica con que utilizan la comparación de las políticas de austeridad con el retroceso en la línea del tiempo, el peligro que supone asimilar dicha comparación, porque no se debe asociar el progreso social con el transcurso del tiempo que, como ya señalé anteriormente, son independientes. Las políticas de austeridad (recortes y privatizaciones) responde a la necesidad de perpetuar el neoliberalismo y evitar su debilitamiento.

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