La historia olvidada del maquis antifranquista

13 min. de lectura

La guerrilla antifranquista o maquis han sido los grandes olvidados de la historia de la lucha obrera. Exiliados a la desmemoria en las crónicas oficiales, conocidos como «los del monte», fueron partidas antifascistas organizadas de hombres y mujeres que luchaban por su propia supervivencia aspirando a vivir en libertad, resistiéndose a ser cautivos o desarmados.

El origen del maquis antifranquista.

Su origen se debe situar ya en el verano de 1936, puesto que las zonas controladas por los militares sublevadosi se repletan de huidos o guerrilleros. Según avanzan las tropas sublevadas se desata la represión contra las personas implicadas en movimientos políticos de izquierdas, por lo que numerosos grupos dispersos se esconden en casas de familiares o huyen a los montes para encontrar refugio frente a esta sistemática represión. Estos grupos de huidos fueron el germen de las futuras agrupaciones guerrilleras, que durante la guerra trataban de apoyar la lucha contra el fascismo participando en la interrupción de las comunicaciones, suministros tras las líneas enemigas y la realización de operaciones especiales. En septiembre de 1937 se sumarán multitud de huidos tras la caída del frente del Norte, comenzando a contemplarse la continuación de la guerra contra el el régimen franquista en caso de desmoronarse los frentes del Ejército Popular. El mayor contingente de guerrilleros se incorporará en enero de 1939 al caer las principales ciudades catalanas, se cierran las fronteras y se crean campamentos en los Pirineos. Se produce el paso de la frontera francesa de 500 mil personas huidas, que acaban en campos de concentración al sur de Francia. En estos campos comienzan a reorganizarse las fuerzas políticas antifranquistas, pero un peligro sobreviene poco tiempo después. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, ante la invasión de Francia por los nazis alemanes en 1940, muchos exiliados antifascistas españoles son integrados en las fábricas francesas y en bloques del ejército francés para hacer frente a los nazis que han cruzado la frontera.

Francisco Ponzán, un maestro militante de la CNT fue un destacado hombre de acción durante la Segunda Guerra Mundial. Se dedica a abrir redes de escape y recursos en los Pirineos, en los años 1940-1941 surgen numerosos grupos de sabotaje o propaganda por toda Francia, donde un alto porcentaje de efectivos son antifascistas españoles, integrados por su decisiva experiencia en la guerra los años previos. En algunos casos incluso los Aliados enviaban recursos, medicamentos y alimentos por aire a grupos de resistencia. Se crean algunos grupos anarquistas de resistencia en el sur de Francia, e incluso París será liberada por la Nueve Compañía, formada por españoles, y que se dedican a recoger armas clandestinamente en vehículos para ser transportadas a España.

Incursión en el Valle de Arán y reorganización de las partidas guerrilleras.

En septiembre de 1944 se produce una misión especial organizada para la incursión en el Valle de Arán, ya desde dos meses antes varias unidades guerrilleras acceden clandestinamente por la frontera de los Pirineos. El objetivo de la misión era crear un territorio liberado en España, que animara a un levantamiento social y forzase a los Aliados a actuar contra el Franquismo al igual que se estaban liberando del fascismo otros países. Solo se consiguen conquistar algunos pueblos y aldeas pirenaicas, la respuesta de las unidades Franquistas compuestas por guardias civiles, policía armada y batallones del ejército fue contundente, por lo que el intento de ofensiva fue un desastre y acabó fracasando.

Pese a la derrota de la operación, los antifascistas españoles consiguen mantener intactas sus expectativas de desalojar el Franquismo de España más tarde o más temprano. Por eso se produce dentro de la Península un fuerte incremento de la actividad guerrillera y una reorganización de las partidas, con la incorporación de nuevos contingentes que atravesaron la frontera. Se especializan dos tipos de guerrillas: por un lado la guerrilla urbana, destacada en Madrid, León, Granada o Málaga. Incluyendo algunos intentos de matar a Franco, principalmente por parte de militantes libertarios que llegaban a Madrid con ese objetivo. Las guerrillas rurales destacaban en Galicia y Asturias, Aragón y Valencia, Extremadura y la Mancha o las serranías de Andalucía. Las guerrillas de Navarra, Aragón o Catalunya vivían en Francia y actuaban a través de la frontera, por lo tanto eran itinerantes entre el ámbito rural y el urbano.

Actividad guerrillera y vida cotidiana en el monte.

Las actividades guerrilleras eran limitadas, y se cernían casi exclusivamente a la supervivencia. Realizaban asaltos para acceder a alimentos, se solía comer en crudo en los campamentos o se hacían fuegos muy pequeños para evitar ser descubiertos por la señal del humo. Tenían una amplia movilidad nocturna, caminaban con pequeñas avanzadillas que reconocían el terreno, y no se desplazaban con nieve o niebla. Evitaban pasar por sembrados donde no podían guarecerse fácilmente, y en ocasiones retenían a cazadores o pastores por seguridad para no ser delatados. Tan solo el 2% de los integrantes de estas partidas eran mujeres, en general eran rechazadas y excluidas, y normalmente actuaban como enlaces, exponiéndose más que los hombres. La labor de apoyo de los enlaces era fundamental, y en muchas ocasiones eran los más reprimidos, la Guardia Civil atacaba y desmontaba los grupos de apoyo, más indefensos, y eso estrangulaba los apoyos de la guerrilla.

La salud era muy precaria, contaban con algunos botiquines muy básicos y remedios tradicionales. Habitualmente no tenían médicos, aunque se obligaba a algunos a colaborar coyunturalmente, y se bajaban a los heridos a los pueblos para ser intervenidos en clandestinidad. Estaban mucho mejor armados los grupos guerrilleros cerca de la frontera, o bien para conseguir nuevas armas se atacaba al Somaténii, o se obtenían mediante contrabando. La higiene era muy escasa en el monte, solían bañarse de vez en cuando en algún río y sin jabón para no dejar rastro de espuma en el agua corriente. Aunque vivían en el monte, siempre que podían trataban de ocupar cortijos, casetas rurales o minas abandonadas, aunque era común que cambiaran habitualmente de sitios para no levantar sospechas. Editaban propaganda guerrillera para contrarrestar la idea difundida por el Franquismo de que se trataban de partidas de bandidos o salteadores. Utilizaban en ocasiones morteros para lanzar octavillas a modo de proyectil, y que se propagaran en una localidad o una zona concreta. También participaban en la voladura de torretas de alta tensión con el fin de sabotear las comunicaciones de las fuerzas represoras. El cruce de puentes sobre los ríos era muy peligroso porque les dejaba demasiado al descubierto e indefensos.

Algunos grupos en Barcelona consiguieron pisos y equipamiento, como el grupo del guerrillero Ramón Claret. Sus actividades consistían en el asalto a bancos y empresas para financiar la resistencia contra el Franquismo, y obtener ayudas para los presos y sus familias. En la ciudad el enemigo contaba con la conocida como Brigada político-social de la policía, que infiltraban algún hombre en partidos y sindicatos que trataban de reconstruirse en clandestinidad. Mientras tanto, la Guardia Civil hacía frente a la guerrilla en la zona rural. Se llegaron a organizar y desplegar en el terreno algunas contrapartidas camufladas de guerrilleros, que resultaban muy efectivos para descubrir otros grupos guerrilleros, pero sobre todo enlaces de apoyo, e incluso dar mal nombre a las guerrillas mediante acciones falsas. La Guardia Civil exponía a los guerrilleros para escarnio público en los pueblos. Además, muchos guardias civiles deseosos de recompensas, condecoraciones o ascensos rápidos en sus unidades, asesinaban frecuentemente a inocentes que nada tenían que ver con la guerrilla, y justificaban su hecho asegurando que se trataba de enlaces de la misma.

Algunos guerrilleros destacables bastante desconocidos.

Podemos destacar a Laureano Cerrada, conocido como Lucio, y que fue un afamado falsificador de cupos de comida, documentación y planchas de dinero español con el que pretendía hundir la economía franquista. Trabajaba desde Francia, donde fue detenido en varias ocasiones por falsificación, aparte de preparar y financiar dos atentados contra Franco, uno de ellos en 1948 que intentó fallidamente bombardear el yate de Franco durante sus vacaciones en Donosti. Laureano Cerrada finalmente fue asesinado en París ya en el año 1976, en circunstancias aún no aclaradas convincentemente.

Por otro lado, el libertario Wenceslao Giménez Orive, hijo de un interventor fusilado por los franquistas en Zaragoza en los primeros días de agosto de 1936, se adhirió años después a la clandestina Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), siendo detenido y torturado. Más tarde, se unió al grupo de guerrilla urbana dirigido por Facerías, y acabaría siendo el jefe del grupo de «Los Maños» Elaboró una cuidadosa guía para asaltar el Palacio de El Pardo en Madrid, pero dicha acción no pudo realizarse.

También el grupo “Los Anónimos”, destacando el libertario Doménec Ibars, trataron de asesinar a Franco en 1949 en Barcelona al paso de una comitiva junto a la estatua de Colón, pero en el último momento se decidió abortar la operación porque un grupo de niños estaban situados delante y habría sido una masacre. Este incidente, no será más que uno de la cuarentena de intentos de atentado que tratará de realizar el movimiento libertario entre los años 1939 y 1964.

Ramón Vila, conocido como Caracremada, será el último guerrillero muerto, fue en agosto de 1963. Aunque el grupo conocido como Defensa Interior, organizado por la CNT-exilio continuó actuando hasta 1965, será precisamente un sector inmovilista del anarcosindicalismo quien decidió dejar de prestar apoyo a esta organización, ya bastante mermado por la represión franquista. Posteriormente surgirán grupos autónomos libertarios, destacando el Movimiento de Liberación Ibérico (MIL) una organización catalana anticapitalista activa durante los inicios de la década de 1970. Una nueva generación de militantes libertarios que recogían el testigo guerrillero y su lucha clandestina, realizando acciones para financiar el movimiento obrero. Uno de sus miembros, Salvador Puig Antich, fue condenado a muerte y asesinado a garrote vil en marzo de 1974.

i Las regiones de Canarias, Protectorado en Marruecos, Galicia, gran parte de Castilla y Extremadura, Navarra, parte de Aragón, y pequeñas zonas en Córdoba, Sevilla y Cádiz; es donde triunfó el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

ii Un cuerpo armado de protección civil, separado del ejército, instituido en la dictadura de Miguel Primo de Rivera, y restablecido bajo la dictadura franquista.

Comparte este artículo