Apuntes para respirar más con el cerebro y menos con el corazón

Por alex
9 min. de lectura

Cada vez que estoy en un proyecto en el que me siento identificado, suelo ofrecerme para coger cargos de trabajo. No puedo explicarlo a ciencia cierta, pero es así. Me cargo de tareas, desarrollo ideas y propuestas… estoy en mi salsa como se suele decir. No siempre ocurre esto, lo de sentirme uno con el proyecto. En las pocas ocasiones en las que esto no pasó, bien porque dejé de sentirme identificado o porque en realidad nunca llegué a ser uno con el mismo, me disculpé por el posible daño que provoqué y abandoné el proyecto. Y ¿Cómo es que me di cuenta de que ese no era mi sitio? Pues tomando aire, me explico.

Normalmente entras en un colectivo, proyecto… bien por afinidad ideológica, afinidad práctica y/o amiguismo, es decir, si te gustan los principios e ideas que se defienden, si te gusta la actividad que se está teniendo y/o porque haces y/o tienes colegas en el mismo. El sumatorio de los diferentes grados de intensidad de cada uno de estos factores hará que te declines o no por dicho colectivo, proyecto… Esto es una vez ya has decidido en tu interior participar en algo, pero estas barajando en donde meterte dentro del “sector” (vivienda, estudiantil, laboral…). Las cuestiones del por qué decides “activarte” y cuál es el “sector” que eliges para meterte son conceptos interesantes a analizar pero que aquí no se tratan.

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Los perfiles de ejemplo son de sensibilidades muy características, no reflejan que solo existan estos tres tipos de perfiles

La actividad que vas a tener dentro del mismo también va a depender de cuál fue el factor, de los tres, que influyó más a la hora de tomar la decisión. Esto es así porque igual entraste solo por amiguismo saltándote las dos cuestiones anteriores: ¿Quiero activarme?, ¿Dónde?, y de esta manera lo más probable es que en un principio no te sientas identificada con el proyecto, colectivo… y acabes siendo un número más en un grupo de whatsapp que tienes silenciado. En el peor de los casos esto le podría ocurrir a alguna estudiante en sus primeras experiencias en el activismo, llevando a esta a abandonar su posible actividad en el movimiento estudiantil.

Pero vamos a suponer que estas dentro del proyecto y que los factores que más influyeron a la hora de entrar fueron, bien que te gusta su actividad o bien porque te gustan los principios e ideas que se defienden. En ambos de primeras sí que te vas a sentir identificada con el proyecto, colectivo… pero tu propia actividad, normalmente, tendrá sus matices.

Si el mayor empujón lo dio la actividad, seguramente tus propuestas e ideas girarán en cuanto a realizar acciones, actividades, campañas, jornadas… a cuestiones “prácticas” por así decirlo. Sin embargo, si fueron los principios e ideas las responsables de que estés ahí probablemente estarás más atenta a los análisis, estrategias y tácticas, es decir, a cuestiones “teóricas”. Esto no quiere decir que cada una solo se encargue de estas cuestiones, sino que destacan las posibles mayores sensibilidades que se pueden tener.

Al sentirte identificada y asumir como propio el proyecto, aunque no hayas formado parte de su fundación, tiendes a mirar la realidad con el corazón a parte de con el cerebro, por lo menos a mí es lo que me pasó en varias ocasiones. El problema de esto es que no te deja ver con claridad si el trabajo, tiempo y recursos que estas dedicando se corresponde con los resultados que obtienes del colectivo, proyecto… o lo que es lo mismo, mirar con el corazón y el cerebro te impide tomar aire y valorar, a priori, el rendimiento de tu actividad y la del colectivo, proyecto… en el que estas.

Valorar este rendimiento es muy importante, tanto por el objetivo por el que te estas moviendo, tanto por tu salud. Si, tu salud. Recuerdo estar en un proyecto, dedicándole cuatro horas al día, desde las doce de la noche a las cuatro de la mañana, teniéndome que levantar a las siete-ocho de la mañana para ir a clase y tras el paso del tiempo y poder tomar ese aire, darme cuenta de que estaba tirando mi trabajo, tiempo, recursos y salud en algo que no tenía ningún resultado real. Y ¿Por qué no lo pude ver antes? Porque eso que antes llamé corazón, desviaba parte del oxígeno que necesitaba mi cerebro y así no se puede pensar bien (no estudio ciencias puras así que no me fiaría mucho de esta explicación pero creo que se entiende la idea).

Una herramienta sencilla de aplicar que puede ayudar para valorar situaciones, tomar decisiones, o elegir entre alternativas, disminuyendo de manera efectiva el efecto opiáceo que hay en las mencionadas ocasiones, pueden ser los Análisis DAFO.

Para hacerlo lo primero es designar un Objetivo y elegir el Ambiente a analizar. A continuación se elabora una lista de las Debilidades (puntos flacos en el presente), Amenazas (consecuencias de los puntos flacos), Fortalezas (puntos fuertes en el presente) y Oportunidades (consecuencias de los puntos fuertes) del proyecto, colectivo… en un determinado Espacio-Tiempo. De esta forma las listas de Debilidades y Fortalezas se hacen mirando internamente el proyecto, colectivo… y las de las Amenazas y Oportunidades serán fruto tanto de las dos listas anteriores como de las posibles consecuencias del Entorno que rodea al Ambiente a analizar en ese determinado Espacio-Tiempo.

El resultado a analizar hay que valorarlo tanto cuantitativamente (el número de Oportunidades frente al de Amenazas) como cualitativamente, es decir, teniendo en cuenta la calidad o importancia de cada Oportunidad y Amenaza. Así mismo hay que sumarle el trabajo, tiempo y recursos que supondría el solucionar las Debilidades, desde una perspectiva realista.

Esta herramienta es eficaz y útil si se trata de ser exhaustiva a la hora de realizarla, dedicándole tiempo y esfuerzo, sin dejarse llevar por decisiones que ya se tengan tomadas de antemano. Si se tiene la oportunidad es mejor realizar el análisis en grupo.

Para terminar, comentar que tanto las veces que abandoné un proyecto, colectivo… porque dejé de sentirme identificado con el mismo, o porque en realidad nunca llegué a estarlo, me disculpé porque entiendo que en las primeras ocasiones, con el cese de mi actividad estaba dejando medio de lado a compañeras que dependían de mi trabajo, y en las segundas ocasiones, porque estaba ocupando un espacio y se esperaba de mi algo que no iba a aportar, creando esperanzas y/o restándole tiempo al colectivo, proyecto… para que encontrara a la persona adecuada para el sitio que yo ocupaba.

No obtuve la misma reacción siempre que decidí irme (las últimas veces con mi DAFO bajo el brazo). Unas veces perdí compañeras, otras veces compañeras se convirtieron en amigas, pero lo que si gané siempre fue en salud y oportunidades de seguir construyendo poder popular.

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