Ayotzinapa, puño y corazón

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Ayotzinapa es el latido de 43 jóvenes estudiantes, y el de decenas de miles de desaparecidos más por el gobierno mexicano, es la memoria de a quienes secuestraron con vida, y sin embargo, sus familias y amistades nunca han vuelto a verles, pero sí sentirles cada día muy cerca.

El 26 de septiembre de 2014, la policía municipal de Iguala (Estado de Guerrero) y el ejército mexicano persiguió y atacó brutalmente a estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Este tipo de escuelas preparan a profesores y docentes que enseñarán en las zonas rurales mexicanas, y que siempre han tenido un fuerte componente de transformación social, por lo que han sido semillero de movimientos populares.

Ese latido delator de Ayotzinapa señala a las autoridades mexicanas y al crimen organizado protegido por el propio Estado, como responsables de estas desapariciones. Los estudiantes normalistas, antes de que les secuestraran, preparaban en distintos autobuses su próxima marcha a la Ciudad de México para recordar a las cientos de víctimas de la represión del gobierno mexicano el 2 de octubre de 1968 en las huelgas estudiantiles.

Ellos querían mantener viva la memoria de quienes murieron por las balas de los represores en la Plaza de las Tres Culturas, y ahora somos nosotros quienes tenemos el deber ético de sostener viva su memoria colectiva como una cadena inquebrantable en la historia de los pueblos que nunca han sido doblegados.

Ayotzinapa es la sangre caliente que corre por las venas abiertas de un México que se desangra, que nada más rozar a la madre tierra se tiñe de negro luto. Es la sístole de un puño que se contrae atesorando la rabia de aquellos quienes nunca han podido dar sepultura a sus hijos, amigos o compañeros; y que se acumula en las gotas de ámbar rebelde. La diástole que nos empuja comúnmente a continuar buscándoles, a ellos y a todos los desaparecidos; porque sabemos que no habrá justicia sin lucha, sin caracoles de pensamiento y porque vivos se los llevaron, y vivos los queremos.

 

Guadalajara, Estado de Jalisco, a 26 de septiembre de 2017

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