Senda: Balance militante de la experiencia de la Federación Estudiantil Libertaria.

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“En la actualidad, la crítica radical del mundo moderno debe tener por objeto y objetivo la “totalidad”. Debe contener indisolublemente su pasado real, lo que efectivamente es y las perspectivas de su transformación. Para poder decir toda la verdad del mundo actual y, a fortiori, para formular el proyecto de su subversión total, hay que ser capaz de revelar toda su historia ocultada, es decir, mirar de un modo totalmente desmitificado y, fundamentalmente crítico, la historia de todo el movimiento revolucionario internacional, inaugurado hace más de un siglo por el proletariado de los países de Occidente, sus “fracasos” y sus “victorias”. Hay derrotas que son victorias y victorias más vergonzosas que derrotas”

-Internacional Situacionista, Sobre la miseria en el mundo estudiantil

El verano del 2022, en medio de un clima de debate ideológico y político sobre el fin del ciclo del Proceso Independentista y del 15-M, la FEL vimos necesaria la crítica-autocrítica de nuestra actividad orgánica anterior. La FEL nació el 2014 y este año hará 10 años de su fundación. Esta crítica se ha realizado por varios canales y ha tenido varios efectos, pero este en concreto que está en tus manos es el Senda.

El Senda es el nombre que recibía la revista teórica federal de la FEL durante el 2017. Utilizando este nombre honoramos la intención y trabajo de nuestras camaradas para crear un órgano de difusión de discurso y teoría. Este Senda, el más moderno, es el volcado de la autocrítica interna que se ha realizado en varios artículos internos, destinados a hacer un balance de la práctica orgánica de la Federación Estudiantil Libertaria. Estos artículos internos se respondían el uno al otro, generando un clima de debate y de contraposición de perspectiva, similar al realizado en Endnotes 1 entre Troploin y Theorie Communiste. Este artículo es el volcado de todos los balances y experiencias plasmadas en los artículos internos, e intenta desde esta sumatoria expresar todos los aprendizajes que ha llevado esta década para hacerlos provechosos para nuestra clase. Hagamos un pequeño paso para la regeneración del proceso revolucionario que tiene que abolir nuestra clase.

El primer punto de balance, desde el cual parten el resto, es que nos encontramos en un ciclo político nuevo, con el ciclo viejo muerto y sus suposiciones faltadas de base actual. La piedra angular del certificado de muerte de este ciclo es el fin del Proceso de Independencia de Catalunya como expresión local del fin del ciclo de efectividad de los movimientos socialistas de liberación nacional. A fin de esto hay que criticar nuestra actuación el ciclo pasado, nuestra incapacidad de articular un internacionalismo coherente más allá de los tópicos aplicados por la fuerza respeto la liberación nacional, así como construir una trinchera de lucha propia para nuestra clase, es decir, lograr y mantener la independencia de clase respeto los movimientos contrarios a los intereses de esta.

Como punto principal a criticar del ciclo del Proceso, y como culpable de su muerte, hay que reconocer la absoluta carencia de liderazgo estratégico por parte de la clase trabajadora. Las organizaciones revolucionarias fuimos abocadas en la lucha bajo los tempos, consignas, direcciones y campos de batalla que elegía la burguesía vernacular. El campo más radical y más escéptico respeto la liberación nacional a menudo nos encontrábamos agrupades bajo la subdirección del ala pseudo-radical de la social-democracia.

Esto se mostraba en nuestra realidad estudiantil en la incapacidad de preparar ninguna acción fuera del marco de la lucha nacionalista. Esto viene dado, además, por la hegemonía del SEPC, que se erigía en dirección estratégica de las luchas estudiantiles y receptáculo de todos los outputs positivos de esta. Las fuerzas que nos queríamos determinar independientes del independentismo o bien nos vemos forzadas a tomar acciones en línea con la autodeterminación de la nación, o bien ser condenadas al ostracismo, “pasar frío”. Ambos caminos legitimaban la lucha nacionalista como única vía de acción para la acción de les estudiantes. Hasta la superación de esta situación se hace imposible plantear ningún tipo de proceso de construcción de fuerza revolucionaria.

Hay que decir que esta situación no es fruto de una conspiración maquiavélica de la militancia nacionalista, sino la expresión local y sectorial del contexto del Proceso Independentista, determinado por la derrota histórica de las fuerzas revolucionarias. Es consecuente, entonces, el hecho de que la superación de esta situación ha venido por el descrédito del Procés y la vía nacionalista a la revolución en el conjunto social catalán. La historia ha atrapado las aspiraciones nacionalistas.

Las consecuencias de la separación de las fuerzas militantes y su dirección son diversas: las victorias y outputs positivos de la lucha se repartían en impulsos parlamentarios y reformistas muy alejados de la creación de un poder propio de clase, mientras que las pérdidas, veces y represión se socializaban entre las fuerzas de base. La separación entre base y dirección inhabilita la creatividad destructiva que es base de toda política revolucionaria. Hay que reparar esta escisión, construir una estructura organizativa que democratice la estrategia y fomente el poder de las fuerzas de base, superando el secretismo, la conspiración y la maniobra dadas por la dirección del movimiento en el ciclo anterior.

Estas lecciones también se sustentan en cuanto al ciclo del 15-M. El balance de este ciclo nos llama a mantener la independencia teórica, estratégica y organizativa de clase, superar la autonomía por la autonomía, y construir unas estructuras y mecanismos de decisión y capacidad estratégica que nos permitan discernir el mejor camino a seguir para nuestra clase, protegiéndonos de recuperaciones ciudadanistas, pues la deriva final de Sumar y Podemos certifican que la “máquina-de-guerra electoral” ha devorado todo el potencial radical-democrático de los inicios del 15-M.

Para dotar de estas formulaciones de base real, y para conseguir resolver el problema del relevo de experiencia e información en el corto ciclo militante estudiantil, habrá que construir como primer paso un mecanismo de generación de conclusiones sobre la actividad propia y de socialización del conocimiento militante. La semilla de este mecanismo ya existe y está en tus manos: es el Senda.

El segundo punto de balance consta de la necesidad por parte del anarquismo de superar la fase de coordinadora y la mentalidad de la autonomía por la autonomía. Por “la autonomía por la autonomía” nos referimos a la consagración de la libertad de cada asamblea, núcleo o sede de un movimiento para decidir teoría, estrategia, discurso, posicionamientos, etc. Esto se presenta dentro del anarquismo ahora mismo en la dispersión de nuestras asambleas, en la carencia de un proyecto a nivel nacional, en Cataluña concretamente en la evolución de la Federación Anarquista de Cataluña… y a nivel general se manifiesta en los debates actuales respecto la lucha de posiciones y hegemonización de líneas políticas dentro de los movimientos de base (el ejemplo más concreto siendo en la lucha por la vivienda).

La autonomía por la autonomía ha sido la forma relacional interorganizativa más frecuente en las organizaciones anarquistas de las dos últimas décadas. Las organizaciones (no-sindicales) anarquistas han mantenido cierta concordancia en las líneas más generales, como por ejemplo el anticolonialismo o el ecologismo, pero en la hora de hacer un posicionamiento concreto o a enfrentarse a una situación han manifestado una gran variación de discursos y análisis. Esto nos ha dividido y ha limitado nuestra capacidad de actuar y de incidir en la realidad social. Cuándo ha existido una coordinadora, nominalmente la FAC en Cataluña, la autonomía por la autonomía y la falta de cultura organizativa han impedido la formación de los aparatos que permitieran la creación de una unidad teórica y práctica. Los colectivos rechazan formar parte de las coordinadoras por miedo a perder la autonomía, hay gran disparidad de fuerzas y campos de actuación entre los integrantes, debates fundamentalmente triviales que tensan los grupos…

Estos efectos generan una organización incapaz de ejercer su mandato: multiplicar las fuerzas anarquistas que la forman, hacer que el todo sea más que la suma de las partes. No basta con la voluntad de ser una organización general: hacen falta los mecanismos para unificar las posiciones, para hacer análisis adecuados y para resolver los conflictos. Se tiene que poder hablar de delegación de poder, comisiones de organización y formación, órganos de creación de teoría, estrategia y táctica… sin acusarnos de bolcheviques-estalinistas. Hay que entender que los debates por sí solos no sirven para nada, sino que se debate para tomar la mejor posición. Hay que poder formular modelos organizativos con lugares de responsabilidad, métodos de decisión y división de funciones que nos permitan superar la autonomía por la autonomía y el culto a la horizontalidad, y más si pensamos que estas formas ya han existido, han sido eficaces y el despiadado laboratorio social de la historia las ha convalidado como útiles y necesarias.

Con este balance como arma hay que empezar un proceso desde donde surja la forma organizativa que resuelva estas contradicciones. La forma concreta en la que aparecerá esta organización ya se determinará en su formación, pero la base desde donde empezará a tomar forma ya existe, pues ya se ha respondido a estos obstáculos antes en la historia: hablamos del especifismo.

El tercer punto de balance se resume en la necesidad propia de la FEL de ser un agente dentro de un movimiento organizado y unificado más grande, una encarnación del balance histórico y del ciclo anterior que ha realizado nuestra clase, es decir, el que nos referimos como Esquema Especifista. Esto se debe al hecho de que la FEL ha sido la única organización no-sindical con alcance en toda España y a menudo la única organización anarquista a los lugares donde aparecía. La FEL ha actuado como organización específica anarquista y organización de masas a la vez. Esta contradicción, y el hecho de que no tenía los medios para teorizar esta contradicción, la ha ralentizado. Además, su actividad orgánica se ha acabado materializando en “llevar el anarquismo en las universidades”, línea que comparte con las Federaciones Estudiantiles Anarquistas previas a su fundación, en vez de dirigir las fuerzas anarquistas del movimiento estudiantil hacia los objetivos más totales del movimiento revolucionario. Así pues, la FEL actúa como una organización anarquista “más”, si bien en muchos lugares ha sido “la” organización anarquista.

La FEL ha sufrido de partir desde el sentido común. Las anarquistas de la FEL se organizan porque hay que organizarse y la FEL es su mejor medio para hacerlo en sus circunstancias. Pero sin programa general, teoría consolidada, discurso construido… los esfuerzos caen en saco roto. La FEL, como muestra del aislamiento en las universidades, se ha sentido solitaria y fuera de lugar en el movimiento más general. A la FEL, debido a que es organización estudiantil, le corresponde un lugar concreto dentro el movimiento anarquista más general, lugar que no ha sabido ocupar debido a la carencia de organización anarquista que le permitiera tener este trasfondo.

La FEL tiene que ocupar el lugar de organización de tendencia en el esquema especifista, concretamente de frente/sectorial estudiantil, integrándose y generando un movimiento estudiantil de masas. Tenemos que encontrar la formula para generar fuerzas en las universidades e institutos y ponerlas a disposición del movimiento más general, rompiendo el aislamiento de estas. Hay que superar el chantaje de la praxis y el hacer por hacer, vincular las actividades a un programa o campaña, dándoles un sentido táctico y estratégico, y saber responder a los ataques del capital y a las demandas de las estudiantes trabajadoras.

Una parte (pero no el todo) de esta conjunción del movimiento estudiantil con el movimiento más general pasa por la coordinación de la acción estudiantil con la lucha de los trabajadores de los institutos y universidades. Más allá de todas las lecciones y experiencias desde Mayo del 68 respecto a la relación estudiantes-trabajadores es necesaria una coordinación desde ambos lados de esta división dentro de los lugares de estudio. La realidad del movimiento estudiantil bajo la dirección nacionalista-socialdemócrata hegemónica ha sido la separación total de estas luchas, probablemente por la prácticamente nula influencia de la Esquerra Independentista en los sindicatos laborales. En los institutos el proceso de unión de estos sectores también pasa por conseguir elevar la huelga estudiantil a huelga real, es decir, conquistar el reconocimiento de les estudiantes de instituto como personas capaces de tomar decisiones políticas más allá de sus tutores.

El cuarto punto de balance es la superación del eterno recomenzar que sufre el anarquismo en general y el movimiento estudiantil más concretamente, y usar como herramienta para solucionar este problema la acumulación de experiencia y la creación teórica. La FEL ha ejercido un rol de formación de militantes allá donde ha existido, siendo a menudo la primera militancia de mucha gente. Pero el ciclo estudiantil es corto si lo comparamos con la militancia revolucionaria vital de los agentes de nuestra clase, y esto ha ocasionado una renovación de la militancia constante que nos ha dificultado mantener el proyecto. El encuadramiento dentro del esquema especifista resolvería la fugacidad de esta militancia, así como permitiría mantener la experiencia dentro las organizaciones anarquistas y empezar a acumularla en el seno de cada una. Esta acumulación de experiencia y rotura del eterno recomenzar se tiene que hacer solidificando la experiencia militante en la teoría propia, adjuntando el balance de nuestros tiempos en el gran conjunto del balance de nuestra clase, añadiendo nuestro grano de arena a la teoría revolucionaria de la clase trabajadora.

El quinto punto de balance es la necesidad de tener espacios propios como base para desarrollar la lucha y generar un centro de gravedad desde donde articularse. La experiencia propia ha demostrado que, como modelos de lucha, tanto llevar el anarquismo en las universidades como hacer seguidismo a las convocatorias socialdemócratas de huelga no son vía efectiva para generar poder revolucionario. Los espacios propios, conquistados adecuadamente, son puntos desde donde generar fuerzas, combatir el reformismo y desplegar la línea propia. Además nos fuerzan a posicionarnos ante las otras opciones políticas y a afilar nuestros análisis para estar segures de ser la alternativa de clase correcta ante otros discursos y balances históricos inadecuados o insuficientes.

El sexto punto de balance es la necesidad de superar el identitarismo anarquista para constituirse según la identidad subyacente propia del anarquismo: la abolición de la sociedad de clases. En las últimas décadas de repliegue el anarquismo ha sido una identidad propia y separada del gran esquema de la lucha de clases, incluso en las organizaciones anarquistas más veteranas. Una crítica a este indentitarismo tiene que superar la crítica al “vivencialismo” que se ha ido manejando por el anarquismo en las últimas décadas. Esta crítica se tiene que realizar bajo la base de que no son las anarquistas quienes hacen las revoluciones, sino la clase trabajadora, y que la revolución se hace con una organización de la clase trabajadora que aspire a organizar la totalidad de la clase y a abarcar la totalidad de sus luchas. Tenemos que organizar un proceso revolucionario que aspire en un futuro a abolir la diferencia entre las ideologías revolucionarias para formular una estructura teórica y combativa hecha por la propia totalidad de clase: bajo esta afirmación resta el hecho revolucionario de nuestra propuesta. Por análisis propio, la unión bajo la diferencia en el tiempo inmediato es una estrategia habilitadora del reformismo, los programas estériles y la rendición de la independencia estratégica y organizativa de clase.

Para combatir la influencia de los discursos socialdemócratas y nacionalistas, para dotar a la clase de una fuerza que no renuncie a la unidad entre medios y fines, para conseguir el análisis más eficaz de nuestra clase usando el motor del balance histórico de las generaciones pasadas, y para regenerar un anarquismo que ha perdido las fuerzas y la visión, tenemos que construir desde hoy este nuevo proceso revolucionario. Por eso superaremos el dogmatismo, las acusaciones sin base, e instauraremos el balance histórico de nuestra clase y los debates que se han dado (sean de la tendencia que sean). Y, como primer paso de este mandato, construiremos un discurso potente que nos permita entrar a la arena de la lucha de clases.

·Necesidad de un discurso potente, coherente, total, seguro de sí mismo, referencial y con implementación.

Desde la FEL hemos ido realizando una serie de acciones orgánicas internas que tienen como objetivo crear una teoría potente, real y efectiva para analizar nuestras acciones pasadas y avanzar hacia mejores posiciones revolucionarias. El motivo de estas acciones es el hecho de que encontrábamos el movimiento anarquista falto de teoría que pudiera explicar la totalidad del sistema capitalista, además de no estar unificada, y que sufría de cierta incapacidad disfrazada de humildad. Esta carencia no explica la derrota actual del anarquismo, evidentemente, pero encontramos que solucionarla es un hecho indispensable para salir de la derrota. No nos parece polémico decir esto: hasta donde sabemos, otras organizaciones anarquistas han encontrado la misma carencia y están haciendo un proceso similar.

Así pues, y tomando este texto de balance como parte de la culminación del proceso, hemos buscado crear una teoría base desde donde construir un discurso potente, coherente, total, seguro de sí mismo, referencial y con implementación. Este proceso no ha acabado, y buscamos actualmente la participación del resto de las organizaciones afines para continuar construyendo esta teoría y transformarla en discurso público.

Dicho esto, como buscamos que sea este discurso?

Potente: Que sea bastante profundo, serio e incisivo como para estar a la altura de la teoría política radical actual. Tiene que contener en su interior los debates teóricos de todo el espectro revolucionario del último siglo, tiene que hacer afirmaciones referenciadas y constructivas, y tiene que tener suficiente calidad para superar el resto de discursos. Aquí hablamos de usar palabras “complicadas” como “subsunción real del trabajo” o “inmanente” con el conocimiento de que se pueden explicar y las puede entender absolutamente toda la población.

Coherente: Que se referencie a sí mismo, no se contradiga y se vaya construyendo para reforzar sus supuestos. Que extraiga las conclusiones del mundo real actual y no nos haga negar y entorpecer las luchas actuales para tener razón.

Total: Que pueda explicar la totalidad del sistema capitalista, pues este es una totalidad y no una cosa aislada que solo nos afecta en el ámbito laboral. Que no explique los segmentos de la existencia bajo el capitalismo como fragmentos separados sino como partes de un todo. Que pueda ser utilizado por todas las luchas bajo el capitalismo.

Seguro de sí mismo: Que crea que sus afirmaciones son realidad. Que esté seguro de sus afirmaciones hasta que el propio análisis teórico actualice las afirmaciones.

Referencial: Que sea una herramienta por las militantes de todas las luchas. Que no se quede en un “gueto” o en nuestros medios.

Con implementación: Que la clase combatiente pueda asumir y transformar el discurso hacia posiciones más avanzadas.

Conclusiones

Ha pasado mucho tiempo desde que se inició el proceso de redacción de los Sendas. Desde el verano del 2022 se ha profundizado la derrota de la socialdemocracia en el lodazal del electoralismo, tanto la impulsada por el Proceso como por el 15-M. Los gobiernos que la usan como pata de apoyo han intensificado sus políticas anti-proletarias en todos los aspectos, mientras el discurso anti-okupación y anti-delincuencia penetra todas las esferas de poder, exacerbando el ataque en las condiciones de subsistencia de nuestra clase. En la esfera militante se ha dado cierta ruptura, pero todavía se tiene que dar un salto cualitativo adelante entre las prácticas y discursos del ciclo pasado con las que nos tienen que impulsar ante la actual situación. El balance de la actividad anterior y la crítica-autocrítica son los deberes de la militancia revolucionaria, de aquel que cree en el proyecto que impulsa y su objetivo latente e invariante: la abolición de la sociedad de clases. El balance no es un objeto trivial, un ejercicio de memoria y pedantismo para situarse al frente en una lucha de egos. Es el que permite que las fuerzas invertidas en un combate, las pérdidas, las bajas, el esfuerzo constante por el mantenimiento de una organización… lleguen a buen puerto, sean funcionales y contribuyan al hilo de combate tejido por nuestra clase en sus siglos de existencia.

Es necesaria la distinción que procura el concepto “ciclo” en la periodización de la lucha de clases más reciente. Es necesario ver la diferencia cualitativa que suponen y supondrán las luchas de nuestra clase una vez enterrado el contexto del Proceso de Independencia y el 15-M. Sin esta distinción se actúa en falso, sobre un terreno inestable, con una visión incorrecta del entorno que prefigura las formas de lucha. Cualquier intento que, a menudo sobre el disfraz del balance histórico y de actuar sobre las maneras que “sabemos” que “funcionan”, quiera reiniciar los procesos ciudadanistas del ciclo anterior para dotarlas de un contenido de izquierdas o revolucionario, cualquier intento que quiera seguir los pasos del ciclo pasado sufrirá una derrota estrepitosa, probablemente incluso antes de empezar a andar. El síntoma de esta nueva derrota serán el ahistoricismo, la incapacidad de hacer una crítica profunda y total a las prácticas anteriores.

Este es el llamamiento que lanzamos a las militantes de todas partes: el balance de la propia experiencia es la marca de acreditación de un movimiento revolucionario. Hay que deshacerse de la reverencia al pasado, hay que analizar las prácticas pasadas para ver en qué rumbo han dirigido las organizaciones, hace falta, en definitiva, superar el ciclo pasado. Y de este trabajo haremos el salto del balance de las experiencias en la lucha de clases, y seremos capaces de afrontar los ataques del capital que conocemos ya en nuestra piel.

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