[Reseña cinematográfica] El Reino

6 min. de lectura

El reino es una película española de 2018 dirigida por Rodrigo Sorogoyen, sobre un guión realizado por él mismo e Isabel Peña. Se trata de un thriller centrado en una trama política sobre la corrupción en España. Se estrenó en España el 28 de septiembre de 2018. Esta película estuvo presente en la 65º edición del Festival de cine de San Sebastián​, dónde se llevó a cabo la presentación oficial de un fragmento del largometraje a la que acudieron los protagonistas de la película.

Sinopsis: El protagonista de esta historia es Manuel Gómez Vidal, un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, y observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción. Manuel es expulsado, señalado por la opinión pública y traicionado por los que hasta hace unas horas eran sus amigos.

Su director se saca de la manga un guión sobresaliente sobre el que plasma una obra con gran poderío visual, una inyección de tensión inesperada y una necesaria trama sobre la corrupción política en España. En esta película no hay buenos ni malos, es la perfecta descripción cinematográfica de un cesto de manzanas podrido hasta el último mimbre que lo compone. Ni siquiera parece ficción, sino un filme documental, donde si bien caben muchos nombres de burócratas de las instituciones que puedan venirnos a la cabeza de golpe, la narración compone un relato que no se ampara en el cliché, sino en la más escrupulosa realidad. Es una historia auténtica, descarnada, e incómoda, una pedrada a las estatuas de muchos personajes, pero también un decidido golpe a sus pedestales.

La interpretación de los personajes es estimulante, realizan un retrato de la corrupción a un ritmo vertiginoso marcado por su apartado musical, donde la electrónica manda sobre el resto de posibilidades musicales que pudieran haber escogido como conductora inigualable de la trama. Un talento incuestionable que convierte a la película en una mirada de rabia incisiva contra un sistema que lleva en los genes la característica de corrupto. No deja lugar a dudas en torno a la corrupción política en España, el sistema no es reformable, no ha derivado en un esperpento de sí mismo, huye del buenismo y nos muestra que la corrupción es la razón de ser el sistema político, es la particular manera que tiene de respirar el capitalismo.

Un desenlace arriesgado pero decididamente acertado, precedido de unas escenas de tensión y persecución que nos ponen la piel de gallina. El debate final en un plató televisivo entre el político corrupto que quiere mostrar las fallas del sistema a la opinión pública, y la periodista al servicio de unos intereses determinados por los lobbies comunicativos, es la exposición de las dos partes que tienen en común un mismo espejo. En realidad, no existe un diálogo enfrentado entre dos posturas distintas, aunque la película corte la respiración con una discusión enconada entre ambos personajes, en ese final abrupto el guión se pone al servicio de una crítica demoledora hacia el sistema en su conjunto, y hacia cada una de las patas que le sostienen.

La película incluso consigue que sintamos compasión por el individuo, y desarrollemos una rabia visceral y argumentada hacia la maquinaria, hacia ese reino político donde los líderes pueden caer, pero jamás debe hundirse el sistema. Aunque pueda recordar a la trama judicial Gurtel, más específicamente al caso de los papeles de Bárcenas, en realidad el filme construye un retrato particular de la historia de la corrupción en España.

Una lectura clara de esta película es que debemos modificar los conceptos dentro y fuera, aquello de que no se pueden cambiar las cosas desde fuera. La realidad social es el afuera, que debemos reconceptualizarlo, es evidente que lo que hasta ahora conocemos como el adentro, es decir, las instituciones, no son más que una deformación diseñada de una rutina mecánica. Aprender a desapegarse de aquello que está putrefacto solo porque es lo único que conocemos, es como quedarse siempre en una casa atenazante por miedo a construir nuevas realidades más allá de los límites que llevamos en nuestra cabeza; porque el Estado lo llevamos incorporado en nosotros/as, se materializa en nuestro comportamiento social y cultural.

Película que roza el diez, y que merece la pena ver para sacar conclusiones propias, yo compartí con vosotros/as las mías y que seguramente deban complementarse a otras que enriquecerían la opinión colectiva. Nunca más una corrupción sin un debate profundo y a la altura de nuestros padecimientos como pueblo trabajador.

ETIQUETADO: , ,
Comparte este artículo