Romper con el franquismo, romper con el 78

Por Protorm
5 min. de lectura

Felipe VI, cabeza de la monarquía española, condensa en su persona la dirección estratégica escogida por el régimen para salir adelante. Esta no es otra que la del balonazo arriba, expresado en una defensa reaccionaria de la unidad de España. La abdicación de su padre y la coronación de su persona fueron un intento de relegitimar la institución en un momento de impopularidad inédito en democracia, preparando el terreno precisamente para el momento en que se necesitase su intervención. Que su discurso ahora apoye las medidas represivas tomadas por el gobierno del PP (y defendidas por Cs) es un intento de cerrar filas en el bunker posfranquista, que apuesta por sacrificar Catalunya para recuperar crédito en el resto del estado (salvo el País Vasco). Esa relación marcada de la idea de España con una política impositiva, violenta y antidemocrática nos devuelve a las épocas más oscuras de nuestra historia. Nos recuerda que romper con el franquismo hoy implica romper con el régimen del 78, surgido de las entrañas de la dictadura. Quizá no sea más que un detalle el que Felipe de Borbón hablara frente al retrato de Carlos III, el monarca que privilegió el uso del castellano frente al catalán, en el que este sujeta un bastón de mando que recuerda a una porra; pero resulta una imagen poderosa.

Como oleadas constantes frente al régimen han ido golpeando el sindicalismo, las mareas, el 15-M, Podemos, las confluencias y el soberanismo catalán, pero no ha sido suficiente hasta el momento. Las grietas abiertas han logrado que parte del PSOE y su base social estén hoy en la encrucijada de sumarse al bunker soltándose con una defensa patriótica del constitucionalismo (como desearían sus dirigentes y partidarios más derechistas) o, por el contrario, apueste por tender puentes con su izquierda apelando al diálogo y el federalismo (lo que está reclamando parte de su electorado y el PSC). En este momento, la deslegitimación internacional de Rajoy se suma a la que ya sufría como consecuencia de la corrupción, y su tradicional inmovilismo se tiñe ahora con tintes autoritarios. Como resultado, el PSOE tiene muy dificil justificar sus apoyos al PP, pero tampoco puede oponerse abiertamente so pena de ser acusado de romper con la defensa de la unidad de España. De la dirección hacia la que se escoren va a depender en buena medida la capacidad de penetrar desde la izquierda en ese bunker del 78 para tratar de hacerlo saltar por los aires. Es por eso que el PP presiona con adelantar elecciones y el discurso del rey apoya la violencia policial en Catalunya, el objetivo es reforzarse logrando la adhesión del PSOE. Es por eso que la izquierda institucional trata de tensionar al PSOE desde una idea de España que habla de república, socialdemocracia, antifranquismo… las palabras clásicas del marketing socialista.

Acabar con el régimen del 78 es condición necesaria para avanzar hacia en la propuesta democratizadora, socialista y feminista que defendemos los libertarios. Por ello, los anarquistas peninsulares debemos apostar fuerte por el confederalismo, con las ideas que nos traen los vientos desde Rojava, adaptándolas a la realidad española y defendiéndolas desde la calle y los centros de trabajo. Conflictos como el abierto en Murcia por las obras del AVE son los espacios en que debemos trabajar para impulsar el empoderamiento popular y organizar a las personas trabajadoras, aprovechando también los ecos de la Huelga General en Catalunya. Debemos trazar una política de alianzas con el resto de la izquierda que nos permita dar una respuesta conjunta frente a la propuesta represiva y autoritaria que ha trazado la derecha. Nuestra política ha de pasar por la defensa de una idea radical de república comunitaria, democrática y confederal que respete el derecho a decidir y la libre unión de los pueblos, que recupere la soberanía popular frente al capital, que impulse la participación efectiva de las mujeres y feminice la política en las formas y el fondo, que extienda la democracia al ámbito económico y ponga los medios de producción en manos de los sindicatos y asociaciones de trabajadores, que apueste por una vida sostenible y acabe con la destrucción del medio… La influencia del anarquismo en el futuro cercano dependerá de nuestra capacidad de hacer de este proyecto algo deseable y factible.

Comparte este artículo