
Desde Regeneración difundimos la entrevista realizada por la revista Ekintza Zuzena a un compañero para su número de 2025 (https://www.nodo50.org/ekintza/2025/numero-51-de-la-revista-ekintza-zuzena/), ya que repasa los hilos fundamentales de nuestra corriente.
Una cuestión previa: ¿cómo definirías y situarías históricamente denominado anarquismo plataformista? ¿y el anarquismo especifista?
Comenzaré con los apuntes históricos. En primer lugar, La Plataforma surgió en Francia en los años de la década de 1920 entre militantes anarquistas que venían de Rusia. Por fin en paz, tras una larga guerra revolucionaria que no pudieron ganar, podían hacer balance de su recorrido en tanto que movimiento durante la Revolución rusa. El grupo Dielo Truda (uno de aquellos grupos de exiliados compuesto por figuras relevantes como Nestor Makhno, Piotr Arshinov, Ida Mett, Gregori Maksimov…) concluyó que la causa de la derrota ante los bolcheviques había sido la falta de organización, de programa y de disciplina del movimiento anarquista ruso. En cada lugar actuaron de forma diferente. Nunca hubo planes estratégicos de conjunto ni foros para debatirlos. Los bolcheviques los pudieron derrotar de ciudad en ciudad, de región en región, sin presentar una batalla en condiciones nada más que en Ucrania.
Dielo Truda propuso un modelo organizativo nuevo: la Unión General de Anarquistas. Modelo que pretendía unificar a los elementos más activos del anarquismo en una sola organización bajo el programa que se esbozaba en La Plataforma. Matizaré que no era un programa completo, sino parcial, tal como reconocían. El programa completo se tendría que debatir en el seno de esa Unión General una vez estuviese en marcha.
Este nuevo plataformismo fue muy crítico hacia la “síntesis anarquista”, modelo organizativo que mezcla en la misma organización anarquistas de todas las corrientes del anarquismo. Según los plataformistas, la falta de homogeneidad de planteamientos “llevaría inevitablemente a la desintegración ante el encuentro con la realidad”. Es decir, que la haría una organización ineficaz ante los grandes retos que tiene que afrontar cualquier movimiento. Eran sumamente críticos con el individualismo anarquista y con el nihilismo (“anarquismo caótico”, lo llamaban). Tampoco les convencía el anarcosindicalismo, ya que en Rusia se había orientado casi exclusivamente hacia los trabajadores industriales, olvidando el campesinado, que era el componente social mayoritario en Rusia.
Por lo tanto, ¿a qué militantes anarquistas se dirigían?
Basamos nuestra esperanza en otros militantes: en aquellos que permanecen fieles al anarquismo, habiendo experimentado y sufrido la tragedia del movimiento anarquista, y buscan dolidamente una solución.[1]
Por tanto, proponían una organización con una unidad táctica y estratégica y una disciplina. Los militantes no se deberían unir a una organización para hacer lo que les diera la gana, sino para cumplir su programa. Dielo Truda pretendía que La Plataforma fuese la columna vertebral revolucionaria y el punto de encuentro del anarquismo ruso, dado que por entonces le hablaban a los exiliados, aunque pronto se extrapolaría a todos los territorios.
Estos planteamientos fueron el motivo para que La Plataforma cayera mal entre muchos militantes de otros países de la época y por ello se frenó su desarrollo. Sin embargo, sus ideas fueron el motor de la Federación Anarquista Comunista de Bulgaria, que tuvo bastante presencia en la resistencia al golpe de estado de 1934, en la resistencia partisana de la Segunda Guerra Mundial y en la postguerra ante el dominio soviético, hasta ser definitivamente liquidada en 1948. Y estas ideas también arraigaron bastante en Francia, entre un sector del anarquismo que las mantuvo desde sus comienzos hasta la postguerra. Y más tarde fueron de nuevo impulsadas por la Federación Comunista Libertaria, con Georges Fontenis como máximo exponente. Esta FCL influyó en buena medida en el anarquismo europeo de los años 50 y 60, siendo el francés uno de los movimientos referenciales del anarco-comunismo actual.
Por su parte, el especifismo nace directamente de la FAU uruguaya en 1956. Paradójicamente no conocieron La Plafaforma hasta bastantes años después. Su punto de partida fue Errico Malatesta, de quien les llamó la atención tanto su énfasis en la organización específica como su refutación del individualismo. Otro de sus referentes fue Mihail Bakunin, quien tuvo una importancia enorme en nuestro movimiento, impulsando organizaciones específicas como la Alianza Internacional por la Democracia Socialista. Y su otro referente fueron las organizaciones específicas anteriores de Uruguay, construcciones orgánicas de las décadas de 1920 y 1930. Gracias a aquellos viejos militantes, que llevaban años en la brecha, quedó claro que la tarea de la organización política no era filosofar y hacer reuniones, sino más bien el quid estaba en cómo encarar las tareas de los distintos frentes de trabajo: sindical, estudiantil, barrial y el interno.
Su primera función fue crear la Carta Orgánica, en la que situaban su organización en el contexto latinoamericano de los años 50 y en donde trazaron planes a corto, medio y largo plazo. La militancia más joven estaba preocupada de no hacer un traslado automático de otros esquemas y fórmulas que se habían usado en otras coyunturas históricas. Su anarquismo tendría que estar arraigado al país y a su realidad concreta.
Este especifismo (de organización “específica”) fue puesto en práctica en solitario durante años por la FAU hasta que fue tomado también por grupos argentinos en los años 70. Hay que decir que nunca se plantearon la síntesis anarquista porque nadie tomó en consideración esta posibilidad de organización.[2] La FAU tuvo distintas etapas y también apuestas estratégicas que la acercaron al movimiento nacional popular latinoamericano de los años 70, justo en su etapa de mayor visibilidad y tamaño, con frentes sociales bastante numerosos y hasta con una organización armada propia, la OPR-33.
En los años 90, el especifismo se alejó de esos puntos de vista y fue entonces cuando comenzó a introducirse en otros países como Brasil y Chile. Y a partir de ahí, en los años 2000 comenzó a converger con el movimiento anarco-comunista típico de Europa y del mundo anglosajón hasta formar hoy en día parte del mismo movimiento internacional.
En América Latina esas organizaciones no se llaman a sí mismas especifistas en público, sino del “anarquismo organizado”, que es el nombre que también tiene la Coordinadora Internacional de las organizaciones de nuestra corriente.
Aunque nos gusten estos modelos de anarquismo, que entendemos como los más capaces de incidir en la realidad desde el anarquismo, hemos de aclarar que no somos ni una organización rusa, ni francesa, ni latinoamericana, así que habrá que hacer un anarquismo de aquí, con los mimbres del anarquismo de aquí, para actuar en el siglo XXI.
¿Qué radiografía haces de la situación del movimiento libertario ibérico y qué retos y necesidades ves desde tu ámbito?
Un movimiento es un conjunto de acciones, ideas y esfuerzos organizados por un grupo de personas que comparten unos objetivos comunes para influir en la sociedad. Empezando por aquí, coincidiréis en que no hay un solo movimiento libertario homogéneo dado que no hay unos objetivos comunes a toda esta amalgama de individualidades, colectivos, iniciativas, escenas, espacios, organizaciones o sindicatos que se reivindican del anarquismo.
Partiendo de esta premisa podríamos identificar primeramente un movimiento libertario que pretende alcanzar el comunismo libertario. Este se compondría del anarcosindicalismo y de algunos colectivos y organizaciones anarquistas, así como de sus proyectos sociales o culturales afines que les sirven para llegar a un mayor público.
También habría otros paradigmas similares al comunismo libertario pero con otras características. Hablo del comunalismo, del confederalismo democrático, de la vertiente anticapitalista del cooperativismo, de una parte de la autonomía (sea marxista o indigenista) y propuestas similares o del movimiento ecologista radical y antidesarrollista. Esta gente suele ser compañera de ruta del anarquismo y en alguna medida incluso procede de sus filas o ha pasado por sus colectivos u organizaciones, pero, por las circunstancias que sean, se han desvinculado del movimiento libertario que entendemos como tal. Por lo tanto, no se podría considerar que estas iniciativas fuesen de nuestro movimiento, sino que construyen y participan de otros.
Por tanto, hablando del movimiento libertario en sí, tenemos un espacio sindical considerable – sin llegar a la fuerza de antaño, por supuesto – que se compone de CGT y CNT y de todas sus escisiones (Solidaridad Obrera, CNT-AIT, SAS Madrid, STS-C u otros grupos sindicales más pequeños). Este movimiento tiene una presencia considerable en todo el estado español. Es cierto que es un espacio sindical dividido y a menudo peleado entre sí, lo que le resta potencial y contribuye a su descrédito. También es cierto, que para algunos sindicatos eso del comunismo libertario es como una aspiración tan a futuro que ni se tiene en cuenta para su estrategia actual.
Si el anarcosindicalismo sería la punta de lanza, hay detrás unas organizaciones o iniciativas orgánicas que se fundaron para contribuir a ese objetivo que mencioné antes. Serían las organizaciones y colectivos de síntesis anarquista (aquí se incluye aquello que se llamó una vez “anarquismo de barrio”), las anarco-comunistas (actualmente denominadas especifistas, que parece que es la palabra más en boga en estos momentos) y las insurreccionalistas. Su fuerza se limita a sus propias militantes y su influencia se produce en los espacios más amplios en los que militan. Estamos hablando de algunos barrios muy determinados en los que desarrollan su actividad. Su presencia influye en la escena anticapitalista de los lugares en los que están y generalmente se basan en las áreas urbanas y ciudades de sus áreas metropolitanas (Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza, Granada, Coruña…). Y su incidencia real viene de su capacidad militante y de su compromiso. Por eso influyen.
A continuación, tendíamos lo que podemos entender como el anarquismo informal, autonomismo o, como diría Murray Bookchin, “anarquismo como forma de vida”. Casi podríamos considerarlo una escena subcultural más que un movimiento político, pero no le niego el interés de mucha de la gente que participa en él de transformar la sociedad de raíz. Heredó parte de ese componente subcultural de la escena punk peninsular, que influyera tanto en el anarquismo de esas décadas 90 y 2000.
Este anarquismo informal o autonomismo organiza eventos que pueden llegar a ser masivos puntualmente, como alguna protesta, una acampada reivindicativa o las ferias del libro anarquista, pero generalmente se quedan en espacios de socialización y contacto más que de intervención social. Como crítica, decir que corren el riesgo de caer en la endogamia al vivir bastante al margen del cuerpo social. En este sector podríamos encontrar tanto gente que tiene como objetivo el comunismo libertario, como gente a la que no le interesa y pretende vivir de la forma más libre posible en la sociedad actual.
No obstante, desde la organización informal se lanzaron diversas redes y coordinadoras de Centros Sociales Okupados, ateneos libertarios, medios de comunicación y contrainformación y se participó de otros movimientos sociales como el antimilitarismo, el ecologismo o la lucha contra la globalización del capital.
En el estado español durante los años 90 y 2000 prevaleció una dualidad de un anarcosindicalismo entendido a sí mismo como organización política y del anarquismo informal, generalmente anti-organización. Esto fue casi hegemónico y apenas hubo espacio para intentos de organización que duraron más bien poco (la segunda Lucha Autónoma, Alternativa Libertaria, Federación Anarquista Galega, asambleas libertarias de ámbito local y territorial, redes de ateneos libertarios y CSOs…). En aquellos años nunca se logró articular un espacio libertario de ámbito peninsular, más allá de aquella FIJL vinculada con el insurreccionalismo o de aquella FAI que hacia el año 2000 ya parecía enfocada exclusivamente hacia la cultura libertaria.
Sin embargo, el movimiento cogió impulso más adelante. El movimiento juvenil construyó organizaciones: la FIJA y la primera FEL, así como algunas juventudes libertarias de ámbito local. Se potenció el anarcoindependentismo con Negres Tempestes en Catalunya, que generó un impulso propio. Fue la época del auge de las luchas antidesarrollistas que atraían centenares de personas. Proliferaron las ferias del libro anarquista. Portales web del anarquismo como Alasbarricadas o Klinamen u otras más plurales como Indymedia, LaHaine o Kaosenlared recibían miles de visitas; aún había diversas publicaciones en forma de fanzines, revistas o periódicos de papel…
A partir del 2010-12 se produjo una articulación del anarquismo que se desarrolló en asambleas de barrio o de municipio y comarca. Coincidía con la época posterior al 15M. En algunos casos, como en Catalunya, se levantaron federaciones entre esos grupos. Pero todo aquello tuvo un recorrido breve de 2, 3 o 5 años, salvando algunos colectivos que lograron relevo generacional, como sería el caso de Heura Negra de Vallcarca (Barcelona). Aquellas asambleas libertarias locales fueron la escuela política de muchas militantes de nuestra época, porque fueron realmente muchos grupos.
La falta de consolidación de esos colectivos fue paralela a la crisis del insurreccionalismo a raíz de los palos represivos que sufrió entre 2011 y 2016. Pero no solo fue un tema represivo, sino también político. Ocurriese lo que ocurriera, todo esto hizo paralizarse su proyecto político de los Grupos Anarquistas Coordinados. Esa crisis desmovilizó a parte de su militancia o la hizo derivar hacia otros proyectos más prácticos y también provocó que no se renovara generacionalmente.
El anarquismo más político, por así decirlo, se articuló en aquella época también. Por ejemplo, Embat en Catalunya, Apoyo Mutuo en Madrid, Aragón y Sevilla, Aunar en Aragón, y la Federación Estudiantil Libertaria. No vamos a mentir a nadie: estamos hablando de una escena muy pequeña que ni siquiera logramos ser un movimiento propiamente dicho, a pesar de nuestras intenciones.
Respecto a Embat, nuestro análisis sobre la época posterior al 15M era que se habían visto muchas ideas y prácticas libertarias en esencia, pero apenas fueron articuladas por el movimiento libertario. Las propuestas eran llevadas a las plazas de manera individual y recogidas por un público políticamente diverso. Fuimos conscientes – las vimos – de que en las mismas plazas había organizaciones políticas marxistas o socialdemócratas que tenían el objetivo de barrer para casa. Así que entendimos necesario que había que contar con una organización propia para canalizar ese espíritu libertario espontáneo hacia una perspectiva revolucionaria. Por esto nació Embat.
Por esta época pudimos levantar ciertas simpatías, pero no logramos arrastrar a esa gente libertaria que estaba inserta en los movimientos sociales y populares. En su mayoría prefirieron seguir sin organización específica. Esto fue letal ante el surgimiento de Podemos en 2014. Mucha gente que tendría que haber estado organizada previamente en tanto que anarquistas, acabó engrosando los círculos y candidaturas de Podemos, Ganemos, Sí Se Puede, Más Madrid o las de las CUP en Catalunya. Sin una línea estratégica propia, adoptaron las líneas socialdemócratas hasta que se quemaron y se fueron a su casa, o hasta que se pasaron completamente a esas posturas.
Mientras tanto, la gente procedente de las asambleas libertarias, del insurreccionalismo o del anarquismo informal fue entrando por goteo en el anarcosindicalismo. Esta vez no para convertirlo en una organización política como en los 90, sino por temas laborales o para ayudar a desarrollar algún área social y cultural dentro los sindicatos. También entraron en la lucha de la vivienda, esta vez sin ánimos de “radicalizar la lucha”, sino de ser una más. Algo parecido se debió de vivir en los años 80 con la gente que salió de los ateneos libertarios.
Durante aquellos años, 2015-2020, tendríamos que destacar la influencia de la Federación de Anarquistas de Gran Canaria en el campo libertario. Aunaron en su planteamiento elementos del anarquismo social con el insurreccional bajo un discurso anarquista identitario que reivindicaba el “anarquismo de barrio”. Además fueron la organización impulsora del primer Sindicato de Inquilinas de todo el estado y en su momento abogó por la huelga de alquileres. Consiguieron llevar el anarquismo a los barrios más jodidos de Gran Canaria, llegando a unos perfiles de gente a los que no se había llegado en décadas. La FAGC intentó replicar su anarquismo de barrio en otros lugares del estado, dando decenas de charlas y escribiendo bastantes textos. Sin embargo, no lo consiguió y nadie en la Península copió su modelo, cosa que fue una pena, puesto que siempre nos ha gustado ese anarquismo con tanto arraigo social.
Tras la pandemia de 2020, hemos vivido el auge del GKS/Movimiento Socialista y su gran repercusión entre la juventud de la izquierda revolucionaria. El anarquismo se encontraba literalmente fuera de juego en esos momentos, como hemos visto. El discurso ambiguo – medio leninista, medio autónomo-libertario – que tenía en los inicios ese movimiento socialista fue atrayendo grupos de personas militantes jóvenes hacia esos lares. Incluso personas que anteriormente habían militado en el anarquismo social o insurreccionalista, cosa que puso en guardia a buena parte de nuestro movimiento.
Por consiguiente, quedó clara la necesidad de ofrecer una alternativa organizativa anarquista. Así nacen Alternativa Libertaria y Liza en Madrid en 2023 (posteriormente la primera ingresó en la segunda), ahora Hedra en Alacant, Impulso en Granada, el Seminario de Estudios Libertarios Galegos y, dentro del anarquismo de síntesis, la red Horizontal a nivel del estado (aunque esta no tuvo mucho recorrido) y algunos grupos nuevos. Incluso se produjo la incorporación de Acción Libertaria de Zaragoza a la FAI, un grupo con buena inserción en su barrio. Actualmente vuelven a crearse algunas asambleas anarquistas en diversas ciudades, como Sevilla, con ese carácter plural o de síntesis que vimos previamente en otras similares. Todo esto se da en un contexto de verdadero crecimiento del anarcosindicalismo, que también ha abierto nuevos centros de estudios y entidades culturales.
En resumen, se ha visto necesario ofrecer organizaciones fuertes ante la necesidad de la juventud obrera de organizarse. Ahora mismo todo nuestro espacio político está en construcción. Aun así quedan muchos territorios prácticamente sin ninguna entidad libertaria más allá del anarcosindicalismo, de alguna distri, CSO o de las bandas de música.
Nos preocupa que no se haya hecho balance sobre la década del 2010-2020 y que aparezcan colectivos que calcan acríticamente los mismos modelos que entraron en crisis en esos años. Al no haber demasiados espacios de interrelación entre corrientes no se está transmitiendo ningún tipo de enseñanza colectiva, un punto de partida que puedan tomar de referencia las compañeras que comienzan ahora. Este puede ser el rol de Ekintza Zuzena.
En verano de 2024 se celebraron en Catalunya el Primer Encuentro del anarquismo especifista. ¿A qué necesidad respondió esta iniciativa y que valoración haces del mismo?
El Encuentro responde a los contactos previos entre las distintas organizaciones y grupos que van existiendo en el estado español que se reclaman de la corriente especifista. Pretendíamos llamar la atención de todo este entorno libertario sin organizar pero proclive a la organización que hay en el estado. Es decir, de esa gente que ahora siente la necesidad de tener a alguien detrás para trabajar políticamente como anarquistas sin tenerle miedo a las demás corrientes de la izquierda socialista.
En aquel momento nos juntamos en la fábrica de Calafou (Vallbona d’Anoia) unas 80 personas, superando nuestras expectativas. Vino bastante gente que no pertenecía a las organizaciones convocantes (Batzac Embat, FEL, Liza y Regeneración Libertaria) y tuvimos unos debates bastante provechosos en los que participaron personas afines de Granada, Galiza y de otros lugares.
Durante el encuentro se grabó un saludo para la organización hermana de Estados Unidos, Black Rose / Rosa Negra con motivo de su Convención (algo así como el congreso anual que tienen allá).
Como punto fuerte, la calidad del debate, con unos argumentos muy sólidos. También se veía que toda la gente remaba en la misma dirección: la necesidad de organización política y de inserción social – lo que es de esperar en un encuentro de esta tendencia, pero que no es habitual en el anarquismo actual, y por eso nos sorprendió gratamente.
Y como punto débil, constatar la poca capacidad comunicativa que todavía tiene nuestro movimiento, habitualmente alérgico al medio audiovisual y con nulo afán de protagonismo y sin ganas de hacer un espectáculo de su propia cotidianidad. Cierto que esto demuestra un mínimo de sensatez, pero opino que también es positivo hacer un poco de ruido, que se nos conozca y se nos vea.
¿Qué grupos o iniciativas están impulsando esta corriente en la actualidad y qué objetivos se marcan?
Las iniciativas que impulsan esta corriente en el estado, en la actualidad, somos las siguientes por orden de creación:
- Federación Estudiantil Libertaria. Surgida en 2008 a partir de varias asambleas estudiantiles en Madrid, Catalunya y Aragón, en 2014 se reconstruyó tras un parón, digamos generacional, y ha durado hasta este año. Su tendencia fue de “anarquismo social y organizado” hasta hace poco, cuando se comenzó a definir como especifista. Como los grupos estudiantiles van y vienen bastante rápido, no ha logrado consolidarse en los últimos años y ahora solamente existía en Catalunya. A finales del año pasado ingresó en Batzac, constituyendo su frente estudiantil.
- Regeneración Libertaria. Portal web nacido en 2012 como un espacio para análisis de coyuntura, artículos teóricos, estudios sociales y cultura libertaria dentro del anarquismo social y organizado. El año pasado, dado que sus actuales componentes se adhieren a la corriente especifista, decieron poner el medio al servicio del proyecto común. Así que hoy en día es el portal oficial del movimiento especifista o del anarquismo organizado en el estado español. Sirve de nexo entre las organizaciones que lo impulsan y como punto de debate y contraste de ideas.
- Embat, Organització Llibertària de Catalunya. Nacida en 2013 como Procés Embat[3] (como las anteriores, bajo el paradigma del “anarquismo social y organizado”) y desde 2015 bajo el nombre actual. Es una organización que ha pasado por distintas etapas: una de consolidación, actuando como red de militantes (2013-15), otra de inserción social como organización (2015-19), otra muy activa durante el Procés Independentista (2017-18), el parón de 2020 en el que se aprovechó para crear nuestra Línea Política[4], y la época actual. En estos momentos tenemos actividad en el ámbito de la vivienda, la educación, el feminismo, lo ecosocial y lo laboral.
- Batzac, Joventuts Llibertàries. Surgida en 2017. Organiza personas jóvenes que en la mayoría de los casos no han militado previamente. Hasta ahora no se había declarado especifista, sino anarquista social. Esto se debe al interés por realizar una inserción social concreta, tal como desarrollan en vivienda, en el ámbito estudiantil o en el ámbito laboral. Últimamente ha recogido a la FEL en Catalunya.
- Liza, Plataforma Organizativa de Madrid. Creada en 2023, recogió a un sector de personas necesitadas de organización que compartían una visión estratégica y táctica a caballo entre el plataformismo y el especifismo. Su aparición se combinó de una buena comunicación en redes y de gran actividad, cosa que animó el panorama ibérico, resultando en los visos de coordinación actuales. Su inserción es en especialmente vivienda y en los barrios. También habría que destacar su interés en debatir con el resto del movimiento anarquista, confrontando las tendencias autonomistas y antiorganización. Liza absorbió un proyecto de organización llamado Alternativa Libertaria, que salía de la FEL Madrid.
- Impulso – Granada, se define como un espacio de reflexión del anarquismo organizado. Creada a finales de 2024, de momento es eso mismo que les define: un espacio de debate y de formación en torno a las ideas del anarquismo organizado en Granada. Su intención es caminar poco a poco, sin quemar etapas, hasta culminar en una organización política.
- Hedra, Organización Especifista de Alicante. Es recién llegada, ya que se ha creado en enero de 2025. Es la primera que se crea bajo la etiqueta del especifismo, ya que sus bases teóricas beben directamente de los textos fundamentales de esta corriente. Su inserción es en vivienda y en el barrio a través de un ateneo.
También mencionaré la editorial Teima. En estos momentos está trabajando en la publicación de un libro de Felipe Correa, llamado Bandera Negra. La editorial publicará textos de nuestra corriente en castellano. Aun así existen algunas editoriales que publican libros de nuestra onda, como podría ser Descontrol en Barcelona o Ardora y Bastiana en Galiza.
Además de estas organizaciones, que son públicas, existen otras iniciativas en otros puntos del estado que aún no han salido a la luz, y que no mencionaré para no gafarlas. Algunas de ellas provienen de colectivos o asambleas de síntesis anarquista que van derivando hacia un anarquismo de nuestro estilo. Por cierto, ninguna de ellas viene de Euskal Herria, así que ¡a ver si se anima alguien!
En cuanto a los objetivos marcados, se prioriza el de crear un movimiento anarquista más amplio y con mayor impacto en la sociedad trayendo el anarquismo de nuevo al frente de la lucha social.
Cabe decir que también estamos en coordinación con otras organizaciones europeas de nuestra misma corriente y con las del resto del mundo. La coordinación actual a nivel internacional agrupa a más de veinte organizaciones y existen varias más en proceso de incorporación. Las más conocidas serían Union Communiste Libertaire (países francófonos europeos), Die Plattform (Alemania), Anarchist Communist Group (Reino Unido), Black Rose Federation (EE.UU.), Federación Anarquista Uruguaya, Federación Anarquista de Rosario (Argentina), Coordinadora Anarquista de Brasil o Tekoshina Anarsist (Rojava). También estamos en contacto con otras iniciativas nuevas, que se están creando en estos momentos. De alguna manera parece un proceso paralelo al del estado español, que nos indica que el movimiento anarquista pretende estar mejor organizado.
El concepto de poder popular ha tenido su principal difusión en América Latina, donde ha generado un importante debate. ¿Qué lectura o definición haces de la cuestión del poder popular? ¿En que lo diferenciarías del populismo de izquierda?
Fue en los años 70 cuando la FAU apostó por tomar este concepto del MIR chileno, de los tupamaros y de otros movimientos de la época que combinaban varios tipos de marxismo (principalmente leninismo y guevarismo), Teología de la Liberación, liberación nacional y latinoamericanismo (los que dicen que América Latina es un solo país). Hay que añadir que el anarquismo también influyó en aquella amalgama, cosa que se suele pasar por alto. El poder popular en los 60 sustituía al concepto de “poder dual” del leninismo.
Los anarquistas latinoamericanos de la época lo entendieron como algo lógico, ya que ese poder dual (aquellos soviets que conviven con el estado burgués en una fase avanzada de la lucha de clases, una vez llegados a la etapa revolucionaria) a su vez bebía de las ideas de Bakunin.
En la FAU de los años 50-60 había un debate vivo sobre los sujetos históricos que deberían hacer la revolución. Tal como se configuraba la sociedad uruguaya de la época había que crear un sujeto que reuniese a todos los sectores oprimidos de la sociedad. Se utilizó la idea de “pueblo”. Pero del pueblo entendido como “los de abajo”. No tenían nada que ver con los burgueses. Algo así como cuando la CNT-FAI histórica hablaba de “pueblo trabajador” en sus periódicos y manifiestos. No se referían únicamente al proletariado, ya que en esos momentos a la gente común le sonaba como hablar de las fábricas y poco más.
En esta relación entre ideología y producción de sujetos históricos, relación que si no existiera, no habría ni ideología ni sujeto, es que se van conformando los momentos de vigencia ideológicos. Bien como, los sujetos/agentes históricos se expanden y llevan a la hegemonía de los cuerpos sociales, a partir de la vigencia de las ideologías.[5]
Tal como se desarrollaba la lucha de clases en aquella América Latina, entraban en juego alianzas entre el movimiento obrero organizado, el movimiento estudiantil, las primeras asociaciones feministas, el campesinado y colectivos de base centrados en la identidad, como los pueblos afros, mestizos e indígenas… Además, en los años 70 la guerra social recibió el apoyo de autoempleados y de pequeños empresarios expulsados de la producción industrial fabril. La lucha de clases a menudo se trasladaba a los barrios o a las comunidades alejadas de la ciudad y se generaban elementos de contrapoder desde abajo en medio de la lucha. Esto era el poder popular: el pueblo en movimiento, difuso, anónimo, contradictorio, creativo, festivo y combativo. Tomas de tierras, cordones industriales, grupos armados, ocupación de universidades, esto era el poder popular a ojos de la gente corriente. De ninguna manera hay que confundirlo por interclasismo, por su naturaleza consciente “desde abajo”.
En los años 2000 comenzó la crítica. Las organizaciones especifistas o del anarquismo organizado utilizaban el poder popular en su lenguaje político. Pero también las utilizaban las marxistas. En Cuba y Venezuela todos los ministerios llevaban la coletilla de “poder popular”. Así que el término también estaba vinculado con el estado socialista. Las compañeras críticas con el concepto de poder popular también apuntaban a que también había habido abandonos del anarquismo desde las filas especifistas hacia el marxismo o al nacional populismo. Desde algunos anarquistas incluso se iba más allá, negando la adhesión al anarquismo de toda nuestra corriente, viéndola como un criptomarxismo en su conjunto. Aquí está el origen del conflicto.
Con Embat fue incluso cómico de ver que, durante los primeros años, siempre venían determinadas personas a todas nuestras charlas a decir que el poder popular no podía ser anarquista de ninguna manera. Irónicamente teníamos la opinión de que en realidad nos entendía perfectamente todo el mundo excepto las “más anarquistas”. Nadie parecía tener el menor problema con el Black Power de las Panteras Negras de Estados Unidos, concepto más o menos equivalente al poder popular.
De todas formas, el paso de los años, ha mitigado mucho aquellos debates. Si alguna organización o individualidades derivaron hacia otras posturas ideológicas, la gran mayoría no lo hizo, contribuyendo al movimiento libertario en su conjunto, y no sólo a nuestra corriente en particular. Hoy por hoy, en el estado español, se ha aceptado en gran medida este concepto incluso por gente que procede de otras corrientes, como el anarcosindicalismo o por gente libertaria que milita en los barrios o en vivienda sin haber estado nunca en nuestra onda.
Respecto al populismo de izquierda, debemos decir que incurre en el interclasismo, al mezclar reivindicaciones obreras con otras más de clase media burguesa. Esta sería la diferencia principal. El especifismo defiende un “pueblo fuerte” construido como si fuese un frente de las clases oprimidas por el capitalismo y el estado. Aunque hablemos ambas corrientes de poder popular hay diferencias sustanciales. Veamos qué opina el especifismo:
Proclamamos la socialización más completa de todas las esferas del quehacer social. La socialización de los medios de producción ejercida desde los órganos de representación real de la sociedad y no del Estado, la socialización de la educación, de la administración de justicia, de las organizaciones de defensa, de las fuentes del saber y la información, y muy especialmente la socialización del poder político. En este último aspecto, propugnamos la supresión del Estado y las formas gubernamentales de poder como única garantía de eliminación de toda clase de dominación.
[…]
Estamos plenamente convencidos que esto es efectivamente posible a través de la democracia directa, ejercida por las organizaciones populares de abajo organizadas en forma autogestionaria y vinculada en un marco federalista, donde se expresan en nuevas formas institucionales esas mismas organizaciones populares. Hoy sabemos con mayor firmeza que ayer que el modelo de sociedad que proponemos no solo es posible sino que es prácticamente y de acuerdo a la experiencia histórica y revolucionaria de distintos pueblos del mundo, el único camino vigente de construcción realmente socialista.[6]
Sería osado decir que esto no es anarquismo.
¿En qué medida la voluntad de no quedarse encerrado en el gueto y de participar (con un discurso no dogmático) en luchas o procesos sociales coyunturales puede llevar a contradicciones políticas con principios anarquistas o básicos de la sociedad por la que lucháis? ¿Recuerdas alguna ocasión que vivisteis esta disyuntiva?
Los procesos sociales son complejos por naturaleza. Hay muchas fuerzas en juego y muchos intereses particulares. El reto es construir unos intereses colectivos de carácter transformador en un ambiente democrático, transparente y fraternal.
Para Embat la prueba de fuego fue 2017. Teníamos que posicionarnos en un escenario tremendamente complejo. El estado español estaba en crisis y la sociedad de Catalunya exigía una respuesta. Esta fue el Referéndum. En muy pocos meses vivimos un proceso de empoderamiento colectivo a gran escala. En semanas, diría. El movimiento ya venía de atrás, pero los hechos animaron a mucha gente más a sumarse al proceso. Se crearon estructuras de contrapoder, los comités de defensa de la República. Funcionaban de forma asamblearia convocando acciones y manifestaciones. Pero también tuvieron la oportunidad de ser espacios de contrapoder territorial. Otra iniciativa a tener en cuenta fue el Procés Constituent, que planteaba una asamblea constituyente para una Catalunya independiente en la que tendrían cabida los aspectos sociales más avanzados. Los movimientos sociales y sindicales también se unieron al proceso a su manera. Se adhirieron y fueron responsables de la famosa huelga general del 3 de Octubre, una de las más seguidas de la historia catalana. Apareció de forma natural la consigna de bloquear los transportes: trenes, carreteras y, en el 2019, también el aeropuerto. Se llevó a la práctica algo que solo se había teorizado alguna vez en algún debate anticapitalista de años atrás y que se descartaba por falta de fuerzas.
Aunque éramos perfectamente conscientes de que el liderazgo de todo aquel proceso estaba en manos de la clase política catalanista “de toda la vida” también veíamos lo que sucedía por abajo. Nuestra respuesta fue que había que estar allí. Siempre tuvimos la sensación de que podría haber hecho mucho más si todos los movimientos sociales y sindicales hubiesen actuado de forma unitaria y en bloque. Pero para ello habría hecho falta un anarquismo organizado mucho mayor, que es lo que tratamos de construir.
Otro de los momentos complejos y conflictivos en el que había que posicionarse fue durante la pandemia. La posición de Embat fue de denuncia del estado policial y de la militarización del espacio público por parte del estado, mientras que se le obligaba a las trabajadoras de los “servicios esenciales” a ir a sus centros de trabajo sin suficientes medidas de protección. También pusimos de manifiesto los efectos devastadores de la privatización de la sanidad y de la gestión de las residencias y clínicas por entes privados. A la vez saludábamos los grupos autoorganizados de apoyo mutuo que surgieron en muchas partes, así como de iniciativas populares en las que participábamos, como el Plan de Choque Social o el intento de huelga de alquileres que se propuso durante aquellos meses. Añadiría que aprovechamos internamente el confinamiento para desarrollar nuestra línea política, que requería de muchos debates. Y también durante aquella época salió reforzada la Coordinación Internacional en la que participábamos.
Las contradicciones eran claras en nuestro movimiento libertario, había quienes se centraban en la denuncia del estado policial y de la infantilización de las personas, mientras que otras preferían centrarse en la denuncia de las privatizaciones y en la autoorganización. No vimos una unidad de actuación y cada cual hizo un poco la guerra por su cuenta. Quizás lo que más nos unía eran en esas propuestas de plan de choque u otras similares.

[1]Este fragmento se puede encontrar en la Introducción de La Plataforma https://www.nestormakhno.info/spanish/platform/introduccion.htm
[2]Para más información ver La estrategia del Especifismo. Entrevista de Felipe Correa a Juan Carlos Mechoso: http://federacionanarquistauruguaya.uy/wp-content/uploads/2017/08/La-Estrategia-del-Especifismo.pdf
[3]Embat en catalán se refiere al golpe de una ola contra la roca. Nos sonaba potente y a la vez poético y era un nombre que nos pareció mejor que el de las típicas siglas de otras organizaciones libertarias de nuestra época.
[4]Fue cuando se tomó el especifismo como uno de los principios rectores. Se puede consultar la Línea Política en: https://embat.info/programa-i-linia-politica/
[5]Poder Popular desde lo libertario. https://federacionanarquistauruguaya.uy/poder-popular-desde-lo-libertario-fau/
[6]ídem