Se buscan líderes anarquistas… ¡y referentes!

Por Lus
17 min. de lectura

Seguramente os sonarán nombres como August Spies, Carlo Cafiero, Angel Cappelletti, Camilo Berneri, Nestor Makhno, Errico Malatesta, Francisco Ascaso, Buenaventura Durruti, Emma Goldman, Federica Montseny, Conchita Guillén y un sinfín de nombres que no cabrían en la lista. Os sonará igualmente David Graeber, Abdullah Öcalan, Felipe Correa, Murray Bookchin, Carlos Taibo… Todos ellos anarquistas, no anónimos y anónimas, pero tampoco dirigentes. Ni siquiera ocupan ni representan ni pretenden ser sus representantes del movimiento libertario. Estos personajes, tanto actuales como históricos, tanto de acción como teóricos y teóricas, realmente no inventaron nada nuevo aunque fueron personas creativas. De las primeras, simplemente, sintetizaron las ideas y las praxis a partir del estudio y articularon todos estos conocimientos bajo un ideario documentado que posee referencias a ideas de muy diversas autoras. De las segundas, personas de acción tales como Makhno, Durruti entre otras, destacan por su perseverancia, iniciativa, compromiso y voluntad férrea, con visión estratégica y sagacidad, ambición y capacidades comunicativas. Estas características son propios de líderes/lideresas, y esta es una de las razones por las que he querido responder a nuestro compañero La Colectividad, cuyo artículo es de lectura recomendada para seguir el hilo del temario. Y ya que estamos, ¿por qué no echarle un vistazo a éste también del sabio lagarto Acratosaurio?

Para ir abriendo boca, quisiera matizar una cuestión conceptual importante: no es lo mismo hablar de líderes que de dirigentes o jefes. La diferencia está en que los líderes y lideresas son personas que describí en el anterior párrafo: personas que destacan por su iniciativa, por su agudeza intelectual, su creatividad y su lucidez. Personas que dinamizan, que saben transmitir sus pensamientos y las opiniones de otras personas, que saben cómo comunicar sus mensajes (capacidad comunicativa), que mueven al grupo e instigan la participación de otras personas, que tienen ambición, que escuchan y resuelven, que consiguen su legitimidad y reconocimiento ganándose el respeto de las demás. Sin embargo, el dirigente, jefe o jefa es quien se impone por la fuerza, con base en la idea del respeto y obediencia a una autoridad. Un dirigente impone sus intereses sobre los de los demás, no es legitimado realmente por su base social (con algunas excepciones). Aunque el difigente pueda compartir características con los líderes y lideresas, hay un matiz que en la práctica se nota y mucho. Pongamos otra vez a Nestor Makhno y Buenaventura Durruti como ejemplos de líderes. Sí, líderes anarquistas;

Nestor Makhno era una persona que aparenta un temperamento frío y calculador, pero sentía dolor cuando veía caer a sus compañeros de lucha, aunque sabía ocultarlo bien, impidiendo así que se debilitara emocionalmente ante las pérdidas de sus compañeros. Poseía un caracter fuerte, fue un gran estratega y lo que aprendió en las cárceles, lo supo transmitir e implementar. Supo mover y organizar unos destacamentos guerrilleros en un Ejército popular compuesto principalmente por campesinos y campesinas. Supo sintetizar los problemas por los que atravesaba las mayorías campesinas entonces y recoger esa necesidad revolucionaria de derrocar toda forma de opresión a través de la lucha armada y la construcción de un nuevo orden social basado en el comunismo libertario. Allá donde su Ejército Negro libertaba pueblos del yugo de las diversas reacciones tanto monárquicas como capitalistas, allá se ganaba la simpatía de la población. Y desde allí creó movimiento. Este ejército se erigió como un ejército de liberación que defendía la libertad del campesinado y el proletariado, y así lo hizo. Así pues, Makhno lideró esta fuerza político-militar, pero no lo hizo porque se haya impuesto, sino porque se ganó el puesto por sus actuaciones, su personalidad, iniciativa y firmeza. Mucha gente admiraba su valor y sus grandes dotes estratégicos, y por ello, llegó hasta allí y cumplió su papel de liderar una buena parte del movimiento en el campo militar, pues lo demás no era competencia del Ejército. Dentro del Ejército Negro, la disciplina se aceptaba voluntariamente, nadie estaba obligado a ingresar en él, pero quien entrase, tenía que aceptar esta disciplina por voluntad propia, por ser consciente y estar convencido de formar parte de un ejército de liberación, cuya lucha es la defensa de la revolución.

Buenaventura Durruti en los inicios de su trayectoria política, ingresó en la UGT, aunque posteriormente haya sido expulsado por la radicalidad de sus ideas. Poco después conocería la CNT, donde se convenció firmemente de las ideas anarquistas. Durruti realmente no fue un gran teórico, ni fue un gran orador como Salvador Seguí, sino un hombre de acción. Pero su fuerza en los discursos y lo directo en cómo los transmite, con su entonación como a martillazos, junto con sus acciones, instigaba al resto de obreros a la lucha. Sus discursos transmitían esa fuerza y espíritu necesarios para avanzar, esa energía que motivaba y levantaba ánimos a quienes le escuchasen. No se andaba con rodeos ni se perdía en términos demasiado técnicos. Iba muy directo y sabía transmitir perfectamente su perseverancia e iniciativa. De hecho, su famosa frase «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y este mundo está creciendo en estos instantes», recogía el anhelo de todos y todas las anarquistas de aquella época y a la vez describía la expansión del anarquismo como fuerza política revolucionaria. Desde el inicio de su militancia anarquista hasta su muerte, estuvo siempre en pie de guerra, pasando por las cárceles y el destierro, formando parte del famoso grupo Los Solidarios y como uno de los comandantes de la célebre Columna Durruti, que comenzó reuniendo a unos 2.500 hombres y consiguó llegar a tener hasta más de 6.000.

Ambos hombres de acción murieron sin acumular ningún patrimonio. Su entrega a la lucha fue total y jamás disfrutaron de privilegio alguno cuando estuvieron al frente de la comandancia. Makhno huyó a Francia, llegando a París y murió allí enfermo en la miseria. Durruti murió en Madrid por una bala perdida, sin dejar tampoco nada de valor. No obstante, ¿qué tendría que ver esto con la actualidad? ¿Qué hay de la diversidad del movimiento libertario… o más bien su atomización? ¿De verdad la existencia de líderes y lideresas coarta la libertad individual? El caso de la okupación de la Universidad de Zagreb que menciona La Colectividad es bastante interesante e ilustrativo que sustentaría su argumentación. No obstante, el liderazgo no siempre supone una sola cabeza destacada y visible. El liderazgo se puede dar a cualquier escala. Cualquiera que en una asamblea o un grupo lleve cierta iniciativa, que dinamice, que cree, sintetice y exprese lúcidamente las inquietudes del resto, que sepa transmitir las demandas colectivas al exterior, jugaría su papel de líder o lideresa. Otra característica del liderazgo es que no siempre recae en una única persona, sino que puede rotar según qué circunstancias y cuánta base social sea su apoyo, así como cuántas les toman como referente.

Y ya que estamos, vamos a añadir la figura del o de la referente. Un o una referente sí que es una persona pública, que destaca sobre todo por su capacidad comunicativa y por su formación teórica, quienes son reconocidos por otras personas las cuales acuden a dichos referentes como fuentes de inspiración y conocimientos. Bakunin, Malatesta y demás hombres y mujeres de ideas son ejemplos de referentes ¡y hasta Bonnano para las insurreccionalistas!. Gracias a estos nombres conocidos, tanto líderes como referentes, el anarquismo sigue vivo hoy, y que con el anonimato y sin liderazgos, seguramente en las páginas de la historia no se habrían escrito revoluciones sociales como la del ’36, la Comuna de Shinmin o la Makhnovitschina, ni hubiésemos presenciado, desde la historia reciente hasta hoy, la resistencia del pueblo Mapuche, el levantamiento zapatista ni el Movimiento de Liberación Kurdo ni la Revolución social en Rojava (he de matizar aquí que Öcalan no es expresamente un líder, sino un referente, un símbolo que inspira la lucha del pueblo kurdo, que le guarda un profundo respeto).

El Acratosaurio posiblemente nos hable de referentes más que líderes, personajes públicos que recojan y transmitan a la sociedad las opiniones comunes de los y las anarquistas. Hemos de reconocer que los mass media siguen teniendo mucha más difusión que nuestros medios, y que ni nuestras páginas web, ni nuestros canales de vídeo ni la difusión en las redes sociales en las calles, pueden igualarse a los mass media. Seguramente, en un debate en La Sexta donde salga Carlos Taibo (o alguna otra cara visible del movimiento libertario) haga llegar el mensaje anarquista a más personas que personas anónimas difundiendo por medios alternativos. Y ahora bien, ¿qué es lo que queremos: comunicar mensajes a otras anarquistas o visibilizar nuestras alternativas políticas? En otras palabras, ¿hacemos política para sí o política para fuera? ¿Nos comunicamos únicamente dentro de nuestros círculos militantes o queremos transmitir nuestros mensajes de cara a los movimientos sociales y a la sociedad, en concreto, a las clases explotadas?

La necesidad de cabezas visibles y presencia mediática del anarquismo responde a la necesidad de visibilización, porque el aislamiento es nuestra condena. Sí es cierto que no puede haber nadie que represente y recoja TODAS las opiniones y pensamientos de la diversidad del movimiento, pero la idea no es tener solo una persona, sino muchas: destacados anarcosindicalistas, cabezas visibles de los feminismos, intelectuales académicos, economistas que promuevan la autogestión, y activistas y militantes de diversos ámbitos en los movimientos sociales y políticos.

Ahora bien, La Colectividad habla de que con los sabotajes también comunican, ¿pero qué? ETA también quema cajeros para comunicar un mensaje. De hecho, cualquiera lo puede hacer, hasta un hooligan del Ultras Sur. Entonces, ¿qué sentido tiene? Caer en lo mismo que critican las propias insurreccionalistas: el espectáculo. Quemar cajeros, levantar barricadas y demás acciones de guerrilla urbana, sin llevar detrás una base social amplia, no es más que simple espectáculo, el cual solo alimenta el riotporn, algo con lo que disfrutan otras anarquistas que no viven en directo las revueltas y se dejan llevar por el morbo del fuego y los cristales rotos. Dejando a un lado esto, analicemos la forma comunicativa en sí. ¿A quiénes se dirigen? ¿Realmente consiguen instigar las luchas? ¿Qué aportan? Este tipo de mensajes materializados en acciones desde el anonimato son mensajes que únicamente parecen enfocados a anarquistas convencidas, pero que dejan de tener sentido para aquellas que no lo son realmente, ni tampoco instigan a otras personas a luchar aunque hayan quienes odien a los bancos pero éstas únicamente se quedan con un “ya era hora de que ardan…” pero no mueven, no se organizan y solo disfrutan del espectáculo de la guerrilla urbana, ¡craso error creer que por liberar animales, quemar cajeros y montar barricadas lleven por arte de magia que ciertas personas se hagan anarquistas y sigan esas acciones! Porque no aportan nada constructivo, ni ofrecen más alternativas que reivindicaciones maximalistas por la libertad tras ataques simbólicos pero únicamente se enfrentan al brazo armado del Estado, sin ser conscientes de la enorme diferencia de fuerzas, motivo principal por el que a la represión le es fácil aislar al insurreccionalismo, y al anarquismo ya de paso, de posibles apoyos sociales.

Por otro lado, el fuego utilizado para comunicar algo en Gamonal o Can Vies o desde la misma Echarxia destaca no por su espectacularidad, sino que dicho mensaje fue legitimado por una base social, la cual es la fuerza real que le da contenido político-social a los cajeros rotos y sucursales en llamas.

Por último, ¿qué sentido tiene decir que somos ingobernables mientras vamos a la deriva y continuamente forzadas por la coyuntura, sin tener unas hojas de ruta ni estrategias políticas que permitan al movimiento libertario ser un actor político real para transformación social? La Colectividad acierta al decir que tenemos potencial, pero no toda persona es capaz de desarrollarla. Así como que las clases explotadas y los colectivos sociales oprimidos (de etnia y de género)  tienen el potencial de ser las únicas clases sociales con potencial revolucionario, no podrán materializarla si no existen referentes ni líderes ni lideresas que articulen discursos acordes a la coyuntura, que proponga hojas de ruta y que lleven iniciativas.

Ya para ir terminando, se necesitan líderes y lideresas anarquistas para callar la boca… ¡de quienes nos calumnian, de quienes nos explotan por costumbre y constantemente atacan el anarquismo! Necesitamos personas que no tengan miedo a hablar en público, que dinamicen las asambleas, que sean creativas y resolutivas, que en todo momento se mantengan constructivas, que dialoguen, que muevan y motiven al resto… Obviamente, esto NO significa que tengamos que quedarnos esperando a que salgan lideresas de debajo de las piedras, sino que no rechacemos de antemano los liderazgos, algo que siempre va a existir en cualquier grupo humano, y por ello lo aceptemos en sentido positivo, tal y como como nos dice el Acratosaurio, “necesitamos líderes anarquistas, personas que […] sepan articular todas esas ideas que tenemos en el ambiente: ese desdén por los partidos; ese rechazo a la política profesional; esa exaltación de la asamblea; ese impulso a la participación política de todos[as]; ese igualitarismo que exige el fin del saqueo; esas necesidades insatisfechas en vivienda, educación, sanidad, alimentación; esa indignación ante la explotación y el abuso… Ese anhelo de una sociedad diferente, y tal y cual.“. Eso sí, debemos cuidarnos de que los liderazgos no degeneren en dirigismos y jerarquías informales. No tengamos miedo de aquellas personas que recopilen y sinteticen las inquietudes libertarias y cree a partir de esos conocimientos y experiencias, nuevas formas de acción e intervención social y política, que nos saque del estancamiento, que se visibilice y mueva iniciativas y que, en general, construyan.

Comparte este artículo