Cómo recuperar el optimismo: Solarpunk

Por Miguel G.
13 min. de lectura

@BlackSpartak

La desesperanza no es natural. Hay que producirla. Si realmente queremos entender esta situación, tenemos que empezar por comprender que en los últimos treinta años se ha construido un vasto aparato burocrático para la creación y el mantenimiento de la desesperanza. Una especie de gigantesca máquina diseñada, ante todo, para destruir cualquier posibilidad de futuros alternativos. La raíz es una verdadera obsesión por parte de los gobernantes del mundo por asegurarse de que los movimientos sociales no puedan crecer, florecer, proponer alternativas; que aquellos que desafían los pactos de poder existentes nunca, bajo ninguna circunstancia, se perciba que ganan. Para ello es necesario crear un vasto aparato de ejércitos, prisiones, policía, diversas formas de seguridad privada y aparatos de inteligencia policiales y militares. De todas las variedades imaginables, la mayoría de los cuales no atacan las alternativas directamente, sino que crean un clima generalizado de miedo, de conformidad jingoísta y de simple desesperación que hace que cualquier idea de cambiar el mundo parezca una fantasía vana. El mantenimiento de este aparato parece aún más importante para los defensores del “libre mercado” que mantener cualquier tipo de economía de mercado viable.

David Graeber (2008) Hope in Common.

Desarrollando la cita de Graeber, a las personas con intención revolucionaria a veces nos puede ganar la impotencia ante la imposibilidad de un cambio social. Solemos creernos muy lejos de nuestros objetivos prácticos. Sabemos, o deberíamos asumir ya, que nuestras ideas se materializarán algún día y que quizá antes que a nosotras le servirán a nuestra descendencia. Sabemos que las revoluciones son procesos que duran décadas. Y que no pasa nada por ser una pieza más de ese proceso, y no la pieza protagónica que asalta los cielos espada en mano.

Y es que a las opciones de la izquierda transformadora actual nos rodea un aura de derrotismo. El supuesto colapso de la civilización adicta a los combustibles fósiles no nos está acercando a una utopía, sino a un turbocapitalismo adicto a la fast fashion y el Tik Tok. En nuestra sociedad se imponen entre la juventud (y en el resto de edades también) los valores opuestos a los que defendemos que, mucho nos tememos, desembocarán en fascismo (ya sea ecofascismo o fascismo a secas).

Por lo tanto, esa idea del colapso no nos ha sido útil para favorecer un movimiento revolucionario global. Al contrario, al “no haber futuro” todo el mundo hace como que no pasa nada. Da igual que lleguemos a 50ºC en verano. Da igual que se cometa un genocidio a nuestras puertas. Da igual vivir la sexta extinción planetaria y saber que somos completamente responsables. No nos preocuparemos hasta que no falte la comida en el supermercado o no patrulle el ejército la calle.

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En una sociedad Solarpunk que se precie no faltan ni los huertos, ni los paneles solares ni los domos.

A comienzos de los años 2000-2010 apareció un movimiento cultural y estético centrado en un futuro sostenible, en contraposición a las visiones distópicas y apocalípticas comúnmente retratadas en la ciencia ficción: el solarpunk. Inspirado por la ecología, la energía renovable y el diseño sostenible, el solarpunk imagina un mundo en el que la tecnología y la naturaleza coexisten armoniosamente. Este género se caracteriza por la promoción de soluciones innovadoras y ecológicas para los desafíos globales, fomentando la resiliencia y la adaptabilidad de las comunidades frente a los problemas medioambientales y sociales.

La utilidad del solarpunk va más allá de la mera expresión artística, ya que proporciona una plataforma para explorar y difundir ideas prácticas sobre cómo abordar la crisis climática y construir sociedades más sostenibles. Al destacar la belleza y la viabilidad de las energías renovables, la agricultura urbana y la arquitectura ecológica, el solarpunk inspira la acción positiva y la adopción de prácticas responsables. En un mundo preocupado por el cambio climático y el agotamiento de recursos, el solarpunk ofrece una visión esperanzadora y pragmática para un futuro en el que la humanidad vive en armonía con la naturaleza, aprovechando la tecnología de manera sostenible para crear un mañana más brillante.

Entonces se trata de un cambio de enfoque. No todo futuro tiene porqué verse plasmado por el género postapocalíptico. También se puede dar un modelo de “Arcadia feliz” más acorde con nuestros planteamientos. Esto se puede ver directamente en el Manifiesto Solarpunk, que dice:

El solarpunk es, a la vez, una visión del futuro, una provocación reflexiva, una forma de vida y un conjunto de propuestas alcanzables para llegar a ese futuro.

  1. Somos solarpunks porque el optimismo nos ha sido arrebatado y estamos intentando recuperarlo.
  2. Somos solarpunks porque las únicas otras opciones son la negación o la desesperación.
  3. En su esencia, el solarpunk es una visión de un futuro que encarna lo mejor de lo que la humanidad puede lograr: un mundo postescasez, postjerarquía, postcapitalista, donde la humanidad se ve a sí misma como parte de la naturaleza y la energía limpia reemplaza a los combustibles fósiles.

En otras palabras, el manifiesto se está situando en nuestro cuadrante ideológico. Sin embargo, lo hace de forma instintiva y superficial. Nos puede recordar al movimiento hippie o a las comunidades intencionales, o como mucho al autodenominado “Pueblo Libre” de Christiania. Lo cierto es que las Zonas Temporalmente Autónomas son una constante en el pensamiento Occidental. Son islas de utopía que rehúyen la vida cotidiana y sus conflictos. Podríamos hasta decir que Solarpunk es tomar una de esas comunidades intencionales y transformarla con IA.

Al partir de ideas de artistas y arquitectos, no necesariamente politizados, éstas ponen énfasis en la ecología y en la creación de comunidades autosuficientes en el aspecto alimentario y energético. Algún intento hay de llevarlas a la práctica. No obstante, en cuanto escalamos el tamaño de la sociedad, nos damos de bruces con la cruda realidad. El capitalismo también puede perfectamente comprar este tipo de imaginario que parece sacado de los estudios Ghibli y crear un festival como el Burning Man pensado para exhibirse de forma superficial y sacar dinero o presentarnos unas sociedades del universo Marvel dirigidas por una realeza paternalista y buenrollista como Wakanda o Asgard o una tiranía ultramoderna como las de Aeon Flux o Tomorrowland. ¿O qué decir de Singapur, una de las ciudades-estado más autoritarias del mundo, con esa estética tan Solarpunk?

Mientras los textos teóricos de Solarpunk pueden llegar a emplear citas de Karl Marx, Piotr Kropotkin, David Graeber o Murray Bookchin, pocas veces reclaman una economía colectiva. Si acaso, hablan de huertos y jardines comunitarios, trabajados en común. Se reivindican como anticapitalistas o postcapitalistas, pero no desarrollan qué se entiende por esos conceptos más allá de unos valores más allá de la sociedad de consumo. Podemos ver, pues, el mismo planteamiento que compartían sectores del viejo socialismo utópico, salvo que lo de ahora parece sacado de una película futurista de ciencia ficción interplanetaria.

En otros aspectos quizás nos recuerde a los planteamientos de Jacques Ellul, un anarquista cristiano que se imaginaba una red de comunidades autosuficientes, al estilo de los anabaptistas. Su anarquismo era evolucionista y pacifista, a la vez que mutualista proudhoniano. Ellul no era antitecnología, sino que veía la tecnología como útil si la tomamos como lo que es, una forma de hacer la vida más fácil, en lugar de tomarla como una forma de hacer beneficios de forma más rápida y eficiente. Entendía que la técnica no se encuentra al servicio de las necesidades de la sociedad, sino que es su propio desarrollo el que la guía. Según su perspectiva, la tecnología avanza de manera autónoma, desprendiéndose de los aspectos sociales, culturales o éticos que podrían limitar su crecimiento.

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Una constante en los dibujos solarpunk es la de las plantas en los edificios. Esta propuesta es la pesadilla de la arquitectura, que se verá obligada a combatir las humedades, los insectos y a ingeniar métodos de fertilizar toda aquella masa verde.

Fundamentalmente, el Solarpunk es una estética naturalista contrapuesta a la distopía cyberpunk. En este caso podemos reivindicarlo como una de las opciones deseables de vida futura. Es necesario construir utopías para que la sociedad avance y tenga sueños. El capitalismo de nuestro tiempo plantea escenarios de futuros catastróficos, en los que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Gracias a esto, la gente tendrá la tendencia de no hacer nada para cambiar las cosas, ya que le parecerá imposible cualquier tipo de cambio.

El comunismo libertario es un modo de producción y un modelo de sociedad. Se suele caricaturizar como una sociedad rural llena de vegetación y gente que trabaja en el campo. Casi nunca se dibujaría un comunismo libertario en una sociedad como en la que vivimos o, peor aún, implantado en una ciudad opresiva llena de edificios brutalistas y luces de neón.

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Mapa del satélite Anarres, una sociedad libertaria imaginada por Ursula K. LeGuin. Si rodaran la película el aspecto de sus poblados sin duda sería Solarpunk.

Es vital conectar con una utopía atractiva que presente un ideal alternativo. Decían Graeber y Wengrow en El amanecer de todo que el contacto de los sabios indígenas americanos con los europeos dio pie en buena medida a la Ilustración. Era un cuestionamiento completo de la sociedad europea, entonces gobernada por monarquías absolutas. El aporte indígena facilitó la impugnación de las jerarquías sociales, y fue el fundamento de las ideas libertadoras de los siglos posteriores. En ese caso la imaginación determinaba una posibilidad política en una especie de prefiguración utópica.

En el ideario anarquista está la superación del colapso. Como decía Durruti: Sabemos que no vamos a heredar más que ruinas, porque la burguesía trata de arruinar el mundo en la última fase de la historia. Pero te repito que no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y este mundo está creciendo en este instante.

Recuperemos la capacidad de soñar. Que Solarpunk también sea una llamada a la acción.

Una derivación curiosa es el afrofuturismo. Es la fusión de la estética Solarpunk con una nueva narrativa social y arquitectónica para África.

Recursos:

Películas solarpunk https://www.reddit.com/r/solarpunk/comments/ondz67/solarpunk_movies/?ref=hackernoon.com

The history of Solarpunk

https://solarpunks.net/?ref=hackernoon.com

Manifiesto Solarpunk

https://theanarchistlibrary.org/library/the-solarpunk-community-a-solarpunk-manifesto?ref=hackernoon.com

Solarpunk cities: Our last hope?

https://www.youtube.com/watch?v=UVlBmdvIC6s

David Graeber. Hope in Common

https://davidgraeber.org/articles/hope-in-common/

Why we need more than solarpunk

https://www.youtube.com/watch?v=9fxbDhoYlh8

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