Si lo inhumano tuviera nombre, se llamaría Mª Dolores de Cospedal

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Muy pronto los inmigrantes ‘sin papeles’ de la CCAA de Castilla-La Mancha se verán privados, y soy consciente de la grandilocuencia de los términos, de su derecho a vivir.

Según el Boletín Oficial de la Comunidad (que podéis consultar aquí mismo), las hospitalizaciones, ya sea bien por una enfermedad determinada o porque se requiere para dar a luz; las consultas de distinta índole: geriátricas, pediátricas, etcétera.; servicios especiales, análisis, revisiones, y un sinfín de servicios sanitarios tendrán un coste nada asequible para el bolsillo del ‘ilegal’. Aquél que no posea tarjeta sanitaria, un papelito digitalizado, se verá abocado a la enfermedad silenciosa o al riesgo de caer en pseudomédicos que utilicen métodos nada estimables para la salud del primero.

De este modo, podemos ver como un ‘parto vaginal sin complicaciones’ pasa a costar 2.369,48 €, es decir, una suma que ningún español de clase media podría afrontar, será el coste que deberá pagar una mujer por tener un hijo. Si por cualquier circunstancia la intervención se complicase, el coste ascendería, en el caso, por ejemplo, de una cesárea de riesgo con complicaciones, a 6.264,49 €. Esto es violencia estructural y no lo que tartamudeaba Gallardón hace unos meses. Así también, la estancia en servicios de atención pediátrica y neonatológico conmutará como un coste de mínimo 696,25 euros. Esto, nuevamente, es violencia estructural y sistémica. Podría seguir enumerando barbaridades pero creo necesaria una reflexión; los datos están ahí, a la vista de cualquiera que quiera saber.

Y es que desde la llegada de Cospedal, la del sayo enlutado y la peineta católica, Castilla-La Mancha, tierra a la que estoy muy ligado he de decir, no levanta cabeza a causa de la humillación y denigración sistemática que su caudilla le confiere en cada decisión, acto, palabra y voto. No le bastó con privatizar los hospitales de las localidades de Tomelloso, Villarobledo, Almansa y Manzanares; ni tampoco el cierre de centros de la mujer; ni la reducción en las partidas de Educación y Sanidad, con la consecuente reducción salarial; ni la bajada de ayuda a la dependencia, así como una serie de anulaciones y negaciones en casos realmente lamentables, etcétera. No, no le bastó, su apetito –como su afán de poder- es insaciable. Su intención parece clara: ganarse al ala más reaccionaria y neoliberal del PP, las cuales podrían ser perfectamente un simbionte ideológico, para suceder, previo escalabro electoral del actual ejecutivo, a Mariano Rajoy en un futuro próximo. Pero esto no se queda ahí, Cospedal no está sola en la competición por el ascenso, le acompaña Esperanza Aguirre. Ambas compiten por ganarse el beneplácito de la reacción; ambas usan una dialéctica burda que se centra en implantar en la población la idea generalizada de que el problema viene de fuera y se llama inmigrante. Esperemos, pues, nuevas medidas en ese y otros aspectos por parte de las dos.

Por otro lado, cabe destacar la falta de oposición real, tanto ciudadana como política, que está encontrando la Presidenta de la Comunidad castellano-manchega. Desde hace unos meses, más concretamente desde las jornadas de rechazo por la privatización de hospitales públicos en la comarca manchega, no se ha visto un atisbo de queja, al menos no uno fuerte, incipiente y que pueda siquiera hacer replantear cuestiones de tamaña importancia.

En definitiva, quizá la población haya asumido que es ‘necesario’, o que hagan lo que hagan es irremediable, mas si no es así, espero que haya, y desde mi humilde intelecto y potencial de acción la promuevo como fuere, una verdadera respuesta humana ante tales medidas y ante su injusticia.

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