Libertarias y comunicación: asignatura pendiente

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Por Joan García

Durante estos días saldrán decenas de comunicados sobre la nueva oleada represiva contra el movimiento libertario que se ha orquestado des de el Cuerpo de los Mossos d’Esquadra y la Audiencia Nacional. Antes de que salga otro comunicado anunciando que no nos rendiremos, seguiremos luchando, me gustaría hacer una reflexión sobre estos acontecimientos y una posible causa.

¿POR QUÉ NOSOTRAS?

Me pregunto ¿por qué es el movimento libertario, hoy en día, el punto de mira de la criminalización? Obviamente existe un componente de persecución ideológica y justificación de la represión y control pero, mi pregunta va dirigida hacia otra dirección: ¿por qué las libertarias somos de las únicas en entrar dentro de esta clasificación?

Es evidente que algunas visiones ácratas sobre el actual régimen pueden llegar a ser molestas por las élites pero, sin duda, hay muchas otras organizaciones que, por esta misma razón, podrían estar dentro del mismo saco. Sectores de la izquierda anticapitalista y antifascista, las PAH’s, grupos feministas, incluso algunos sindicatos de base y otros colectivos que practican la desobediencia han tenido un recorrido similar al del movimiento libertario de Barcelona y cercanías durante la última década pero no han sido víctimas de esta demonización. ¿Cómo sucede esto? Antes de expresar una hipótesis, un par de premisas:

• Estos grupos también son objetivos claros de la Ley Mordaza y la nueva Reforma del Código Penal y, en muchos casos, los medios también se han empeñado a deslegitimarlos, no obstante con resultados muy diferentes. Los escraches a políticos impulsados por la PAH fueron comparados con el nazismo, mientras que la derecha más casposa intentó conectar a la portavoz de la Plataforma en su momento, Ada Colau, con el entorno del terrorismo vasco.

• Es infantil y una completa falta de humildad asumir que el discurso o las prácticas del movimiento libertario son más peligrosas que el resto de apuestas antes descritas. Tenemos muy pocos ejemplos de victorias por parte de los anarquistas en los últimos años y no podemos, ni debemos asumir que estas se deban exclusivamente a nuestra intervención. Nada parece indicar que las prácticas autogestionadas hayan de convertirse en una fuerza a temer por parte del estado español en los próximos tiempos.

LA MARGINALIDAD

Si no somos tan peligrosos ni somos las únicas en recibir palos, entonces, ¿por qué hemos sido elegidas para ser el nuevo enemigo interno? Según a mi parecer, os diré que se debe, principalmente, a la marginalidad en la que nos hemos autosometido. Se trata de una marginalida en todos los niveles: con los problemas de las clases populares, con el resto de movimientos sociales, con la actualidad política y, sobretodo, con la era de las redes sociales y los medios de masas.

Creo que no hace falta resaltar las pocas propuestas frente a las luchas contra los deshaucios, los ERE’s o los servicios públicos que los libertarios hemos sabido proponer. Tampoco creo que sea necesario ver como en Barcelona existe un gran resentimiento hacia otras ideologías y lo poco flexibles que somos con las propuestas de alcance más reformista y los dogmas históricos que llevamos demasiado tiempo arrastrando. Nuestra propuesta siempre ha sido la abstención a trabajarcon estos sectores. Tampoco hemos sabido articular discursos de desafecto hacia los cambios políticos: los proyectos soberanistas y las nuevas propuestas electorales nos han pasado la mano por la cara.

Por último y, creo que se trata de lo más grave, ha sido no saber estar a la altura en el momento de trabajar nuevas formas de comunicación. Nuestros discursos son altamente maximalistas y parecen sacados del punk-rock más rabioso de hace 30 años, mientras que nuesta imagen exterior no dista mucho de la que nos intentan marcar. ¿Qué tipo de sociedad pretendemos construir si las únicas imágenes que tenemos son las de gente vestida de negro, caras tapadas y actos de tensión social?

Si bien algunas organizaciones, como la misma Embat, intentan romper esta microvisión sobre la pluralidad libertaria, aún hay sectores que defenderán los disturbios y el imaginario insurreccional como tácticas válidas. Puedo entender, en cierta manera, algunas de sus proclamas pero, debemos reflexionar sobre dos cosas:

• Primero de todo, que la Lucha no se delimita a la guerrilla urbana -por decirlo de alguna manera-. Hemos de recordar que, no solo las fuerzas represivas del Estado son quien nos hace la vida imposible. Las políticas neoliberales, la precariedad laboral, la violencia machista y el fantasma del fascismo son elementos tan peligrosos como la represión juridico-policial y no son precisamente elementos a combatir en las calles. Esta Lucha del que muchas ondean cual bandera debe estar luchada des de diversos frentes y espacios (en casa, en el trabajo, en una misma…) y con diferentes estrategias.

• En segundo lugar, hemos de ver que los medios son un frente en al que le debemos saber sacar partido. Las redes sociales y los mass-media son armas de doble o incluso, triple filo. Si bien hemos visto como muchas compañeras han terminado formando parte de las hordas en defensa de la democracia más banal o algunos periodista han sido cómplices directos de la represión sobre militantes, estos medios también han servido, en otras ocasiones para amplificar ciertos mensajes. Si la transmisión está bien ejecutada, el impacto puede ser mucho mayor que cualquier A dentro de un circulo.

Aquí se demuestra como otros sectores que las élites han intentado criminalizar han terminado siendo aceptados por el conjunto de la sociedad y la aparición de un enemigo interno ha sido anulada: su mensaje hacia el exterior ha sido de calma y empatía. Quien participa de estos espacios no es gente extraña ni violenta -en el sentido más ciudadanista que entiendo- y sus reclamaciones son básicas y necesarias. Esto quiere decir que, si no han caído en el hoyo del terrorismo ha sido porque se han legitimado.

LOS MALOS DE LA PELI

Si nos fijamos en cuál ha sido la respuesta del movimiento libertario de cara a su mala reputación, veremos que hemos tirado hacia un lado totalmente diferente, aceptando totalmente el papel de los malos de la película que nos han querido dar. Y alguien dirá: “pero participar del circo político-mediático es hacerse el juego a los poderes fácticos!”. ¿Pero es que a caso, asumir el rol de los malvados no es también colaborar con ellos y darles un enemigo contra el que luchar?*

Sinceramene creo que nunca se ha hecho una reflexión profunda entorno a este hecho ni se ha trazado ninguna linea estratégica sobre qué hacer ante los medios de comunicación. En la mayoría de los casos, la respuesta se ha resumido en asumir que todo periodista es un buitre en la cerca de carroña para las noticias de las 8 y se ha actuado imparcialmente de manera hostil hacia ellos. ¿Qué esperamos que finalmente terminen diciendo de nosotras?

Y pensaremos que lo que puedan decir los mass-media es algo que no nos interesa pero, si la política parlamentaria es un circo, debemos aceptar que nuestra política es también una obra de teatro en la calle. Hacer una pintada en una pared cualquiera o realizar una manifestación no tiene más objetivo que proyectar un mensaje muy concreto sobre un público que, en teoría, no llegaríamos a través de otros formatos. Gracias a la estética, el discurso y la reputación que nos rodea, el receptor de esta acción no dista mucho de ser el propio emisor.

Y aquí es donde entra el último factor a tener en cuenta, y es que hay demasiados autoproclamados anarquistas que se sienten cómodos dentro de la conformidad del gueto, siendo los más coherentes, letrados y críticos con todo lo que no entre en su círculo interno. Es por eso que reivindico que las ideas libertarias deben de estar al alcance de todo el mundo y debemos trabajar para acercarlas. Recordemos que ningún tipo de cambio revolucionario ha sido o será dado por la sola presencia de la ácratas, sino por su participación activa dentro de un marco mucho más amplio. Únicamente de nosotras dependerá si esta transformación tiene más o menos contenido autónomo y autogestionario o si la balanza cae por el otro lado.

CONCLUSIONES

Concluyo exponiendo una serie de propuestas para salir de esta marginalidad y, así, ser capaces de evitar ciertos grados de represión**:

1. Cambiar nuestra imagen, incluyendo la propaganda -carteles, pintadas, portavoces-, lenguaje, símbología y actos públicos

Hay suficiente en empezar con un par de clases de diseño de cartelería o bien copiando ideas ya usadas sobre el papel. L’Observador, la revista libertaria de la Garrotxa (Olot, Girona), copió su diseño de una revista escandinava que poco tenía que ver con sus ideales.

2. Trazar estrategias de comunicación efectivas

Saber aprovechas los medios radiofónicos, televisivos y digitales, sobretodo en momentos de represión y criminalización, sin caer en su mitificación ni en dejar de impulsar los medios propios o cercanos. También significa saber tratar con periodistas, cámaras y reporteras. Un buen ejemplo de ello es la rueda de prensa organizada por los grupos solidarios con las detenidas de esta nueva oleada de detenciones.

3. Flexibilizar nuestras políticas de alianzas y participar de los movimientos sociales de una manera amplia

Por mucho de nos duela, significa entender que nuestras ideas, por ahora, solo las practicamos nosotras y que, si queremos que sean adoptadas por las posiciones afines, no hay más remedio que introducirlas a través de la ósmosis y el ejemplo. Esta práctica nos puede servir para tejer nuevas alianzas y redes de solidaridad y realizar un flujo sano de militantes y proyectos que nos pueden favorecer mutuamente. También se trata de una práctica que nos permitirá romper con la hegemonía entorno al discurso, las movilizaciones y la lucha diaria. Es bien conocida la relación entre el anarcosindicalismo y la izquierda independentista en las comarcas catalanas, así como la histórica conexión que tubieron la CNT y la UGT en los años 20 y 30 del siglo pasado.

He escrito este texto des de una reflexión que lleva tiempo en mi cabeza y con la rábia de tener a compañeros muy cercanos represaliados en este caso. Toda la solidaridad, con el corazon però, sobretodo, con la cabeza.

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*Se suele dibujar un discurso de ‘ni inocentes ni culpables’. Si bien este lema encaja perfectamente con la doctrina antiestatista, nadie parece entender el mensaje y, al no declararnos inocentes, somos por defecto culpables.

**Pese a que los grandos guerreros de la Anarquía insisten en la inevitable represión, somos muchas las hartas de dedicar el 90% de nuestro tiempo político a organizar actos recaudatorios -conciertos, cafetas con alcohol, comedores, colectas, cajas de resistencia- a causa de las malas praxis a las que estamos aconstumbradas y, si bien sabemos que siempre existirá cierta represión, también debemos intentar evitarla en gran medida. No olvidemos que una compañera encarcelada es una militante menos y somos pocas.

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