Trastornos mentales en el movimiento libertario

Por Luisle
9 min. de lectura

Nota preliminar: Mi intención principal con este artículo, antes que transmitir el mensaje que contiene, es no ofender a ninguna persona con mis palabras. Espero sinceramente que así sea. Soy consciente de mis limitaciones y posibles actitudes erradas y estoy abierto a que se me señalen para poderlas corregir. Al tratarse mi persona de alguien que no presenta ningún trastorno mental o psíquico conocido (con lo que podría decirse que soy un privilegiado dentro de la sociedad capacitista), hablo siempre desde el punto de vista de una persona no neurodivergente, con todo lo que ello conlleva.


Si nos pusiéramos a pensar, estoy seguro de que muches llegaríamos a la conclusión y caeríamos en, que, en efecto, dentro de lo que podríamos denominar movimiento anarquista, el número de personas que sufre uno o varios trastornos mentales o psíquicos es mayor de lo que estamos acostumbrades a tratar en nuestro día a día¹.

En mi caso personal, desde que tuve una experiencia muy importante con una persona de este tipo, que tenía TLP, comencé a analizar algunos casos y la vida en general de una manera distinta. Y es que, efectivamente, hay cosas que no podemos llegar a entender bien. Existen ciertas pautas de comportamiento que no nos encajan, que nos desconciertan; acciones de compañeros y compañeras que nos extrañan y nos hacen dudar y, en muchos casos, nos queman. En multitud de ocasiones, no podremos llegar a entender nunca el porqué (racional) de estas actitudes, pero, quizá, sí podremos hallar la causa que las origina, con lo cual podremos afrontarlas mejor.

En mi humilde experiencia, he llegado a la conclusión de que, ante la realidad, lo importante, a final de cuentas, no es comprender, sino aceptar, principalmente porque en la labor de comprender podemos acabar desquiciades. No podemos medir con los mismos parámetros a una persona que podríamos calificar como normal mental y estadísticamente hablando y a una que alberga uno o varios trastornos psíquicos. No podemos hacerlo porque se trata de personas distintas con unas pautas mentales que, dependiendo del caso, pueden variar de una manera extrema. Esto puede redundar en problemas de comunicación y de trabajo que frustren la labor del colectivo u organización.

Actualmente, el término que se ha acuñado para denominar a las personas que no encajan en el marco mental normal es el de neurodivergentes. Las personas neurodivergentes son aquellas cuya mente funciona de una manera “atípica” o “distinta”, que procesan el mundo de una manera no habitual.

Volviendo al caso, desde que tuve aquella experiencia en la que aprendí mucho sobre las personas neurodivergentes y los trastornos mentales, he prestado más atención a este tipo de individues y situaciones, y me he dado cuenta de que los movimientos y colectivos contestatarios, y los libertarios especialmente, presentan una tasa de personas neurodivergentes más alta de lo corriente.

Indagando con el objetivo de encontrar las razones de esta anómala diferencia, he llegado a la conclusión (contrastándolo también con otres compañeres neurodivergentes) de que dos motivos pueden ser los principales impulsores de esta causa:

  1. Que las personas neurodivergentes se ven mejor acogidas y entendidas dentro de nuestro movimiento.
  2. Que, al procesar dichas personas el mundo de una manera distinta, les surgen más conflictos con la sociedad, lo que las conduce a experimentar un rechazo directo o indirecto por parte de ésta. Ello las lleva a querer encontrar las causas y soluciones a este rechazo, así como a comprometerse a cambiarlo en la medida de sus posibilidades, derivando, así, en la inserción en los movimientos populares, y muy especialmente en el anarquista².

Dado que dichas personas son generalmente mejor acogidas y menos invisibilizadas en los colectivos y organizaciones libertarias que en la mayor parte de situaciones de nuestra sociedad, y debido también a que una buena parte del movimiento libertario actual rehuye las contradicciones y adopta una postura que podría tildarse de cómoda (dentro de la diferencia que supone), relacionándose menos con la sociedad civil y no dejando de ser espacios endogámicos a los que suele acudir siempre la misma gente, las personas neurodivergentes tienen mayor facilidad para asentarse en ellos.

Evidentemente, las personas neurodivergentes que entran en el movimiento popular o libertario son afines ideológicamente hablando (o deberían serlo) en mayor o menor medida, pero no considero que ésa sea una causa que explique la anómala diferencia que estamos tratando, dado que no creo que se pueda suponer que las personas que presentan trastornos mentales sean generalmente activistas y/o anarquistas.

De este modo, es posible encontrarse con situaciones en que compañeres neurodivergentes muestren actitudes extrañas y/o reprobables debido a su(s) trastorno(s). Escribo este artículo precisamente porque la gran mayor parte de las veces que ocurren estas cosas no somos conscientes de su origen. Esta inconsciencia puede explicarse porque la persona neurodivergente en cuestión no nos haya puesto en conocimiento de su caso (bien porque no ha deseado hacerlo o no ha visto necesidad o el momento adecuado, o bien porque ni ella misma lo sabe) o porque ni siquiera hayamos considerado la posibilidad de que esto pueda ocurrir.

Por ende, a mis compañeres no neurodivergentes les diría que, a partir de ahora, consideren esta posibilidad en sus futuras situaciones militantes y personales, y que traten digna y justamente a sus compañeres neurodivergentes, como todes nuestres compañeres se merecen³, pero que, por supuesto, no dejen de seguir construyendo sus proyectos políticos. Siempre hay que seguir adelante.

A mis compañeres neurodivergentes les diría que tienen mi apoyo y cariño para lo que necesiten (como lo tiene cualquier persona que considere mi compañera).


Notas

1. He buscado estudios e investigaciones que avalaran esta afirmación, pero al parecer no existen, o no he sido capaz de encontrarlos. Agradecería sinceramente cualquier aportación en este sentido.

2. Es importante señalar aquí que muchos casos (ojo, no todos) se encuadran dentro de la rama del anarquismo que se acerca más a lo antisocial o al nihilismo como forma de rechazo a esta misma sociedad.

3. Con estas palabras no quiero decir que se deban respetar y pasar por todas las actitudes que se pudieran presentar aguantando de una manera estoica las arremetidas de quien fuera como quien resiste los golpes de las olas como una estatua. Eso sería un error y, además, una injusticia tanto consigo como con el colectivo y la misma persona que se ve impulsada a tener actitudes reprobables por el trastorno que tuviese, al victimizarla y pasarle por alto cualquier tipo de acción. En mi experiencia vital, creo que una opción viable y saludable es buscar ayuda profesional psicóloga sana en el caso de que no se esté brindando, o apoyar/animar al compañere a pasar por terapias alternativas a la psiquiatría tradicional si se cree necesario (no todos los trastornos son iguales ni todas las personas los llevan igual). En cualquier caso, lo que nunca debe hacerse es señalar a la persona en cuestión con el objetivo de que se sienta culpable y aislada.


Querría mostrarle mi agradecimiento a les compañeres neurodivergentes que me han ayudado con el artículo por su generosidad.

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